La Calle Arriba de Trujillo, un lugar consagrado en nuestros corazones. Bertha Rojas A. / Por Pedro Frailán

Sentido de Historia

 

Mi Calle Arriba,
Contada por Bertha Rojas

Con el manto de la noche / visitada por la lluvia en horas tempranas / el cielo se vistió de gris nos brinda este hermoso paisaje / el Monumento aún en la oscuridad de noche / con la luz plateada de la luna / nos brinda su imagen / que imponente sobre la hermosa montaña nos acompaña / silencio en el pueblo / hora de descanso y soñar bonito / silentes y hermosas las calles que brindan recuerdos de ayer y siempre / hermoso terruño donde nació la bohemia / hermoso terruño vestido esta noche plateada / con traje de gala en tu fiesta de lluvia y neblina/

Bertha Rojas Araujo.

 

Pero les cuento que en 1950, vivimos por dos años en la casa que, en ese entonces, era una panadería, mi papá junto a un señor llamado Avelino Blanco, que trabajaba con mi padre, ahí nació Sara, mi hermana. Hoy la llaman, la Piladora de Maíz, comprada por los españoles que desarrollaron esa empresa, y luego fundaron “La  Panadería Española”, frente a un bar llamado “El Yumuri”,  hoy lo señalan como negocio de Hernán Rojas, antes le decíamos pulperías. El sector Calle Arriba para nosotros comenzaba desde la “Radio Trujillo”.

El llamado El Calvario, siempre fue un populoso lugar comercial que recuerdo que por la calle principal bajando desde la panadería estaban: Trino Morales, Eleazar Morales, Juan Fernández, Miguel Vicente Sarmiento y Lorenzo Ávila. Por lo que hoy llamamos calle 15 y luego salir a la calle 13, que era camino de recuas, había las pulperías de Juan Crisóstomo y Canducho, seguía otro hacia abajo de Marcos Morales, la del señor Leonardo llamado popularmente, La Chopa.

Esos caminos fueron pavimentados y empotrados en la década del 1960. Ahí en la Calle Arriba antes de la Panadería Española hubo 4 panaderías. La de mi papá, 1950, la de Noé Briceño donde hoy vive la familia de Vicente Ávila, que también fundó su panadería, frente a la placita del Carmen, la del señor Antonio Barreto y Carlos Rivas, comenzando la acera alta y la de Miguel Sarmiento.

La Calle Arriba es un lugar muy emblemático en la ciudad de Trujillo, pertenece a la parroquia civil y eclesiástica de Chiquinquirá. Recordemos que junto a la parroquia Matriz son los dos asentamientos fundacionales de Nuestra Señora de La Paz Trujillo, permanencias desde su última mudanza al valle de “Los Mucas”. Hoy nos encontramos en este diálogo memorial con la profesora, Bertha Rojas Araujo, quien es un personaje innato de este lugar de Trujillo para Venezuela y el universo, ahí están cimentados la sede del NURR – ULA, sede Carmona, allí nació la universidad en Trujillo, Radio Trujillo, el Hotel Trujillo, el Monumento a la Paz inspirado en la patrona, justamente encima de la Peña de la Virgen. Es la cuna de don Laudelino Mejías, nacido en esquina de la Calle Mariño con Avenida Bolívar, don Pedro Torres, Joaquín Delgado, Ignacio Cegarra.

Como nos dice Bertha que, la Calle Arriba, de acuerdo a su criterio, se inicia desde la Calle Arismendi, justamente en donde se encuentra la terraza de Radio Trujillo, el Bar Buenos Aires, un punto de encuentro de la ciudad. El Club Cruz Carrillo para la época, luego pasó a ser Posada Turística Valle los Mucas. Viene después la Calle Mariño, en seguida, la placita del Carmen, también recibe el nombre de plaza Sancho Briceño, en este lugar es el encuentro de las avenidas Independencia y Bolívar, estas, los sectores del Calvario, calle 15, la 13, Parque Los Ilustres, entre otros.

Nos recuerda que en este lugar existían muchas panaderías, que eran empresas familiares, recuerdan grandes personajes que como ella misma dice son: “Historia pura”, Miguel Vicente Sarmiento, que tenía una empresa de pan, además, en unión con Victorino Araujo crearon la Colita Champaña de Trujillo, aunque el creador de la fórmula fue un trabajador de ellos de nombre Juan Montero, su esposa se llamaba Chila y vivía al final de calle de la pulpería de Lorenzo Ávila y de la Barbería Lara, su dueño se conocía como Larita y era tan viejito, que la gente bromeaba diciendo que las veces que vino Bolívar a Trujillo se cortó el pelo ahí. En esa casa nació el Padre Francisco Rosario, héroe de la Independencia, en los últimos años perteneció a Luisa Terán.

