Cúcuta (Colombia), 9 jul (EFE).- Han pasado cinco años desde que Nelly Martínez desapareció en la frontera entre Colombia y Venezuela. Su hermana Doris la ha buscado sin éxito pero no pierde la esperanza de que con el restablecimiento de las relaciones entre los dos países pueda encontrarla.
Doris se ha metido por todas las trochas ilegales que atraviesan la frontera entre el departamento colombiano de Norte de Santander y el estado venezolano del Táchira en busca de información sobre su paradero. Todo ha sido en vano.
Su hermana salió un día de octubre de 2018 de su casa situada en en el barrio Boconó, en Cúcuta, principal ciudad colombiana en la frontera, y nunca más regresó. Fue vista por última vez cerca del puente internacional Francisco de Paula Santander y eso es todo lo que se sabe.
«Mi hermana vendía gasolina de contrabando -un negocio habitual en la frontera- y desde el 8 de octubre del 2018 no sabemos nada de ella, si está viva o muerta», relató a EFE Doris, quien vive una angustia permanente, como la de miles de familias colombianas que no saben dónde están sus seres queridos.
Su relato es uno de los muchos que hay en la frontera y que este sábado fueron escuchados en Cúcuta por el diputado venezolano Luis Eduardo Martínez, vicepresidente de la Comisión de Diálogo, Paz y Reconciliación de la Asamblea Nacional, y por Juan Carlos Palencia, integrante de la Comisión de Fronteras del legislativo venezolano.
Los políticos venezolanos buscan un acercamiento para que las autoridades y entidades de los dos países cooperen y pongan más atención a las familias que buscan a sus desaparecidos.
«Ya no hay excusas, ya están restablecidas las relaciones diplomáticas y consulares; debe haber una coordinación entre la Fiscalía venezolana y la colombiana, entre los organismos de inteligencia y de investigación criminal para darle respuestas a estos familiares que buscan a sus hijos, sobrinos y hermanos», dijo Martínez en una rueda de prensa.
RASTROS PERDIDOS
La frontera estuvo cerrada durante 7 años, entre 2015 y 2022, por decisión del presidente venezolano, Nicolás Maduro, y tras el restablecimiento de las relaciones con Colombia se reabrieron los pasos limítrofes, pero aún así mucha gente sigue circulando por las trochas, controladas por grupos armados ilegales, lo que hace que esta zona sea altamente peligrosa.
Andrés David Laguado desapareció el 19 de septiembre de 2018, a la edad de 23 años, y desde ese día su tía Yolanda Barreto no ha parado su búsqueda.
La mujer recuerda entre lágrimas que Andrés desapareció en la trocha conocida como El Águila, que atraviesa el fronterizo río Táchira, a donde fue con un amigo que días después fue encontrado muerto.
«Recorrimos todas las trochas porque nos dijeron que estaba muerto en una fosa, pero hay muchas otras versiones», dijo Barreto sobre su sobrino, quien también vendía combustible en Cúcuta.
MADRE VENEZOLANA BUSCA A SU HIJO EN COLOMBIA
Su historia es similar a la de Rosa Reyes, una madre venezolana que ya perdió la cuenta de las veces que ha pasado la frontera buscando a su único hijo, Jhaylander Raúl Arévalo, de 23 años, quien viajó en moto desde La Fría (Táchira, Venezuela), a Cúcuta en abril de 2022 para comprar unos repuestos.
«La última vez que se le vio quedó grabado en una cámara entrando a la trocha San Gerardo, pero nunca más se le vio saliendo. Mi hijo era sano y no sé dónde quedó su cuerpo o si está vivo», dijo la señora en medio del llanto.
A la fecha no hay un registro oficial de los desaparecidos en la frontera, pero se dice que son más de mil víctimas de ambos países, razón por la cual el pasado 30 de junio los cancilleres de Colombia, Álvaro Leyva, y de Venezuela, Yvan Gil, al instalar en Bogotá la Comisión de Vecindad e Integración, incluyeron entre sus temas la cooperación en este campo.
En mayo, luego de que el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso revelara que muchos desaparecidos en la zona fueron asesinados, Colombia y Venezuela comenzaron a trabajar en un acuerdo con fines humanitarios para establecer los mecanismos más adecuados y expeditos para la búsqueda, recuperación e identificación de los restos de esas personas.
Geraldine García