JOSEFA ANTONIA CISNEROS MANSILLA | Por: Francisco González Cruz

 

Francisco González Cruz

Josefa Antonia Cisneros Mansilla fue la madre de San José Gregorio Hernández Cisneros. Era una mujer amorosa, trabajadora y solidaria. Era santa y era hermosa. No se tienen registros de su nacimiento, pero seguramente lo hizo en “el pueblo de Totumal del Cantón Capital de Barinas” según está escrito en el acta de matrimonio eclesiástico con Benigno, en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Betijoque, el 22 de octubre de 1862. O nació en la villa de Pedraza, estado Barinas, según todos sus biógrafos. La fecha tampoco se conoce, pero tendría más o menos la misma edad que Benigno, es decir que debió haber nacido alrededor de 1830. Era hija de Miguel Antonio Cisneros y de María de Jesús Mansilla.  Lo cierto es que su familia tenía su residencia en la villa de Pedraza, en los altos llanos barineses. Estas dudas sobre el lugar y la fecha de su nacimiento se deben a que la Guerra Federal que azotó esas regiones arrasaron con vidas, propiedades y documentos civiles y religiosos.

Entre los años 1859 y 1861 deben haberse conocido y enamorado Benigno y Josefa Antonia. Un día recibe una esquela: “Mi querida Josefa Antonia: Me persiguen. A media noche me escaparé. Me aguardarás en la reja. La distancia no disminuirá nuestro amor. Benigno”. La prometida lo espera, pero con su mula ensillada para irse con él. Y parten los enamorados acompañados de María Luisa, hermana de Benigno, y quizás una hermana de Josefa, huyendo de la larga y sangrienta guerra a buscar la paz en las montañas trujillanas. Llegan a Isnotú, compran casa y el 22 de octubre de 1862 contraen matrimonio que oficia el presbítero Martín Moreno.

Y empiezan a nacer los hijos:  María Isolina el 24 de mayo de 1963 pero muere a los 7 meses, José Gregorio del 26 de octubre de 1864, María Isolina del Carmen el 25 de mayo de 1966, María Sofía el 29 septiembre de 1867, César Benigno el 30 de agosto de 1869, José Benjamín el 6 de septiembre de 1870 y Josefa Antonia el 24 de agosto de 1872.

Josefa se convierte en el alma de ese hogar: ama y cuida a su esposo Benigno, cría los muchachos, ayuda en la pulpería, en la posada, atiende a los trabajadores y mantiene su casa impecable. También se convierte en el alma de aquella comunidad: ayuda a los vecinos, apoya a los necesitados y donan terrenos y recursos para mejorar el modesto templo de la Virgen del Rosario y Josefa Antonia borda los ornamentos sacerdotales y los manteles de los altares. Josefa también teje una extensa red de relaciones que la convierten en la persona más caritativa de la comarca.

Josefa Antonia es la principal responsable de la educación de sus hijos, con la ayuda de María Luisa, y luego del maestro Pedro Celestino Sánchez. Su fe religiosa la transmite a todos, junto a su vocación de servicio, que José Gregorio asume con particular interés, al punto que, para mejorar su escritura, elaboró un cuadernillo con el “Modo Breve y Fácil para Oír Misa con Devoción” y la “Novena a Nuestra Sra. de las Mercedes”, que lo acompañaron toda su vida. En esa casa se rezaban  disciplinadamente las oraciones del día.

En parto de su hija que lleva su nombre, Josefa Antonia, se complica y a los 4 días, el 28 de agosto 1872, muere la madre. La tristeza invade a aquella familia feliz y una conmoción sacude a la comarca. En un opúsculo se lee: “Ayer, llena de vida, halagüeña, encantadora con su trato, seducía el corazón de su esposo, que era su idolatría; persuadía a sus amigos que eran el apoyo de la amistad, y ofrecía a la sociedad el ejemplo de una mujer feliz”

Por doquier de oyen los gemidos de un pueblo afligido que rodea su cadáver pagando un tributo de gratitud: el uno lamenta la pérdida de su consoladora; la otra llora sin consuelo a su medianera; el huérfano expresa su dolor ante la pérdida de su protectora; la viuda el auxilio a su necesidad; el pobre a la que socorría su miseria”.  

Otro opúsculo dice: “Matrona de nuestras comarcas, tenía todas las dotes que forman no solo a la buena esposa y a la buena madre, sino a las que deben adornar a la señora cristiana”.

Fue enterrada el 30 de agosto en medio de la aflicción de todo el pueblo. El niño José Gregorio visitaba su tumba todas las tardes.  Allí mismo fue enterrado su padre Benigno el 8 de marzo de 1890 cuando José Gregorio se encontrada estudiando en París. Existe información de que los restos de los esposos fueron exhumados el 28 de agosto de 1900, y colocados en el pavimento de la iglesia de Nuestra Sra. del Rosario, pero en la remodelación del templo sus restos se perdieron. Hoy cuando su hijo mayor entra a los altares, es necesario destacar la importancia de la madre, del padre, del hogar y del lugar, en la conformación de la personalidad del niño. La calidad del hogar y la calidad del lugar explican la calidad de la persona.

 

 

 

 

 

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