Caracas, 19 oct (EFE).- Luego de que le diagnosticaron cáncer de mama, Alida Arteaga, de 40 años, buscó atención en varios hospitales de Caracas, pero en ninguno la recibieron. Así estuvo durante un año, tiempo durante el cual el estado de su seno izquierdo empeoró hasta romperse.
Estaba en su casa. Una vecina consiguió que una ambulancia la trasladara de emergencia a un hospital, pero no la atendieron, como tampoco en los otros dos a los que fue, según relató Arteaga a EFE. Y a la cuarta fue la vencida: la recibieron en un centro de salud cercano a su casa.
«Tenía el seno horrible, me creció, estaba enorme, una vecina me consiguió una ambulancia y me llevaron a tres hospitales, pero me decían que no me podían atender. Fue muy fuerte. Si no hubiese sido por la ayuda que recibí, yo digo que, quizás, ya hubiese muerto», dijo.
Gracias al apoyo de una fundación y una organización, pudo finalmente ser atendida por un doctor, quien la remitió a un hospital y le prescribió cuatro ciclos de quimioterapia, de los cuales el primero lo recibió el pasado septiembre, 16 meses después del diagnóstico, en mayo de 2021.
SISTEMA PÚBLICO CON CARENCIAS
Según dijo a EFE la gerente de la ONG SenosAyuda, Nancy Cardozo, el cáncer de mama es curable en un 80 % de los casos si se detecta y se trata a tiempo.
Sin embargo, en Venezuela, la lucha contra el cáncer de mama, que se conmemora este miércoles en todo el mundo, se enfrenta a carencias y retrasos en el sistema público y al alto costo de medicamentos y servicios clínicos.
«La situación es bastante complicada. Usualmente (las pacientes) empiezan por cirugía, y una cirugía en el sector público (…) tiene listas de espera de más de un año, (…) los médicos están tratando de hacer un esfuerzo para ayudar porque el cáncer no se para, el cáncer sigue avanzando», explicó.
Afirmó que la «carencia» existe en toda la cadena, desde la detección hasta el tratamiento, en mayor o menor medida, dependiendo del tipo de cáncer y, sobre todo, de la zona del país, siendo la capital la que cuenta con «mayores recursos».
Estos problemas, advirtió Cardozo, tienen un alto riesgo: la reducción de las probabilidades de sobrevivencia.
Proyecciones de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela (SAV) muestran que, al menos, 3.128 pacientes de cáncer de mama fallecieron en 2021, un 5 % más que en 2020, cuando murieron 2.970 mujeres.
Según Cardozo, quien señaló que no existen cifras oficiales actualizadas, la atención mejorará si se hace un censo para saber cuántas pacientes hay y en qué parte del territorio, con lo que se podrá determinar, de manera más eficiente, qué tratamiento necesitan y a donde las pueden remitir.
El Ministerio de Salud informó recientemente que, junto con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), realizará mamografías, biopsias y, por último, «un censo de las personas que lo padecen».
SOLIDARIDAD
Si bien por un lado Arteaga agradece recibir finalmente la quimioterapia, por el otro se enfrenta al precio de los medicamentos, que asume ella misma. Un ciclo, que debe recibir cada tres semanas, cuesta 150 dólares, costo que supera sus capacidades.
«Hemos tenido que vender algunas cositas porque, con mi enfermedad, él (esposo) no ha podido seguir trabajando. Él es el que me atiende», agregó Arteaga, quien también ha pedido ayuda a familiares, amigos y desconocidos mediante redes sociales.
Por su parte, Yauris Quintana, paciente recuperada de 39 años, siente que puede contar su historia gracias, en buena medida, a la solidaridad de familiares, amigos, colegas y vecinos desde que fue diagnosticada, en agosto de 2018.
«Gracias a Dios tengo una cantidad de amigos y gente que de verdad no sabía que me apreciaban tanto y que me tenían tanta estima que casi que toda la comunidad (…) me ayudó muchísimo», aseguró a EFE Quintana, quien, pudo operarse y recibir la quimioterapia y radioterapia en el sistema privado.
Pero algunos medicamentos tuvo que buscarlos en las farmacias del Seguro Social, donde se encontró con una intermitencia en el suministro, lo que hace que las pacientes tengan que volver, al menos, una vez a la semana, sin la garantía de que, finalmente, hayan llegado.
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