Por Mabel Sarmiento
Caracas. Con un turbante blanco que le envolvía la cabeza y con una mirada nostálgica, Norkis Vallenilla, de 42 años de edad, escuchaba atentamente el testimonio de otra sobreviviente de cáncer de mama. Se le sentó al lado y con un gesto de solidaridad le agarró un brazo.
Su acción, más que un apoyo para su compañera, es en sí su propio bastón. Desde que Norkis recibió el diagnóstico de cáncer de mama, en septiembre de 2021, quedó conmocionada y sola: su esposo la dejó y sus dos hijas, de 24 y 12 años de edad, se fueron con él.
Aunque no siente pena al hablar de su vida personal, a Norkis se le quebró la voz cuando contó eso y –de inmediato– las lágrimas recorrieron su cara.
Es un dolor fuerte verse sola con una enfermedad crónica asociada con la muerte. Sufrir los síntomas desagradables de ocho quimioterapias y no tener esa mano al lado que le sobe su frente, quien le pase un vaso de agua, o esa voz que la saque de la fatiga y el desánimo con un: estoy aquí contigo. Para ella es una cruz muy pesada a cuestas.
“Pero tengo la fuerza que necesito para salir adelante. Tengo fe”, decía mientras se secaba las lágrimas. Solo ella, en ese momento, sabe los pensamientos que invaden su mente y doblegan su corazón. “Gracias a Dios tengo el apoyo de otros familiares y de gente amiga”.
Norkis, quien nació en Cumaná, estado Sucre, actualmente no trabaja. Esa situación empeora su condición, porque la patología demanda exámenes, tratamientos y una buena alimentación a seguir. Continuará la lucha con Dios al lado. “Mi hermana y mi sobrino me ayudan con esto”.
El 19 de octubre de cada año se conmemora el Día Internacional de Lucha contra el Cáncer de Mama. El objetivo es sensibilizar a la población con un mensaje clave: la importancia de la detección precoz, a fin de mejorar el pronóstico y la supervivencia de los casos, lo cual aún es la piedra angular de la lucha contra esta enfermedad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Alta incidencia de casos
90 % de las tumoraciones detectadas en una mama son benignas, dijo el doctor Juan Saavedra, gerente general de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela (SAV).
Sin embargo, en 2011 murieron por este tipo de cáncer 3128 mujeres, una tasa de 15,50 por cada 100.000 habitantes. Fueron nueve personas por día, 886 tenían entre 55 y 64 años de edad, y 748 entre 45 y 54 años. Una población activa, productiva, mujeres mamás, empleadas, hermanas, esposas, hijas, amigas a quienes se llevó el cáncer.
Las causas de sus decesos pudieron ser la falta de un diagnóstico temprano, la escasez de tratamientos o no llegar a una cirugía. Incluso por deprimirse, por sufrir y pasar la enfermedad solas.
El cáncer de mama también afecta la salud mental, puesto que se experimentan cambios significativos en el ámbito emocional. Sentimientos de miedo, negación, ansiedad y depresión, suelen ser los más comunes.
Señaló la psiquiatra Susana Arocha, también especialista de la SAV, que con la palabra cáncer se piensa en el dolor y la muerte. “La depresión y la ansiedad comparten síntomas físicos con el cáncer como fatiga, falta de sueño y disminución del apetito, lo que puede dificultar el reconocimiento de los problemas de salud mental”.
Por eso, sostuvo, el médico oncólogo tratante no debe esperar a que la paciente se deprima. “Desde el mismo momento del diagnóstico, cuando recibe el impacto de la mala noticia, el psiquiatra o el psicólogo clínico deben dar apoyo, incluso a la familia”.
Este es un proceso requerido a lo largo de las diferentes etapas del cáncer que permitirá, con el uso de las herramientas adecuadas, enfrentar todo lo que viene.
El cáncer de mama es el más frecuente y la causa de muerte más común en mujeres en el mundo. Los datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) evidencian que este tipo de cáncer es el que genera más años de incapacidad en mujeres. La carga de enfermedad que representa es desproporcionadamente mayor en los países en vías de desarrollo, donde la mayoría de los fallecimientos ocurren prematuramente, en mujeres menores de 70 años.
