Isaías A. Márquez Díaz
Aun cuando el proceso de auditoría que se adelanta en PDVSA debido a presuntas irregularidades detectadas en la cadena de comercialización que conllevan acciones fraudulentas contra nuestra estatal resulten aunque no oportunas porque el daño, llámese delito, ha sido consumado, y quizá hasta de impacto geopolítico por los retrasos que se está generando en la salida de buques con crudo, además de otros a la espera para cargar, se hace de consideración muy especial el proceso de objetividad que debe caracterizar a los auditores en virtud de que por tales retrasos, podríamos perder mercado no sabemos hasta cuál extremo significativo o no puesto que hay competidores, tales como Rusia y China, con mayores y mejores equipamiento de unidades para el trasporte de crudo, que bien podría procederse a una revisión puertas abiertas, a manera de un control previo, sin entorpecimiento de las actividades de exportación, mientras se efectúa la comprobación respectiva, quizá agilizable mediante la tecnología disponible instalada, a objeto de no perder mercado alguno, ni siquiera momentáneamente, que aun así, las pérdidas podrían ser ingentes e irrecuperables porque el mercado es muy dinámico y hasta inestable ocasionalmente.
Es innegable que en Pdvsa hubo corrupción tiempo atrás; recordemos, nada más, el caso de los petroespías durante 1982, enquistados en la extinta Maraven S. A., cuando su presidente consignó la denuncia respectiva ante PTJ (hoy, CICPC).
Ha ocurrido, de siempre, la confianza excesiva en una amistad antigua por nexos fundamentados en la lucha política, actividades comerciales, compañeros de curso y hasta de actividades laborales, que bajo tales experiencias se confían responsabilidades de cierta envergadura. Pero, el abuso de confianza jamás ceja aun en casi toda actividad confiada a individuos fiables aparentemente.
Ínterin, y quizá bajo una actitud estalinista, el PCV pide que en las investigaciones sobre corrupción se incluya al presidente Nicolás Maduro.