LA CONFIANZA Y EL DESARROLLO HUMANO INTEGRAL | Por: Francisco González Cruz

 

El desarrollo auténtico e integral de los pueblos nada tiene que ver con sus riquezas materiales, con su tamaño o su clima, o el color de la piel de sus habitantes. No se explica el bienestar que gozan determinados lugares del mundo por el crecimiento de su economía, el poder de sus líderes o lo espectacular de sus infraestructuras.

El camino del bienestar es más barato y más complejo que las grandes inversiones en rimbombantes edificaciones y en enormes imperios económicos. Podrán existir lujo y derroche, pero que la mayoría de la  gente viva bien nada tiene que ver con el espectáculo. Es mucho más barato porque no tiene que ver con grandes inversiones financieras, y más complejo porque es un asunto que no se resuelve con plata.

El desarrollo humano integral, o el proceso que lleva al bienestar de la mayoría de la gente, tiene que ver con asuntos espirituales como las creencias, los valores, la coherencia y la confianza, incluso con el lenguaje. Muchos más valiosos que los valores que se tranzan en el mercado bursátil, son las virtudes que exhiben las personas y las instituciones. Los principios que guían su comportamiento, sus decisiones y, sobre todo, sus palabras.

Son la conducta pública y privada de las personas y de las organizaciones las que marcan el camino del bienestar, como lo ponen en evidencia todos los estudios e indicadores que miden el desarrollo sostenible, en términos de libertad, democracia, calidad de vida, salud, educación, satisfacción de las necesidades, sostenibilidad ambiental, entre otros.

La conducta pública y privada de las personas e instituciones generan la confianza o la desconfianza que gozan, y justamente esa confianza genera el “clima” que favorece o desestimula el bienestar personal y colectivo de una comunidad o una nación. Y como el lenguaje es el principal vehículo de comunicación, son las palabras unos de los más importantes factores de progreso de una sociedad.

Hay palabras principales nos decía el poeta Rafael Cadenas: “Hay palabras tan principales como aquella (se refería a la gratitud). Por ejemplo, libertad, justicia, democracia, civismo, honestidad, las cuales cuando se ausentan de un país tornan muy difícil para sus ciudadanos el hecho de vivir realmente”.

La confianza es una de esas palabras principales, parafraseando al poeta. Cuando no está presente en una comunidad o un país esa sociedad está condenada al fracaso y se produce pobreza, desigualdad, injusticia, corrupción y se deterioran la libertad y la democracia. La mentira, sobre todo en boca de las personas e instituciones que deberían dar buenos ejemplos, se convierte en la principal causa de pobreza y atraso, por la crisis de confianza que genera.

 

 

 

 

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