La casa de Don Mario: lugar de la luz, no de las tinieblas | Por: Pedro Frailán

 

La ciudad de Trujillo tiene distintas denominaciones: la primera de ellas, la ciudad portátil por su curiosa fundación y sus mudanzas, la ciudad itinerante, la errante, la movediza, la ciudad que nunca envejece. Anteriormente se había llamado Trujillo de Salamanca, Nuevo Trujillo, Mirabel. Pero su nombre definitivo quedó: “Nuestra Señora de La Paz de Trujillo” a partir de 1570 y por supuesto una dominante contemporánea la Ciudad de La Paz.

En la Villa  Trujillana existen hechos, personajes, canciones, instituciones, mitos, que están en la presencia constante de sus pobladores; es decir, en su constante imaginario. Uno de ellos es Mario Briceño Iragorry y para hacerlo de mayor confianza Don Mario.  Por mucho tiempo me estuve preguntando ¿y quién es Don Mario?, algunos me respondían, un gran humanista,  al final me quedaba igual. Pero me quedaba con la curiosidad de ¿quién era Don Mario?

Hasta que un día, a media mañana me encontré con una recopilación de sus textos titulado “Presencia e Imagen de Trujillo” de la biblioteca de actores trujillanos de la Gobernación. Con prólogo de un intelectual de gran referencia y prestigio del momento Rafael Ramón Castellanos describía el mismo la cercanía que él tuvo con Don Mario. Charla que tuve la oportunidad de oír del propio Dr. Castellanos, más adelante los relatos personales en Madrid  por Ramón  Urdaneta Bocanegra, un historiador inmenso como los dos anteriores.

En ese espacio me encuentro con “Mi Infancia y Mi Pueblo”, que es la regresión de la memoria de un hombre maduro a su niñez. Es la descripción de la villa al inicio del siglo XX. Es el recuerdo, en ello viene implícita la nostalgia, la alegría, la tristeza, el orgullo más otras cosas que pueda recordar la mente. Lo hace a través de tres epístolas  imaginarias a una amiga universal. En ello recuerda la presencia de su padre de la preocupación de la educación del pequeño niño, los recorridos taciturnos y por la calles de su pueblo entre la candelaria calle abajo, calle arriba.

Un hecho lastimoso es la imagen del niño Mario cuando pasa por el frente de su casa,  su padre ya había muerto y él vestido de negro. Miró esa casa con tristeza, con dolor, incluso le daba la impresión que su papá estuviera parado en el lumbral de la puerta. Relata  la importancia de la madre en su educación, las calamidades económicas de una madre viuda con varios hijos. El sentimiento hacia la ciudad, la imponente catedral en donde hoy reposa su corazón. La admiración por su patrona la Virgen de La Paz, sus festividades narradas desde la colonia, de ahí la frase “Trujillo Tierra de María Santísima”.

Muchas cosas se cuentan en este ensayo sobre  ese niño, que con el tiempo se transformó en una referencial nacional de las letras venezolanas, un símbolo moral de la nación, su pensamiento sobre vive que en el tiempo se renueva en él. Justamente estamos recordando los 124 años de su natalicio. Cuando gratamente se cumplió su centenario la Gobernación del Estado adquirió la casa donde nació Don Mario y pasó en comodato a otras instituciones.

Hoy Trujillo año 2021 a 24 años de haber pasado su cien años, esa casa que está ubicada en la Avenida Independencia de la ciudad que tanto quiso y tanto le escribió con orgullo con sentimiento trujillano. Hoy es un símbolo de la desidia, del abandono, de la dejación. Representa el deterioro de la ciudad, Yo me pregunto, ¿es qué caso Trujillo se va mudar otra vez?. Porque al recorrer sus calles es andar entre ruinas. Aquella ciudad fundacional de la república de Venezuela. Demostrado con los sucesos del 09 de octubre de 1810. Recordemos el doloroso año de 1813 el 24 de junio  Bolívar en la Plaza Mayor ratificó la REPÚBLICA.

Algo increíble la fachada es una vergüenza para sintetizar, es una construcción de tapiales y en la parte superior de la cornisa nacieron unos árboles, no monte árboles. La naturaleza nos demuestra lo imponente que es ella, siempre dándonos lecciones. ¿Qué nos ha pasado? Si es un lugar de la luz, no de las tinieblas. Me aterra recordar  la novelas de Miguel Otero Silva  “Casas Muertas”, la canción de José Manuel Falcón interpretada por Simón Díaz “Aquel”, que es la invasión de la tristeza sobre lo humano.

¿Qué hacer?, repensar a Don Mario desde Trujillo, como él mismo lo dijo desde “La Patria Chica”, inspirarnos en sus grades personajes Fray Alonso Briceño, Fray Antonio González Acuya, Cristóbal Mendoza, el General Cruz Carrillo, Arnoldo Gabaldón, Laudelino Mejías, Mario Briceño Perozo, Ramón Urdaneta Bocanegra, Segundo Barroeta, Segundo Delgado, Monseñor Vicente Valera, Monseñor Morello, Mireya Mendoza, Don Pedro Torres, Monseñor Estanilao Carrillo, Ali Medina Machado y tantos otros en sus habitantes en general. Recordemos a San Ignacio de Loyola “Tenemos que sentarnos a pensar. Así algunas veces nos dé miedo hacerlo”. A Trujillo hay que repensarlo.

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