La locura total ha invadido a muchos en este país. ¿Cuántos? No sé, pero entre la gente que conozco, los que veo por TV declarando y los que me encuentro en esta red, son unos cuantos. Y no me refiero a quienes se hacen los locos, pues estos son realmente actores del teatro politiquero existente, que lo que buscan es manipular a quienes se dejen; me refiero a quienes están convencidos de las locuras que afirman. Recientemente escuché a uno de los ministruchos del régimen, uno más de los tantos mediocres que han pasado por el gobierno en todos estos años, y sus afirmaciones son propias de un chiflado que vive ajeno a la realidad o de un provocador mercenario. Decir que los venezolanos hoy viven bien es un acto de cinismo, de ignorancia o de locura. Con seguridad él vive bien, pues ha estado enchufado por más de 20 años y allí sigue.
Pero la locura a que me refiero es la de la gente común. La del vecino, el amigo, el familiar, cuyo raciocinio parece haberse perdido. La ceguera es de tal magnitud que no pueden ver la realidad, a pesar de ser ésta más que evidente. No entienden, por ejemplo, que las sanciones impuestas a Venezuela por EEUU agravan la situación ya crítica que vive la población. Cuando se les toca el tema, inmediatamente contestan que los responsables de la crisis son Chávez y Maduro, algo que todo el mundo sabe pero que no es el tema de discusión. O responden defensivamente que la crisis existe desde antes de las sanciones, lo cual también se sabe pero tampoco es el tema que se quiere tratar.
La situación de miseria y deterioro general actual por supuesto que es muy anterior a las sanciones. Tampoco es consecuencia de la guerra económica, como los “aventajados” oficialistas han querido siempre hacer creer. Pero ese deterioro es incrementado por las sanciones, las cuales no afectan sólo a Maduro y su combo. A Maduro sólo lo afectaría que el empeoramiento de la situación de la gente la lleve a protagonizar una insurrección popular. O que la FANB, ante el drama evidente, decida ponerle término al nefasto gobierno actual. Y eso es lo que buscan las sanciones. Ya no es una visa que se le quita a un funcionario y a sus familiares, ya no es el congelamiento de unos fondos de cuentas reales o ficticias de personeros del gobierno, ni la colocación de sus nombres en listas creadas de narcotraficantes o terroristas.
Se persigue que la miseria se profundice y se extienda, para generar una inestabilidad social y política que termine con la caída de Maduro. Luego, las sanciones sí son contra todos nosotros y empeorarán nuestras condiciones de vida. Quienes necesiten medicinas, que comenzaron a conseguirse aunque a precios muy elevados, ahora no las encontrarán y las que se consigan serán todavía mucho más caras. Ese efecto de las sanciones es contra la población, no contra Maduro y su gente, a quienes no les faltará ninguna medicina. Hay que ser masoquista para aceptar con alegría que nos impongan sanciones que tienen estos efectos. Que unos diputados de la AN festejen la extensión reciente de las sanciones, significa que son masoquistas, esquizofrénicos o que simplemente no se verán afectados por las mismas. Y eso que no cobran sus sueldos, según han denunciado.