La ciudad quedó en escombros / Por Jesús Matheus Linares

Sentido de Historia

Catedral de El Tocuyo, afectada durante el sismo. 1950. (Foto Cortesía)

 

Los trujillanos y los valeranos, en particular siempre han estado vinculados a la política nacional, uno de esos personajes fue el doctor Antonio Martín Araujo, nativo de Pie de Sabana, casado con Luisa Baptista, hija del doctor Carlos Baptista, fue un destacado médico que llegó a ser gobernador del estado Trujillo, desde 1945 hasta 1947, cuando reemplazó a Ramón Guerrero Matheus, quien había sustituido a Numa Quevedo. Luego se marchó a Caracas, donde la Junta Revolucionaria de Gobierno lo designó Ministro de Comunicaciones, sustituyendo a Valmore Rodríguez, luego lo reemplazará Leonardo Ruiz Pineda. Después de la salida abrupta de Rómulo Gallegos, mediante un golpe incruento aparecerá como uno de los firmantes del acta que declaró constituida la Junta Militar de Gobierno de 1948, que le daba el poder al coronel Carlos Delgado Chalbaud.

El 24 de noviembre de 1948 fue llamado a ocupar el cargo de Ministro de Sanidad, era el séptimo Ministro de Sanidad en la historia moderna venezolana, allí participó en el desarrollo del programa nutricional Consejo Informativo de Educación Alimentaria (CIDEA), un proyecto mixto entre el gobierno de Venezuela y Nelson Rockefeller, la mitad de los recursos financieros venían del erario público nacional y la otra mitad donación de Nelson Rockefeller.

Durante su ejercicio ministerial se desarrolló una campaña educativa nutricional, y el ministro Araujo acuñó una frase: «En Venezuela hay dos tipos de hambre, el de los pobres que no tienen lo que necesitan comer, y el de los ricos que no saben que comer.»​

Durante el sismo de El Tocuyo, ocurrido el 3 de agosto de 1950, a las 5: 45 de la tarde, de una magnitud de 6,3, -uno de los más destructivos del occidente del país en el siglo XX, y que dejó como saldo ocho muertos, 60 heridos, 250 casas destruidas y 700 muy dañadas-, al doctor Antonio Martín Araujo le tocó presidir la comisión especial del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social y acompañado por varios médicos, entre ellos Darío Curiel, Pastor Oropeza y ocho enfermeras, salió en avión desde el aeropuerto La Carlota rumbo a El Tocuyo, a evaluar lo ocurrido con motivo del fuerte temblor que flageló esa histórica ciudad, y que también destruyó haciendas y trapiches de caña. Casi el 80 por ciento de las casas fueron destruidas, la ciudad quedó en escombros.

A raíz del magnicidio contra Delgado Chalbaud, Antonio Martín Araujo es excluido del Gabinete y enviado a la Embajada en Washington. El gobierno de facto decide tenerlo fuera de Venezuela y finalmente renunció a su cargo, por descontento con el régimen. Araujo dejó una hoja de servicio público de casi 10 años de servicio.

Otro personaje que recordamos los valeranos, era Gilberto Araujo, un joven dirigente de la juventud de AD, cuando de nuevo advino la democracia a Venezuela fue diputado a la Asamblea Legislativa del Estado Trujillo. El doctor Augusto Márquez Cañizales, natural de Chejendé, había sido designado gobernador del estado Trujillo por el gobierno del presidente Rómulo Betancourt, y cuando conformó su tren ejecutivo regional nombró como su secretario privado a Araujo, y los amigos de Gilberto, como una muestra de cariño le colocaron el remoquete de “Me le guindo”. Fue un extraordinario colaborador en la gestión de Márquez Cañizales. De ese tiempo recordamos a Miguel Ángel Villasmil, secretario General de Gobierno, Daniel Mijoba, procurador General del Estado, el Br. Omar Mazzei Berti, director de Política, el Br. José Godoy Graterol, presidente de la Asamblea Legislativa y Rubén Bracho Barreto, que era el Jefe de Prensa de la Gobernación.

En Valera, el imaginario popular es muy dado a bautizar a los personajes populares, en los tiempos de Medina Angarita, había uno, Jacinto Peña, que le llamaban “Loco Pala”, que siempre andaba con una pala y un saco recogiendo los desperdicios en las calles de Valera, luego en los años 50 apareció “el loco Víctor”, era un hombre corpulento de buen carácter, que llegaba a las casas pudientes, a moler maíz, limpiar los patios y las personas le retribuían su colaboración a través de algún dinero y la manutención alimentaria.

Después tenemos a “Juana La Breca», una mujer blanca, que se colocaba flores en la cabeza y se entretenía visitando las familias valeranas, luego ya a finales de los 50-60, el célebre caletero del Mercado Municipal de Valera, Cleto, quien tenía una carrucha donde transportaba bultos que le generaban algún dinero para comprar “la guaruza”, era muy aficionado a esta bebida de “agua ardiente”, siempre se lo llevaban detenido a los calabozos de la policía y la causa era siempre la misma: “por sospecha”. También estaba Antonio Salas, “Reo”, que en sus tiempos de mozo fue uno de los hombres de confianza del general Federico Araujo, Isidro Balza, de La Quebrada, que lo llamaban “Gatea”, era discapacitado de las dos piernas y andaba montado en una tabla con cuatro rolineras por toda la ciudad. Luego vinieron “Colmillo e’ Tigre”, “La Loca Ramona”, “Pan y Cuca”, entre otros.

 

jmateusli@gmail.com

Salir de la versión móvil