¿Dónde está el futuro de Venezuela? ¿Te has hecho esa pregunta? A veces parece muy complicada de responder en la coyuntura actual y por eso mismo se esquiva, pero me gusta pensar que es en los jóvenes y en especial en las aulas universitarias, y el resultado de la reciente elección estudiantil en la Universidad Central de Venezuela nos lo confirma.
Mantenerse de pie y negarse a sucumbir a los encantos de las palabras dulces y promesas incumplidas de una lista casi interminable de ministros y luego de atravesar la crisis económica y social más grande en la historia del país es sin duda una de las más grandes victorias de la universidad autónoma venezolana y con cada nuevo proceso electoral interno se confirma este triunfo que es a la vez concreto y simbólico. La victoria en las elecciones a la Federación de Centros Universitarios de la UCV por parte de la oposición resume la resistencia, aplomo y valentía que sólo la juventud que se niega a entregar sus convicciones y su futuro, puede representar.
Grandes personajes en la historia política y social del país se cuentan como presidentes de la FCU de la Universidad Central de Venezuela y otras universidades autónomas del país. El primero que viene a mi mente es Jóvito Villalba orador excepcional y capaz de entender su papel y actuar en consecuencia en su paso por la universidad lo convirtió en un líder ejemplar, y quiero pensar que justamente esa esencia es la que sigue moviendo a la universidad, esa irreverencia y determinación de continuar hacia adelante aun frente a la adversidad.
Y es que los obstáculos no han sido pocos, la falta de un presupuesto que garantice la operatividad académica y administrativa, violaciones reiteradas a la autonomía universitaria, la proliferación de universidades con un profundo control gubernamental, la falta de profesores debido en gran medida a la diáspora o la imposibilidad económica de dedicarse a la docencia universitaria y tener una vida digna del nivel educativo e importancia para el país y su desarrollo, el deterioro progresivo de la infraestructura de cada universidad y que en el caso de la ciudad universitaria es patrimonio mundial de la UNESCO desde el 2000, forman parte de un inventario que puede continuar hasta el infinito. Pero con todo y eso, las universidades autónomas venezolanas continúan siendo espacios para la discusión de los problemas del país y la búsqueda incansable de soluciones desde la academia, la ciencia y el intelecto.
Por eso nos llena de esperanzas que “la casa que vence las sombras” continúa siendo un farol de luz en medio de la niebla y la oscuridad demostrando que el alma de la universidad, la esencia que a lo largo de sus más de 300 años se mantiene viva y es la construcción de una sociedad formada en la academia y en los valores fundamentales que nos hacen ser venezolanos y de los que hemos hablado en esta columna dominical en varias oportunidades.
Bien dice la ganadora del Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai: “Cuando todo el mundo está en silencio, incluso una sola voz se vuelve poderosa”. Celebramos que una de esas voces sea precisamente la de la universidad, allí donde sabemos que está el futuro y esperamos que sea el impulso para que otras voces también se levanten y entre todos construyamos la Venezuela que queremos , esa por la que hemos hecho todo lo que ha estado en nuestras manos y por la que seguimos perseverando una y otra vez.
María Eloina Conde
Noviembre 24, 2024.
@MariaEloinaPorTrujillo