La ‘Chica Polar’ que desmitificó la belleza en Venezuela

Anaís Duarte usa su computador mientras responde una llamada durante una entrevista con EFE el 26 de febrero de 2024, en Caracas (Venezuela). EFE/ Miguel Gutiérrez

 

Caracas, 1 mar (EFE).- El teléfono de Anaís vibra constantemente. Son llamadas de medios y marcas que quieren conversar con la venezolana que revolucionó las redes sociales con un jocoso video en el que juega a ser la modelo de una popular marca de cerveza, creando un debate nacional en torno al supuesto derecho a opinar sobre los cuerpos de las personas.

Anaís Duarte ha sido uno de los temas más abordados en Twitter durante varios días, luego de que su casting para convertirse en la imagen de una bebida alcohólica -lo que implica, además de la publicidad tradicional, salir retratada en bikini en cada envase- se viralizara en las redes sociales, en las que acumula unos 10 millones de reproducciones y miles de comentarios, algunos diciendo que tiene sobrepeso y criticándola por ello.

La publicista de 25 años, que en 2022 se trazó esta meta que se plantean cada año decenas de ‘misses’ en el llamado ‘país de las mujeres más bellas’, hizo gala de su desparpajo y tomó ventaja en el espectro digital, donde, a juzgar por la abrumadora cantidad de elogios y seguidores que ha recibido, ya ganó.

Anaís Duarte posa para un retrato durante una entrevista con EFE el 26 de febrero de 2024, en Caracas (Venezuela). EFE/ Miguel Gutiérrez

 

El debate

La misma Anaís que -como creadora de contenidos digitales- alzó la voz en diciembre para pedir a los venezolanos que dejen de hablar de los cuerpos de otras personas, hoy está en el ojo del huracán por su figura, cuestionada por quienes la tildan de incoherente debido a su casting en traje de baño y por su deseo de representar una marca que escoge a mujeres con las ‘medidas perfectas’.

«Si yo salgo a la calle, ¿yo le doy derecho a la gente a que hable lo que quiera hablar de mí? No», subraya, en una entrevista con EFE, la joven, que cree que uno de los problemas más fuertes que enfrenta una mujer en Venezuela es «cómo se tiene que ver para ser bien vista».

«¡Qué difícil ser gorda en el país de las misses!», dice, siempre sonriente, sin dejar de reconocerse seguidora del concurso Miss Venezuela, el fenómeno social que retrata la obsesión del país por unos cánones de belleza casi inalcanzables y que, en ocasiones, terminan siendo dañinos para la salud de quienes se convencen de que «para ser bella hay que ver estrellas».

Pero Anaís no se amilana. Esta romántica irremediable pone en primer lugar su salud -incluida la mental-, especialmente desde que se volvió famosa: «Lo primero es cómo me siento y yo ni siquiera sé cómo me siento».

«Lo más bonito que me ha pasado en estos días y también lo que me da más miedo es que hay chamas (chicas) que se me acercan y me dicen: ‘Tengo toda la vida acomplejada’. O me escribe una señora de 50 años diciéndome: ‘Lloré con lo que has dicho, no puedo creer que yo tenga la libertad de querer mi cuerpo como me veo», relata.

Anaís Duarte posa para un retrato durante una entrevista con EFE el 26 de febrero de 2024, en Caracas (Venezuela). EFE/ Miguel Gutiérrez

 

El mensaje

Hacer el video en cuestión le tomó menos de 10 minutos. Se trataba de un guiño más en el «coqueteo» con la empresa de cervezas que, en vista de la popularidad del casting, se puso en contacto con ella, aunque, de momento, no hay nada acordado, por lo que la posibilidad de que Anaís sea la primera imagen de talla grande de la marca aún no está asegurada.

«Detrás de mí hay mucho más que un simple video (…) Si todo lo que va a pasar es que yo sea una voz para muchas personas que quieren sentirse más libres, felices y tranquilas con lo que son y en la forma en la que se ven, creo que esto es lo mejor que me está pasando a mí, pero es por lo que puedo hacer por los demás», dice.

Mientras tanto, sigue de cabeza en su agencia de mercadeo, donde, junto a un grupo de amigas, canaliza «la emoción» de los días que está viviendo, sin descuidar el trabajo y, cada vez más a menudo, aceptando las solicitudes de fotografías de personas que la reconocen en la panadería o en el cine.

La joven, que intenta surfear la ola de «estar en boca de todos por la forma en la que se ve» su cuerpo, dice que ha ganado confianza en sí misma en los últimos años para hablar sobre sus sentimientos y ambiciones, así como sobre el miedo de que «tres comentarios negativos» le roben la sonrisa.

Mantiene cerca el teléfono celular, al que llegan ahora mensajes de los famosos del país. Ella espera la llamada que confirme que todo esto no es un sueño y que lo que parecía un chiste se convierta en una realidad transgresora y necesaria.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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