Frank Bracho – 15 de julio de 2025
Venezuela es un país muy mariano. Así lo acreditan las múltiples manifestaciones de devoción mariana por las que se ha hecho famoso nuestro país. Entre ellas, se destaca la procesión mariana más grande del mundo: cerca de tres millones de fieles desfilan con fervor en honor a La Divina Pastora en Barquisimeto. También contamos con una patrona tan mestiza y multicultural como La Virgen de Coromoto, cuyas prodigiosas apariciones rivalizan con las de su “prima” La Morenita Guadalupe de México —declarada por san Juan Pablo II como Patrona de las Américas y del mundo—, y con la especial y universal Virgen de Betania.
En cuanto a las esplendorosas culturas indígenas que encontraron los conquistadores europeos en nuestro continente, el símbolo cristiano con el que más se identificaron nuestros aborígenes fue el mariano. Este resonaba con su amada “Madre Tierra”, a quien llamaban Omaima entre otras denominaciones. Así, cosmovisiones ancestrales como la de los Kogi, cerca de Santa Marta en Colombia, la nombraron “Conciencia Aluna Matriz del Génesis del actual Mundo”. El Papa Francisco la llamó “Reina de la Creación”, y san Francisco de Asís se refirió a ella como “su Preferido Rostro Compasivo Maternal de lo Divino”.
Sin embargo, ninguna advocación mariana resalta tanto en identidad ancestral como La Virgen del Carmen. Su aparición precede a la de Guadalupe en 1531. En 1252, se manifestó al líder carmelita Simón Stock con su característico ropaje marrón y escapulario. Incluso, su historia se remonta a tiempos precristianos, ligados al profeta Elías, quien la invocó desde su gruta en el Monte Carmelo —que significa “Jardín de Dios”— en el actual Israel, hoy en conflicto con Irán, a pesar de sus lazos históricos y elevados objetivos compartidos.
La Virgen del Carmen ha sido siempre venerada por navegantes y marineros como “Mi Estrella del Mar”. También posee una dimensión universal que recoge la verdad y el espíritu divino según el Evangelio de San Juan, al igual que lo hacen Guadalupe, Coromoto y Betania.
La Iglesia debe dejar atrás toda ínfula hegemónica para convertirse en una verdadera “Bisagra Universal”, que es el significado literal de lo católico-cristiano, renovando la fraternidad mundial por la paz —el saludo favorito del Jesús resucitado.
En Venezuela, desde la lucha por nuestra independencia —entendida como liberación espiritual y revolución de las almas más que de las armas (ver el artículo en la web al respecto)—, se ha sumado a la gran legión de seguidores de La Virgen del Carmen, incluyendo marineros y conductores. Ahora, formalmente, es también Patrona del Ejército Bolivariano, aunque debe serlo en su acepción de sanación y liberación espiritual.
Con tan amplio acervo de significado local y universal, hoy se rememora a La Virgen del Carmen en toda la geografía nacional. Pero en ningún lugar como en Boconó, Trujillo —llamado por Bolívar “El Jardín de Venezuela”, una especie de “Monte Carmelo”— del cual es Patrona. Es también el pueblo del que procedía el padre de nuestro primer gran santo, José Gregorio Hernández, médico y sanador, criado además en Isnotú, otro poblado significativo del Trujillo posible.
La Virgen del Carmen fue honrada también en el Misal del domingo 13, en anticipación a su gran fecha de celebración este miércoles 16 de julio. Se realizarán misas y actividades especiales en sitios como El Hatillo, donde se le venera en su propia capilla, y en el Colegio de Belén en Sebucán, Caracas, seguramente en agradecimiento por Madre Carmen, fundadora del mismo, quien junto a JGH será oficialmente ungida en Roma este octubre por el nuevo Papa León XIV.
Este es un regalo divino por la convergente sanación y liberación espiritual, desde Venezuela hacia un mundo tan atribulado que tanto lo necesita.
¡Feliz y esperanzadora celebración del Carmen y por el Carmen!
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