La Botica: dio alivio a una población que luego la enterró en las arenas del tiempo

Valera vívida, leída, escuchada y soñada (22)

 

La botica en un principio fue un establecimiento de venta de remedios para curar males, de múltiples variedades. En ella, era posible encontrar toda clase de productos.

Según su concepto, la botica, es un comercio o lugar para la venta y expedición de toda variedad medicinal. Pero con el tiempo ese concepto se amplió cuando la en botica aparte de encontrarse medicinas para una simple fiebre, se le fueron sumando productos como: cremas dentales, jabones, finos perfumes, lociones contra el acné, purgantes, jarabes expectorantes, golosinas, galletas y bebidas gaseosas. De eso y otras más se podía conseguir en dicho establecimiento. Además de medicinas, podían solicitarse recomendaciones para atacar las dolencias más comunes, por esa diversidad, es que se conoció aquella fulana frase que se popularizó y que aún se expresa en la jerga popular como: «De todo como en botica».

Para todos los gustos

 

Entre las boticas famosas de Valera estaban la Botica Valera atendido por doña Pancha de Guerrero, la Haack de Juan Haack, la San Pedro, la Botica de Juan de Dios Lacorte, la Botica del Dr. Arandia, la Botica Cruz Rojas de Luis Tagliaferro; Italiana, la de Mado Guerrero, La Occidental, La Democracia, La Unión, Santa Teresa, son algunos de tantos locales que se dedicaron al expendio y elaboración de fórmulas para todos los gustos.
“Yo recuerdo una con mucho agrado”, nos cuenta Régulo Godoy, “era la Botica de Amado Guerrero, mi mamá trabajó con ellos, Lourdes Sarra de Godoy, eso fue por los años 40 quizás antes, era la cajera y preparaba las fórmulas. No había cajas registradoras y se llevaba la cuenta de forma manual. Fue una botica muy concurrida y siempre se trató con respeto al cliente, como solían hacer todas las boticas de la ciudad. Estuvo ubicada en la avenida 10 con esquina de la calle 12, donde hoy está una famosa zapatería. En la parte alta quedaba la imprenta también de Amado Guerrero, se le conocía como la imprenta de la clandestinidad”, apunta el orgullo del “Bachiller” Régulo Godoy, quien por cierto por esta fecha estuviera cumpliendo 95 años.

Fórmulas famosas

 

Se recuerdan nombres como: Enterovioformo, para la diarrea; Methichol, para el hígado y la sal de Epson. La fórmula Día y Noche para el acné, de las solicitadas por las jóvenes de la época.
Entre las más solicitadas figuró, Ferronikun y la Fitina, eran llamado los grandes reconstituyentes. Otros remedios de gran demanda fueron el Looc aliviaba el pecho, los ungüentos basados en zinc. Eran fórmulas que en su mayoría solían llegar desde Europa, no eran medicamentos patentados, por eso lo médicos se encargaban de recetarlos y los boticarios de prepararlos.

Como para la época había muy pocos médicos, los boticarios se convirtieron en practicantes en favor de aquellas personas que llegaban al recinto en busca de orientación. “Cobraban un bolívar por medicamento y si no tenías dinero igual recibías atención”, nos rememora Yolanda Margarita González, quien recodó fórmulas como: “la cola granulada Astier, la emulsión Keple, además existían unos laxantes que los preparaban los propios boticarios locales, eran muy efectivos, los hacían con aceites y almendras. Preguntaban que le dolía, tomaban la tensión con el pulso y recetaban”.

Se abren paso

 

Para el año de 1868 según certifica La Riva Vale, fue cuando se instala el primer expendio de medicinas, propiedad de Fernando Azuaje, a él le seguiría la Botica de Don Miguel Ordóñez, luego cambió de razón social y pasó a ser Munck Van Dissel& Co., de la cual se hizo cargo Don Juan Haack, un alemán que echaría raíces en Valera desde 1870 y que gracias a su simpatía y honestidad se ganó el apreció, cariño y respeto de los de esa época, hombre de correcto proceder, con alto nivel de caridad, de gran cooperación en todo y cuanto propendiera al adelanto de la ciudad y sus pobladores.

Mientras que el Dr. Paulo Emilio Febres Cordero, permaneció junto a los Tagliaferro, hasta muy avanzado el siglo XX. La Botica de don Juan Haack, se denominó Farmacia Haack y llegó a ser una de las más antiguas de Valera. Para el año de 1869 se establecería otra botica, bajo la firma de Adrianza Hermanos. La de Munck, Van Dissel& Co, más tarde en 1894 pasó a ser propiedad de don Juan Haack con el nombre de Botica Juan Haack y luego Farmacia Haack. Otro nombres que las crónicas antañas guardan en sus amarillentas páginas es, el doctor Basilio Iñíguez, establece varias boticas en esos años. Del mismo modo aparecen: Puchi, Fonseca & Hermanos; en 1889 se abrió al público la Botica Nueva de Dagnino.

Quedó escrito

 

El cronista Juan de Dios Sánchez, en una entrevista concedida al Diario El Tiempo, recordaba cosas que hacía ochenta años atrás en su juventud cuando era un trabajador de una de las boticas de Valera.

En su relato Don Juan de Dios decía que en Valera y todo Trujillo se prevenía de la tisis con la llamada Emulsión Llanera o de la tosferina con el Pectoral del Carmen, mientras que era un verdadero acierto usar Ungüento Vaporoso para descongestionar o el Dioxogen poderoso germicida. “No dejé nunca de recomendar a la gente medicinas como la Sal de Naranja y una sal hepática contra las toxinas, el Licor Pectoral y el Pectosan que aliviaban el catarro y la gripe, siempre vendí la Bromo quinina que se recetaba contra laxante, pero que curaba todas las enfermedades respiratorias. Era muy popular la Sanarina para niños, ancianos y convalecientes y
recuerdo dos medicamentos muy solicitados, la Bioglobina y el Sterogil, ambos una especie de suplemento alimenticio de gran calidad”. (12 de Abril del 2010. Diario El Tiempo).
Juan de Dios Sánchez era autor de la crónica Venezuela Día a Día, fue considerado el más completo recopilador del diario acontecer nacional. Falleció en 2014 a causa de un ACV.

 

El epicentro

En Valera la ubicación de estos negocios eran las adyacencias del centro. Inicialmente se vendían «menjunjes» elaborados por los encargados.

 

 

Repensar
a Valera es…

Saber que, las boticas eran además de centros de salud, centros de cultura. En sus locales se organizaban las tertulias de los pueblos, entre pócimas, embudos, morteros, pipetas, pinceles, frascos, filtros y todo tipo de recipientes. Por ahí, seguramente hay muchos farmacéuticos de los viejos con la voluntad y la proximidad de los boticarios. La botica, en el fondo, no ha desaparecido, sólo ha cambiado de nombre. Hoy en las farmacias se vende “de todo como en la botica”.

 

 

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