Las fiestas de la Virgen del Carmen, nos comenta la Profesora, que eran apoteósicas, los bazares comenzaban desde lo que hoy es el Hotel Trujillo hasta la Panadería Española, venían los carruseles, los carritos chocones, el viaje a la luna. Los distintos juegos de mesa, la carrera de sacos, la de los carritos de rolineras, el palo encebado comenzaban una semana antes, por lo que venían oriundos de otras partes, de otros lugares, aparte de que aprovechaban el tiempo porque era en julio y ya estábamos de vacaciones.

Participábamos las muchachas de las familias de la época. Recuerdo a Doña Josefina Rosario, Atilia Méndez, Blanca Albano, Teresa de Ojeda, Angélica García, Yolanda Soto, Doña Margarita de Torres con los concursos de los Pitoquitos, Pepita Barreto, Teresa Rivas, Doña Cleofe Delgado, Meri Terán, Onelia Núñez, la señora Cándida; asimismo, la comadrona Mercedes Linares. Ella atendió a mi madre con los partos de mi hermana Sara y Luis, Doña Cristina Linares que vivió 104 años.

La placita, con el tiempo ha cambiado; recuerdo que había una palmera muy alta. Recuerdo de igual modo, que hubo un accidente, un carro sin frenos no pudo evitar chocar, destruyendo parte de la plaza, murieron unos niños, fue un hecho lamentable. Un personaje a recordar de la pulpería la Colmena es Quintín Uzcátegui, con su hermoso carro impecable, antiguo para la época; así también, la venta de las galleticas de coco, los besos de coco, las cuajadas de ajonjolí, las de hígado, elaboradas por su esposa la señora Auxiliadora. Lorenzo Ávila, su negocio, Vicente Ávila, Faustino Ojeda, Ramoncito Aranguren, músico, Ignacio Cegarra, el presidente de las fiestas de la Virgen del Carmen y su colaborador Chico Urbina, que se paraba a las 04:00 a.m. a lanzar cohetes para festividades de la Virgen y, en los aguinaldos. El negocio del señor Aldana. Todos ellos, fueron hombres y mujeres, de mucho trabajo; honestos, de familia y sobre todo, con sentimientos humanos.

En navidad teníamos nuestro grupo de aguinaldos, participábamos con las agrupaciones gaiteras de La Alameda, también de Las Araujas, este, era dirigido por Darío Quintero, el de nosotras lo conducía don Heraclio Torres. Mi madre Carmelita Araujo de Rojas fue una mujer de trabajo, del hogar, además ayudaba a mi padre Ramón Rojas en la panadería. Pero a los 63 años comenzó en el mundo de las artes, aunque ella ya escribía poesía, y en la música componía, compuso una canción muy hermosa titulada: “Linda Sabanetas”.

En cuanto a la pintura, graficaba mucho, y hay que decir que a esa edad, a los 63 años, se inició en el arte popular, convirtiéndose en una artista ingenua, al poco tiempo esta iniciativa fue una referencia, no sólo en Trujillo, sino en Venezuela, por cuanto ganó varios premios en Petare, también obtuvo el laurel Bárbaro Rivas, en Maracay; eventos y galardones promovidos por la tabacalera nacional.

Otro punto que acentuó nuestra niñez, juventud y trabajo fue el privilegio de haber disfrutado de los espacios en el Grupo Escolar Estado Carabobo, motivo de orgullo para quienes pasamos por esta ilustre institución educativa, poder contar y escribir esta extraordinaria vivencia. Es por ello que tenemos un lugar especial en nuestros corazones para tantos hechos y anécdotas acumulados en nuestra memoria y que, nos llevan a esa entrañable institución ubicada frente a la Plaza Sucre. Se me viene a mi presencia que, por uno de los laterales del Grupo Escolar vivía el Maestro Laudelino Mejías, quien por la tarde sacaba una silla y se sentaba en frente de su casa con amigos, cuando salíamos de clase nos recomendaban que nos fuéramos por la acera, el Maestro y sus amigos cordialmente se levantaban y apartaban las sillas para que la muchachada pasara, nos miraba y nos saludaba el gran Maestro ya consagrado.

 

 

 

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