Bangkok, 24 jun (EFE).- Julian Assange, fundador de WikiLeaks, mantiene una vida discreta en Australia un año después de haber recuperado la libertad, durante el que ha hecho escasas apariciones públicas, entre ellas en Cannes y en el funeral del papa Francisco, tras haber llegado a un acuerdo con la Justicia de Estados Unidos.
El activista, que a su regreso a Australia pidió un tiempo para recuperarse, guarda en general un perfil bajo, y ha sido su esposa, Stella Assange, su principal portavoz y quien ha publicado de forma esporádica comentarios e imágenes en las redes sociales sobre la vida familiar.
«Han pasado 365 días, pero estamos a años luz de distancia de la prisión de Belmarsh», dijo hoy la mujer de Assange, nacido en Townsville (Australia), en 1971, en un comunicado divulgado por la agencia australiana de noticias.
Assange abandonó el 24 de junio la prisión londinense de alta seguridad de Belmarsh, donde llevaba cinco años, tras aceptar declararse culpable de un delito por conspirar para obtener y divulgar documentos clasificados de EE.UU. a cambio del tiempo ya cumplido en el penitenciario.
El activista comenzó entonces un largo periplo, con una parada de unas ocho horas en Bangkok, hasta las Islas Marianas, un remoto archipiélago estadounidense del Pacífico.
Un tribunal de Saipán, donde compareció debido a la oposición de Assange a viajar al territorio continental de Estados Unidos y a la proximidad de las Marianas con Australia, le declaró oficialmente «hombre libre» el 26 de junio, tras pasar cinco años en prisión y otros casi siete refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres.
Ese mismo día llegó a Camberra en un avión privado, donde fue recibido por su mujer, quien era parte de su equipo de abogados cuando estuvo en la legación, periodo en el que tuvieron a sus dos hijos (Gabriel en 2017 y Max en 2019), y por su padre, el arquitecto australiano John Shipton.
El matrimonio vive desde entonces en Australia, en teoría en un lugar no revelado del sur de Sídney, según la prensa australiana, y emplea su tiempo en pasear «a campo abierto», ver «canguros» y bañarse en el mar, un proceso «increíblemente sanador», dijo la abogada hispano-sueca a EFE el pasado mayo en Cannes.
Proyecto contra el frenesí bélico
Hasta allí se desplazaron ambos con ‘The Six Billion Dollar Man’, el documental de Eugene Jarecki sobre él, y en Cannes el activista se volvió a mostrar más reivindicativo posando con una camiseta con los nombres de 4.986 niños asesinados en Gaza.
Stella afirmó hoy que Assange trabaja ahora para frenar la escalada bélica en el mundo.
«Julian ha estado trabajando en algo durante varios meses, y espero que pueda ayudar a ralentizar el frenesí bélico», subrayó, sin dar más pistas sobre el proyecto.
Ambos también acudieron en abril al funeral del papa Francisco en Roma «para expresar la gratitud de nuestra familia por el apoyo del papa durante su persecución (…) Francisco escribió a Julian en prisión e incluso le propuso concederle asilo en el Vaticano», dijo entonces Stella.
Una foto de la pareja junto a sus dos hijos en una recóndita playa australiana, celebrando bajo un árbol su primer cumpleaños en libertad, o la imagen de Assange abrazado a un cordero durante la pasada Navidad son otros retales de su vida este año compartidos por Stella.
Julian Assange no ha concedido desde su liberación entrevistas, pero sí rompió su silencio el 1 de octubre al intervenir ante la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en Estrasburgo.
«Quiero ser totalmente claro: hoy no estoy libre porque el sistema haya funcionado (…) Hoy estoy libre tras años de encarcelamiento porque me declaré culpable de (ejercer el) periodismo», dijo.
Al frente de Wikileaks, el australiano se hizo mundialmente famoso en 2010 tras filtrar cientos de miles de documentos secretos o de contenido sensible que revelaron los secretos en Estados Unidos de las guerras de Irak y Afganistán, así como sobre Guantánamo.
Detenido en Londres en 2010 a instancias de Suecia por un caso de abusos sexuales archivado, Assange se refugió desde 2012 en la Embajada de Ecuador de Londres ante el temor de que el país europeo facilitara su extradición a EE.UU.
Tras el cambio de Gobierno en Ecuador en 2019, el activista fue expulsado de la legación y detenido por la Policía inglesa en medio de un complejo proceso de extradición a Estados Unidos, que antes del acuerdo de hace un año lo requería por 18 acusaciones de violar la Ley de Espionaje, con una pena máxima de 175 años de prisión. EFE