Leópolis (Ucrania), 26 ago (EFE).- El gobierno ucraniano criticó este viernes a las empresas que, como la petrolera francesa TotalEnergies, mantienen su negocio en Rusia pese a las sanciones de Occidente contra Moscú por la invasión de Ucrania.
El ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba, afirmó que actitudes como la de la empresa gala «contribuyen al asesinato de ucranianos y a la ruina de nuestras ciudades», después de que un grupo de ONG de Ucrania asegurara que más de mil empresas occidentales se mantienen en Rusia pese a los llamamientos a abandonar ese país.
Kuleva hizo esta afirmación en Twitter -afirmó que se trata de una «desgracia para Francia» – después de conocerse las revelaciones de la ONG Global Witness y el diario francés Le Monde sobre el suministro de combustible para aviones de guerra rusos desde un yacimiento siberiano de gas parcialmente propiedad de la multinacional gala.
TotalEnergies, por su parte, aseguró en marzo pasado que sus operaciones de riesgo compartido «están completamente desvinculadas de las operaciones militares de Rusia en Ucrania».
La petrolera francesa es solo una de las 1.227 grandes empresas internacionales que siguen operando en Rusia seis meses después de que comenzara la invasión de Ucrania a gran escala, según el Instituto KSE.
Esta entidad, junto con otras 28 ONG ucranianas e internacionales, incluida Global Witness, ha creado «Business for Ukraine» (B4Ukraine) una plataforma para intentar convencer a esas empresas de que dejen Rusia lo antes posible y dejen de financiar indirectamente la invasión rusa de Ucrania.
La coalición de ONG espera de ese modo ayudar a que termine la guerra, restaurar un orden internacional basado en las reglas y desincentivar futuros actos de agresión contra estados soberanos.
Sus portavoces dijeron a Efe que Rusia gasta unos mil millones de dólares (casi mil millones de euros) cada dos días y que ya el 43 % del presupuesto militar ruso queda cubierto por los impuestos empresariales. Aseguran que las empresas extranjeras son grandes contribuyentes y aportan impuestos por sus cerca de 545.000 empleados en Rusia.
«Aunque no compren nuevo armamento o munición, hacen posible la producción de Tornado o Grad (armas de fabricación rusa) y financian a las tropas que cometen atrocidades en Ucrania», añadió a Efe el servicio de prensa de B4Ukraine.
La renuencia de algunas empresas, como Nestlé, Merto o Auchan, a abandonar el mercado ruso generó fricciones con sus empleados en Ucrania que no consideran adecuada la respuesta de sus centrales al conflicto.
Uno de los casos más destacados es el de Leroy Merlin, la cadena de tiendas de bricolaje propiedad de la familia Mulliez, que también es propietaria de Auchan. Un ataque ruso en marzo destruyó una de sus tiendas ucranianas en Kiev y mató a un guarda de seguridad.
La empresa mantuvo la mayoría de su actividad en Rusia y su principal responsable, Philippe Zimmermann, dijo entonces a los empleados que no había razón «para dejar de ser útiles a los rusos que necesitan reparar, aislar, asegurar, proteger e iluminar sus hogares».
Anatoliy Zelinkyy, de la filial ucraniana de la empresa, denunció públicamente esa decisión y se vio excluido de la mayoría de los canales de comunicación internos y externos como Instagram y Facebook. Dijo a Efe que la situación no cambió en agosto y que el personal ucraniano espera respuesta sobre los planes futuros de la multinacional en Ucrania.
Mientras los propietarios de Auchan y Leroy Merlin al menos explicaron la decisión de permanecer en Rusia, la mayoría de las empresas que también se quedan prefieren no abordar este asunto en público.
«Mientras los ucranianos viven en una constante amenaza de muerte diaria parece que las empresas internacionales ya han dejado atrás la guerra», dijo Nataliia Popovych, fundadora de las ONG One Philosophy y WeAreUkraine.info, tal como indica el sitio de la plataforma.
La coalición de ONG dice que descubrió que solo 2 de cada 10 empresas se refirieron públicamente al asunto y 1 de cada 10 dieron alguna explicación sobre las razones por las cuales siguen en Rusia.
En sus explicaciones, a menudo tras críticas directas de sus empleados o socios ucranianos, las multinacionales normalmente aludieron a razones como la necesidad de proveer suministros básicos, cumplir contratos ya firmados o proteger a sus empleados rusos, así como limitaciones legales a su salida.
El grupo de ONG considera que esos argumentos suelen ser muy vagos o incorrectos, como en el caso de la farmacéutica y biotecnológica alemana Bayer, que manifestó que limitaba sus operaciones pero que continuaba en Rusia para suministrar bienes esenciales.
El análisis de los productos que vende en Rusia revela que muchos de ellos en realidad no lo son, según las ONG, que animan a las empresas a tener más en cuenta criterios de derechos humanos.
«La única forma de que los derechos humanos de los rusos y de quienes viven en los territorios ocupados se respeten es que esta guerra acabe», declaró por su parte la exministra de Finanzas Natalie Jaresko en el lanzamiento de la plataforma de la ONG.
En ese acto Jaresko añadió que quitarle temporalmente el dinero al Gobierno ruso es un paso clave para que la guerra acabe.
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