La aceptación y la negación
Cuando Norkis llegó al oncológico Luis Razetti sabía que no todo estaba bien. Le dolía el brazo derecho, ya se había palpado el seno y notaba irregularidades.
En parte tenía nociones vagas de lo que estaba por confirmarse. No obstante, al igual que al resto de las mamás con patologías crónicas, ese temor de no estar para su familia le generó ansiedad.
Sensación que también sintió su compañera de enfermedad María Martínez, de 70 años de edad, madre de cinco hijos y a quien, en enero de 2022, le llegó la sorpresa de una tumoración maligna en uno de sus senos.
“Mi hija me ha acompañado todo este tiempo, los otros han podido venir a verme desde Güiria. Trato de ser fuerte y en el día solo pido que llegue la noche para poder llorar. Mi hija no permite que me quiebre, por eso aprovecho para desahogarme cuando todos duermen”, contó con resignación.
Afortunadamente, tanto a Norkis como a María les dieron un diagnóstico temprano, que es lo que va a garantizarles una sobrevida con calidad. No obstante, sus mentes se agotan de tanto pensar y se nublan de tristezas, pues el cáncer mina todo: lo físico, lo mental y lo espiritual.
“Unas están preocupadas porque van a perder el seno, porque va a darse un cambio en su físico, otras se angustian por el futuro de sus hijos y se preguntan con quién se van a quedar, algunas se agobian por el tema económico. También está la edad, si son jóvenes es otro impacto pues están en pleno desarrollo. Igual las creencias, si tienen fe o no, son elementos que están presente y el apoyo de la familia que es fundamental en estos casos”, comentó la psiquiatra.
El acceso a la información es lo primordial, “porque no es lo mismo que te digan eso lo vamos a operar y a sacar completico, a que te den toda la información negativa primero. Eso sin lugar a dudas genera depresión. Con el cáncer siempre hay experiencias y antecedentes cercanos, pero es muy personal e individual como lo tome cada individuo”, destacó Arocha.
En estos cuadros crónicos lo que más se ve en las consultas es depresión y/o ansiedad y muchas veces las dos condiciones.
“En el momento en el que alguien sabe que tiene cáncer no solo tiene miedo a la muerte, sino también al tratamiento, a las recaídas. Por eso se debe hacer en acompañamiento, pues la depresión va a evolucionar con el cáncer, las personas se ven desesperadas y pueden llegar al suicidio”, dijo.
La dificultad es que contar con esa especialidad en la red asistencia pública es muy difícil o precario. Hay servicios en los hospitales Vargas, Clínico Universitario y en el José Gregorio Hernández, de Los Magallanes de Catia. También en el Seguro Social de Sebucán. Lo ideal sería que en cada unidad oncológica se preste la ayuda psicológica desde el día uno, pues hay síntomas propios de la enfermedad y los asociados a la salud mental.
Arocha recomendó, en este punto, que atender estos cuadros o trastornos emocionales mejora de las tasas de supervivencia.
La Iniciativa Mundial contra el Cáncer de Mama de la OMS tiene como objetivo reducir la mortalidad mundial en 2,5 % por año, para evitar así 2,5 millones de muertes prematuras por esta enfermedad, entre 2020 y 2040, en mujeres menores de 70 años.
Qué hacer tras el diagnóstico de cáncer de mama:
- Aclarar todas las dudas con el médico oncólogo
- Saber que, depende del caso, la patología ya no representa muerte
- No enfrentar solos la enfermedad
- Hablar de sus sentimientos con personas de confianza y no ocultar la enfermedad
- Buscar ayuda profesional si se presentan alteraciones a nivel del apetito, sueño u humor
Seguir, en la medida de lo posible, con las rutinas, el trabajo, el ejercicio. No abandonar la recreación.
De acuerdo con la OPS, los cuidados paliativos, y de apoyo, ayudan a mejorar la calidad de vida de las pacientes y sus familias y también pueden influir positivamente en el curso de la enfermedad, con el objetivo de satisfacer las necesidades de atención de apoyo, psicosociales y espirituales de las pacientes.
Fuente. Crónica Uno
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