Belgrado, 13 feb (EFE).- Los kosovares eligen mañana a un nuevo Parlamento en unas elecciones anticipadas en las que la pandemia se ha sumado a la crónica inestabilidad política (cinco elecciones en 10 años), económica (50 % de paro juvenil) y al estancado conflicto con Serbia, de la que se independizó unilateralmente en 2008.
Los sondeos prevén una rotunda victoria de Autodeterminación (Vetevendosje), liderado por el popular Albin Kurti, un ultranacionalista albanokosovar de izquierdas que ya ganó los comicios de 2019, pero que fue apartado del poder por una moción de censura tras sólo 51 días de Gobierno.
¿QUIÉN COMPITE?
Un total de 28 partidos y coaliciones aspiran a entrar en el Parlamento de 120 escaños, de los que 20 están reservados para los serbios y otras minorías en un país en que la mayoría de los habitantes son albaneses étnicos.
Los sondeos de opinión dan a Autodeterminación entre el 41 % y el 51 % de los apoyos, el doble que en 2019.
Muy por detrás, con el 22 %, aparece el Partido Democrático de Kosovo, surgido de la guerrilla secesionista que luchó contra Serbia a finales de la década de 1990, y que estuvo ininterrumpidamente en el Gobierno hasta la victoria de Kurti.
Tercero sería la Liga Democrática de Kosovo (LDK) con el 19 %, actualmente en el Gobierno, y se espera que también entre en el Parlamento, con el 8 % de los votos, la nacionalista Alianza para el Futuro de Kosovo, otro partido de exguerrilleros.
INESTABILIDAD POLÍTICA
En 2020 cayeron dos Gobiernos, el de Kurti en marzo, por una moción de censura presentada por la LDK, su entonces aliado de coalición, por los desacuerdos sobre la gestión de la pandemia y por el enfoque del diálogo con Serbia.
Nueve meses después cayó el Ejecutivo de Avdullah Hoti, de la LDK, tras dictaminar el Tribunal Constitucional que su elección por el Parlamento fue ilegal, al participar en la votación un diputado que había perdido su condición de parlamentario por fraude.
Hoti aspira a un nuevo mandato como candidato de la LDK.
El aspirante a primer ministro de la PDK es Enver Hoxhaj, que encabeza el partido desde noviembre pasado, cuando su líder, un comandante exguerrillero, fue acusado de crímenes de guerra.
DECEPCIÓN CIUDADANA
La constante inestabilidad política hace que la antigua provincia serbia esté permanentemente en campaña electoral, en la que se suceden las promesas incumplidas de mejoras económicas, aumento de salarios y creación de empleo.
La ilusión creada por la declaración de independencia ha quedado frustrada: una de cada tres kosovares no tiene empleo y el paro juvenil supera el 50 %, en un país donde la edad media es 30 años.
La emigración es tan masiva que las remesas que los kosovares en el extranjero mandan a casa suponen el 15 % del producto interior bruto (PIB) del país. Y eso pese a que los kosovares son los únicos ciudadanos de los Balcanes que aún precisan de visado para viajar a la Unión Europea (UE).
La pandemia ha desestabilizado aún más la maltrecha economía, con una contracción del 8 % en 2020.
VIEJA POLÍTICA Y NUEVAS PROMESAS
Muchos ciudadanos, sobre todo los jóvenes, culpan de la falta de progreso a la vieja elite política surgida, en gran parte, de la guerrilla, a la que acusan de haber fomentado el nepotismo, la corrupción y el crimen organizado.
Ven en Kurti y en Autodeterminación una oportunidad para empezar de nuevo, algo que el líder ultranacionalista refuerza al presentar estas elecciones como «un referéndum sobre los cambios».
Muchos kosovares consideran que la caída de su Gobierno fue una injusta manipulación política de la vieja guardia, y el propio Kurti pide una participación masiva para lograr la mayoría absoluta y protegerse de los nuevos intentos de apartarlo del poder que muchos analistas y expertos vaticinan van a producirse.
DIALOGO CON SERBIA
El diálogo, bajo mediación de la UE, para normalizar las relaciones con Serbia y lograr un acuerdo vinculante es un gran reto para Kosovo.
No es sólo una condición crucial para un posible futuro acercamiento de ambos países al club comunitario, sino también para mejorar la vida diaria de la gente en temas como el suministro de energía, las comunicaciones o el movimiento de mercancías y personas.
El proceso, iniciado en 2011 y que en 2013 logró unos primeros acuerdos importantes, es lento y difícil y ha quedado interrumpido en varias ocasiones.
El propio Kurti, que no abandona su idea de una unión de Kosovo con Albania, mantiene una dura postura ante Belgrado y rechaza, por ejemplo, dar algún tipo de autonomía a los serbios que aún viven en el país.
El pasado septiembre, Kosovo y Serbia firmaron, esta vez bajo auspicio de Estados Unidos, un acuerdo para la normalización económica.
Snezana Stanojevic