La Cantarrana | Por: Luis Huz Ojeda

Antonio Pérez promueve el oficio de la cestería como modo vivendi de innumerables familias en La Cantarrana.

El área geográfica que en la actualidad ocupa la populosa localidad de -La Cantarrana- anteriormente estuvo plantada de corta vegetación que mostraba plantas de cocuiza, mastranto, leño negro,  cactus y el zanjón que circunda una parte de su periferia lucía inmensa arboleda con más de un siglo de edad: algarrobo, guamo, jobo, pardillo, pan de año, pomarrosa y guadua o bambú. Al igual que en el presente en todo Carvajal, aquí era notable la ausencia de agua potable, con la variable que en su perímetro germinaban minas de agua, que juntadas con las constantes lloviznas que casi a diario bajaban, formaban charcos y pequeñas lagunas naturales, consintiendo su permanente humedad resguardar la variada flora y diversa fauna del lugar, en la que por su permanente croar destacan sapos y ranas, anfibios propios de la zona, estas aguas también favorecían a los que constantemente cruzaban a pie o en mula estos predios y al momento requerían de saciar su sed, cuando la presencia del hombre fue permanente, este comenzó a desforestar, construir ranchos para albergarse, plantar sembradíos de café, cacao, naranja criolla, onoto, tabaco y criar ganado caprino, porcino vacuno más aves de corral.

 

El Nombre

Descendientes de los primeros habitantes todavía conservan en la memoria y comparten con sus hijos los relatos de sus abuelos sobre el origen y razones del nombre con el que fue designado este lugar, entre estos destaca María Balbina Huz, -mi Nona paterna- quien se jactaba de su lucidez mental cuando nos contaba: “Nací, me crie, formé familia y parí mis cinco hijos aquí en La Cantarrana, de mi niñez recuerdo que en aquel tiempo existían dos caminos de entrada y salida de uso a pie o montado en bestias, uno para comunicarnos con Carvajal, San Genaro, El Alto de la Cruz, San Lázaro, Santiago, La Quebrada, el otro con  Campo Alegre, San Pablo de Jiménez, Valera, La Cejita, Motatán, a las orillas de uno y otro había pequeñas ciénagas que formaban lagunas en época de lluvias consintiendo la presencia de aves silvestres, culebras, iguanas, lagartijos, matos reales permanente, siendo habitadas por Ranas y Sapos que con su constante charlear montaban magistrales conciertos, esto se fue popularizando poco a poco, siendo normal escuchar entre la gente estas expresiones: Vamos pa -La Cantarrana-; Cuando pases por -La Cantarrana-; Ese vive camino a -La Cantarrana-; Nos encontramos en la entrada de -La Cantarrana-…  este vocablo se arraigó tanto que de allí procede el nombre con el cual en la actualidad conocemos este populoso sector carvajalense, esta es la historia de -La Cantarrana- que conozco desde niña”.

 

Cestería

En Venezuela la cestería halla sus raíces en la cultura indígena, tesis confirmada mediante hallazgos en distintas regiones del país, de antiguos fragmentos arqueológicos de canastos y cestas utilizados por la población aborigen en la producción alfarera queda así revelada la sapiencia que ostentaban las colectividades prehispánicas  nativas de esta mágica tierra de gracia. En La Cantarrana el oficio de la cestería es modo vivendi de innumerables familias, su origen data del final de la década de 1950, luego que uno de sus pobladores, el profesor Hermes Perdomo realizo un viaje en avión a México, retornando con sus alforjas repletas de publicaciones sobre artesanía azteca, una de estas revistas detallaba en forma minuciosa los pasos requeridos para la elaboración de cestas con guadua o bambú, esta información atrajo su atención y una vez en posesión del conocimiento de esta teoría personalmente procedió a buscar la materia prima requerida por los alrededores del lugar, teniendo está a la mano la procesó y con sus habilidosas manos tejió la primera cesta dando de esta manera forma a un trabajo artesanal hoy masificado entre sus habitantes y extendido a áreas colindantes que al igual que La Cantarrana soportan parte de su economía en el desarrollo de esta actividad artesanal a través de la producción y mercadeo de cestas utilitarias y decorativas. Su popularidad estriba que en pleno siglo XXI aún no ha sido industrializada en su producción, se mantiene el proceso artesanal-manual en su elaboración, allí reside su ganada reputación en el mercado de los estados Táchira, Mérida, Lara, Barinas, Zulia, Yaracuy, Carabobo, Aragua, Distrito Capital y Nueva Esparta. Hoy como ayer continua siendo valorada por su acabado, estética y multiplicidad de diseños, jamás ha dejado de interesar al público consumidor, entre sus máximos exponentes en el arte de manufacturar cestería se cuentan: Hermes Perdomo precursor en el arte de la cestería en la cantarrana y sitios aledaños; Germán Morillo; Pedro Morillo; Víctor Núñez; Isabel Núñez; Josefa Núñez; Edgardo Núñez; Antonio Pérez; Alcira Perdomo; Arsenio Lozada; Alonso Prada; Dalia Prada; Gloriana Prada; Miguel Prada; Ramón Prada; Ernesto Huz; María Eliazer Huz; Iván Manzanilla; Jesús Salazar; Joaquín García; José Segovia; Josefa Valero…

 

 

 

 

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