El psicólogo israelita-norteamericano Daniel Kahneman (nac. 1934, Tel Aviv) que compartió el Premio Nobel de Economía en 2002, publicó en 2011 su famosa obra: ‘Pensamiento Rápido y Pensamiento Lento, que ha sido sumamente elogiada y se considera que va a marcar un hito en la historia de la psicología y en general en la historia del pensamiento.
La parte quinta del libro se titula: ‘Dos Yo’ y en ella refiere que hay dos ‘yo’: El ‘yo que siente una experiencia’ y el ‘yo que recuerda’ (Pág. 381). El ‘yo que siente’ se limita a registrar la experiencia de un instante presente como placentero, desagradable o indiferente, mientras el ‘yo que recuerda’, integra esos momentos de cada instante en una narrativa.
Kahneman hizo experimentos muy ilustrativos sobre ambos tipos de ‘Yo’ con pacientes que fueron sometidos a una dolorosa colonoscopia. Lo que encontró fue sorprendente: Es posible que los pacientes recuerden una experiencia como menos dolorosa aunque en total se les cause más dolor. Veamos cómo lo descubrió. A medida que se les hacía la colonoscopia, se les pedía que evaluaran el dolor que sentían en una escala del 1 al 10 y que lo hicieran a intervalos regulares. Al final de la colonoscopia se les pedía a los pacientes que evaluaran de una manera global cuán dolorosa había sido esa colonoscopia. En el caso de que el ‘yo que recuerda’ perciba el dolor igual que el ‘yo que siente’, la evaluación global del ‘yo que recuerda’ debería ‘sumar’ todo lo que el ‘yo que siente’ expresó durante la colonoscopia. Pero de manera sorprendente no ocurre así. El ‘yo que recuerda’ da mucha más importancia a la manera en que termina la experiencia que a la manera en que comienza o al momento intermedio de ella. Entonces, si el final de la experiencia es muy doloroso, el ‘yo que recuerda’ evaluará de manera global esa colonoscopia como algo muy malo. No obstante, si a ese final doloroso de la colonoscopia se le agrega otro rato que sea menos doloroso, entonces el ‘yo que recuerda’ evalúa de manera global la colonoscopia como algo menos doloroso, aunque en realidad se le agregó al final más dolor en forma menos dolorosa. Es decir, aunque el total de dolor fue mayor, el paciente construyó una narrativa más agradable de la experiencia que finalizó más felizmente (Págs. 378-381).
Los estudios de Kahneman tienen enormes implicaciones en muchos aspectos de la vida y la política. Imaginemos dos situaciones. En la primera situación, durante años en un país una población sufre muchas carencias y tiene que estar durante horas en filas de personas para poder adquirir unos pocos productos. En la segunda situación, también sufre la misma mala situación durante el mismo número de años, pero durante los meses siguientes, aunque sigue sufriendo carencias, ya mejora algo el abastecimiento. En total, en la segunda situación hubo más sufrimiento que en la primera situación, pero a pesar de eso, el ‘yo que recuerda’ podría tener mejor apreciación de un gobierno que en la primera situación. Por otra parte, imaginemos que en la segunda situación ese gobierno además reparte dádivas en esos meses. Entonces el ‘yo que recuerda’ podría tener una apreciación más favorable hacia ese gobierno, porque los años de horribles penurias quedarían compensados en la narrativa construida.
En estos casos hipotéticos también debería intervenir la solidez de valores morales: Cuando hay valores no se debería olvidar lo malo vivido. ¡Pero los estudios de Kahneman ilustran la psicología humana!