Uno de los personajes más queridos y emblemáticos en la historia de Diario de Los Andes, empresa a la que consideró como un segundo hogar y en la que transcurrió buena parte de los momentos más brillantes de su trayectoria profesional, dedicándoles más de 20 años de vida.
La capacidad de entrega del Chino era más que admirable, siempre estaba listo, al pie del cañón, un periodista multifacético que destacó en todos los roles que le tocó desempeñar en esta casa editorial.
Aquí se fueron encaneciendo sus cabellos, y con la llegada de la madurez, el Chino adquirió una sabiduría que fue muy bien aprovechada por todos quienes fueron sus compañeros y amigos, pues este amable hombre, era el indicado a la hora de buscar el mejor de los consejos ante cualquier situación, bien fuera de carácter profesional o personal.
Con el mismo amor con que sacó adelante su hogar y su familia, con ese mismo amor se dedicó a su trabajo, prodigando su trato afable y su anecdotario de vivencias por todos los espacios del DLA.
En la redacción de Diario de Los Andes, de él se destacaría su visión en todos los campos, ya que supo estar por encima de tendencias sociales y políticas para llevar más alto la profesión periodística. Era moderno, rompía con los esquemas cuando debía hacerlo, a pesar de ser un periodista muy tradicional, pero su capacidad visionaria se lo permitía. En la memoria colectiva sigue estando presente su sello.
En el mundo del periodismo era un top, una persona a la que tenemos que rendir homenaje y a la que tenemos que recordar como ejemplo.
El Chino era una persona que tenía una mente muy abierta, en constante búsqueda de nuevas formas de hacer un mejor periodismo.
Trabajó desde el primer momento, junto con otros destacados profesionales, en defensa del ejercicio libre del periodismo. Un periodismo que siempre quiso basar en la veracidad, el rigor, la independencia y la pluralidad
Desde la época de la AVP
Al Chino Urdaneta se le recuerda desde sus años mozos cuando formó parte de aquella vieja guardia de la AVP que nunca muere y que se asentó en plena dictadura de Marcos Pérez Jiménez, desde aquellos años agrupó a nombres como: Joaquín Delgado, Rafael Burgos del Moral, Carlos J. Paredes, J. Azarías Rivas, Guillermo Montilla, Luis Gonzaga Matheus, Luis González, Andrés Atilio Miliani, Ramón Cruz Galíndez, Rafael Ángel Lujano, Alfonso Toledo, Padre Juan de Dios Andrade, Pedro Malavé Coll, Luis Mazarri, Antonio Pérez Carmona, Ramón Azuaje, Honoré Solarte, Lourdes Dubuc de Isea, Régulo Jiménez, Rodolfo Zambrano, Manuel Acevedo Rivas, Raúl Díaz Castañeda, Eduardo Viloria, Germán González, Francisco Graterol Vargas, Ramón Rivas Sáez, Cornelio Viloria, Guillermo Torres, Guillermo Bracamonte, Gilberto Matheus entre muchos otros.
Profesionalismo de altura
Con el Chino Urdaneta compartimos en Diario de Los Andes desde el año 1993 hasta sus últimos días, y con propiedad podemos dar fe de su profesionalismo, de su don de buena gente, fueron algunas de las características que acompañaron su personalidad.
Con sus virtudes y defectos, se ganó el aprecio y cariño de todos, no solo como jefe, también fue compañero, amigo y padre consejero de una redacción joven de la cual él era junto a Andrés Miliani y Eduardo Viloria los más experimentados del grupo, en lo que fue la recta final de su exitosa carrera, hablamos del periodo entre 1996 y 2002 cuando junto a Layisse Cuenca asumió la dirección del periódico, un yunta exitosa y de grandes logros, donde se hizo mucho, muchísimo con muy poco. Gracias a su experiencia se salió adelante en momentos difíciles y álgidos. Fue el gran maestro de esa camada de jóvenes.
Entregado a su familia
En lo personal podemos dar fe que, fue un hombre entregado y de amor profundo por su familia, por su esposa e hijos, por ellos se desvivía y a quienes trató siempre de brindarles lo mejor, no solo en lo material, también en la educación, en la enseñanza de valores y principios. Se ganó el respeto y admiración de todos.
El Chino Urdaneta aparentaba ser un hombre de carácter recio, con los años algo refunfuñón, pero al mismo tiempo muy jovial, en el fondo muy sensible, de un amplio corazón.
Hoy al conmemorase el 16 aniversario de su irreparable pérdida, le seguimos recordando, su espíritu aún se percibe en los espacios de esta redacción, su casa por siempre.