El 12 de marzo de 1622 el papa Gregorio XV canonizó a cinco beatos, cuatro españoles: Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y San Isidro Labrador, y al italiano San Felipe Neri. Se cumplen, pues, cuatrocientos años de dichas efemérides. Llama la atención que, en medio de cuatro santos de gran renombre y trayectoria, un campesino, labrador del campo, patrono de la villa de Madrid y considerado como santo desde su muerte por los vecinos de la que más tarde se convertiría en la capital del vasto imperio español. Los primeros colonizadores y los misioneros que vinieron a América trajeron consigo e inculcaron esta devoción, muy extendida en las zonas rurales, convirtiéndose en el patrono de los agricultores.
La religiosidad popular ha desarrollado un vistoso ritual que se manifiesta el día de la fiesta, el 15 de mayo, en una hermosa ceremonia que incluye, además de la solemne eucaristía, la procesión en una carroza adornada con guirnaldas y frutos de la tierra. En los atrios de los templos y capillas un arco muestra la ofrenda, hortalizas y vegetales, gallinas, sacos de huevos, botellas de leche de vaca, recipientes con miel de abeja y panelas (caña de azúcar en cuadrados similares a un ladrillo. Panela es el nombre común en los Andes y en el Centro papelón, con una contextura como un cono). Las yuntas de bueyes llevan adornos como guirnaldas en los cuernos de los animales y son bendecidos durante la procesión en la que participan conducidos por sus gañanes. Al final de la fiesta se “subastan” los frutos del arco entre los asistentes dirigidos por alguno de los directivos de la cofradía. El aporte recogido queda para las obras de la parroquia.
El Arzobispo de Madrid, Cardenal Carlos Osoro Sierra le solicitó al Papa Francisco la declaración de Año Santo de San Isidro en el 400 aniversario de su canonización, desde el 15 de mayo del 2022 hasta el 2023, y lo anunció en una sentida carta pastoral. Desde América nos unimos jubilosos a esta iniciativa y celebraremos también, este jubileo isidoriano. De la Arquidiócesis de Mérida, a petición de las comunidades campesinas que lo tienen como patrono, elevamos hace algún tiempo la solicitud de reliquias auténticas para cada una de las parroquias y comunidades que lo pidieron para mayor veneración al santo que acompaña el trabajo de cada día. El arte popular representa al santo patrono campesino de muy diversas maneras con los aperos tradicionales del campo, con su yunta de bueyes, y más modernamente, al lado de un pequeño tractor. El Museo Arquidiocesano de Mérida está preparando una muestra iconográfica con las piezas prestadas por varias de las comunidades de la montaña.
San Isidro fue un «amigo de Dios», un hombre que «vivió como discípulo de Cristo y anunció el Evangelio como esposo, padre, vecino y trabajador». En definitiva, y aquí utiliza el cardenal palabras del Papa Francisco, un «santo de la puerta de al lado», atento a las necesidades de todos, buscador de la justicia y la verdad en el mundo laboral, constructor de la «fraternidad entre todos, con todos y para todos». Así era este hombre que vivió en el Madrid del siglo XII, manifestando con su vida que Dios «está con nosotros».
“Cuando releo la exhortación apostólica Evangelii gaudium, -proclama el Cardenal Osoro-, recuerdo a san Isidro, porque un discípulo de Cristo lo es para la misión como lo fue él. Fundamentando su vida en la roca firme de la Palabra de Dios, se sintió impulsado a llevar la buena noticia de la salvación a sus hermanos. Y lo hizo en su vida cotidiana, en su trabajo, con su modo de vivir su matrimonio y la paternidad. Cuando un discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que solo Él nos salva (cf. Hch 4, 12). En tiempos como los nuestros, ¡qué bueno es poder tener ante nosotros hombres y mujeres que, con sus vidas, nos digan que solamente Cristo nos salva, que sin Él no hay luz ni esperanza, ni hay amor y por supuesto tampoco futuro!”.
Preparémonos con mayor entusiasmo para esta fecha jubilar, teniendo muy presente a los trabajadores del campo, del llano y de la montaña, que con su sudor y empeño nos proporcionan la comida de cada día. San Isidro Labrador, bendice a nuestros campesinos.
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