José «pepino» González: «No me lo contaron, yo lo viví»

Rescatamos en DLA el segmento "Personajes", espacio dedicado al resaltar la presencia de destacados ciudadanos y ciudadanas, especialmente a quienes han sido parte fundamental en el desarrollo socio-cultural del Trujillo pueblerino, emprendedor y costumbrista. Uno de ellos es José Eduardo González "pepino", otro de nuestros coterráneos ilustres y enciclopedia ambulante de la valeranidad.

Cada encuentro con Pepino González es una nueva anécdota que llega a su mente.

 

Por: Gabriel Montenegro

«No me lo contaron, yo lo viví»…Así mismito titularía el archiconocido José González, o simplemente «Pepino» González, su cronicario personal que ha tenido en mente, un proyecto editorial de nuestro protagonista de hoy en el espacio «Personajes», el cual reeditamos en DLA para quienes gustan de las remembranzas de muchos episodios sucedidos a lo largo de nuestra historia pueblerina y memoria colectiva.

Mozalbete travieso

«Pepino» comienza sus relatos recordando que nació hace 77 años en el hoy desaparecido hospital «La Paz», ubicado entre los sectores Miraflores y Calle 10 de Valera.

Cursó estudios en las escuelas «Padre Blanco» y «Ricardo Labastida» para luego ingresar al liceo Rafael Rangel.
Se graduó de Politólogo en el año 1973.

«Fui un muchacho alegre pero muy travieso. Me la pasaba con varios amigos, la mayoría ya fallecidos, divirtiéndonos pero sanamente.

Al salir de clases nos íbamos a jugar pelota en el terreno donde actualmente queda ubicado el centro comercial Cobrapsa o cerca del antiguo Inos, hoy Hidroandes, en la Avenida 6 con calles 6 y 7.

Jugábamos de todo, trompo, perinola o bolinches, metras, ruches, elevamos volantines y buscábamos veradas hasta en el «Zanjón del Tigre» y en los terrenos de Mario Maya, donde luego se construyó las urbanizaciones Plata 1,2,3 y 4.

Infancia y juventud inolvidables

Cuenta además «Pepino», que desde muchacho recorrió desde los años 40 toda la urbe de Mercedes Díaz, incluso ha sido uno de los pocos valeranos que vivió su niñez y parte de su juventud en los «siete cerros» locales, tal como describe a las siete colinas. Tuvo además muchos apodos, comunes en la etapa de su juventud, entre ellos «mala plaga», así sería de travieso

– » Conocí a muchas personalidades representativas de la ciudad y del estado, entre ellos hombres prósperos como Chalo Pérez, Sixto Pineda, Cheguél Álvarez, Juan Haack, Pedro Alarza Jugo, Hortensio Hernández padre, Jorge Dubúc, Virgilio Plaza, Asterio Bravo, Mario Maya, Giacomo Clérico, Luis Godoy, la familia de Antonio Tagliaferro, la familia Terán, los parientes de Pedro Pacheco Labastida, los Linares, Manzanilla, Dubúc, Vethencourt, Parilli, Montilla, Oliva, Stormes, Balestrini, Bravo, Miliani, Villarreal, Bastidas, Abreu, Barrios, Cornejo, Salas, Morillo, Ojeda, Montenegro, Montesinos, Rojas, Nava, Blanco, Pineda, Viloria, Fernández, Arias, Antequera, Alarza, Perdomo, Padrón, Araujo, Peña, Romero, Battistel, Romano, Simancas, Urdaneta, Boscán, Morillo, García, Parra, Pérez, Arjona, Muchacho, Estrada, Faccin, Raggioli, La Riva, Natale, Fauré, Quintini, González, Villalobos, Scrochi, Randazzo, D’Albenzio, Ángulo, Maggi, Colmenter, Pujols, Pulido, Mazzarri, Palma, Unda, Rivas, Jugo, Larizza, Riofrío, Zambrano, Sayago, Hidalgo, Bracho, Toro, Giner, Ramírez, Puente, Rosario, Montero, La Corte, Haack, Cooz, Chinchilla, Picón, Hernández, Linares, Valecillos, Briceño, Chinchilla, Singer, incluyendo además a don Pepe Muchacho, padre de nuestro editor-presidente Eladio Muchacho.

Recalca «Pepino», que el personaje popular más famoso no fue precisamente «Cleto», ni «Reo» ni «Guacharaco», lo fue el famoso «Negro» Lozada, el portero y «empoyetero» de la Sanidad y Asistencia Social mientras el comerciante más emblemático sin dudas lo ha sido Pedro Urquiola»- asegura, esto por la fama bien ganada de éstos.

Punto aparte merece su admiración por los «Tres Juan de Dios» valeranos; a la sazón personajes que llevaban el mismo nombre como el padre Juan de Dios Andrade, el excelente panadero Juan de Dios Ramírez y el vendedor de chucherías y dulces Juan de Dios Rivero.

Con su amada mascota que bautizamos «Canelo», recorre alegre las calles valeranas.

Se robó un burro

Una de sus anécdotas más jocosas, es la referida a la ocasión en la cual arribó a Valera el famoso Circo «Razzore» en la década de los años 30, el cual solo vino a Valera dos veces. Pepino como todo niño de unos 11 años de edad, estaba expectante con los animales traídos en el espectáculo circense, donde se hallaban elefantes, cebras, monos, jirafas, serpientes y los infaltables tigres domados.

El cuidador de los peligrosos felinos se dio cuenta que se les terminaba la comida, consistente en carne y comenzó a buscar burros viejos para alimentarlos.

Pepino y dos amigos supieron de esta solicitud remunerada y procedieron a buscar los equinos, pero no encontraban alguno por ningún lado.

Como el chico travieso que era, se le ocurre robarse uno de los asnos de los carritos de venta de kerosene, para lo cual los domadores le pagaron cinco bolívares.

Como buen «vivazo» repartió dos bolívares a sus amigos y tres entradas gratis que le dieron para el espectáculo, mientras la «tajada» mayor fue por supuesto para él.

Lo malo fue que los dueños verdaderos del burrito, lanzado a los tigres como su bocado, averiguaron los pormenores de la tremendura y nuestro protagonista hubo de perderse varios meses de la ciudad, porque la policía lo andaba buscando como «palito é romero».

«Todavía tengo esa deuda pendiente…jajajaja, dice en tono jocoso».

 

 

Agrega el todavía travieso «pepino», que en el mismo circo vino uno de los más grandes trapecistas y payaso del mundo, un joven colombiano a quien apodaban «Tachuela».

Ese trapecista de grandes cualidades y grandes peripecias en el aire tuvo un accidente aquí en Valera, y quedó lisiado. Los dueños del circo lo dejaron convaleciente bajo la promesa de venir a buscarlo tras su recuperación, pero eso nunca sucedió y «Tachuela», de la decepción y el abandono al cual fue sometido, se entregó al licor, muriendo en las cercanías del mercado municipal varios años después.

 

Perón le dio 10 «bolos»

«Yo le limpie los zapatos al presidente Juan Domingo Perón».

Quizás la anécdota que lo marcó en gran manera, fue la ocasión en la cual el entonces presidente de Argentina y esposo de la mítica «Evita» vino a Valera como invitado especial para la presentación de una jornada de boxeo que incluía a Ricardo Salas, su hermano Eloy y el » morocho» Hernández. Perón era protegido de Marcos Pérez Jiménez».

Pepino y el ya fallecido, Alirio el «perrero», eran los únicos limpiabotas que tenían cajoncito de madera para que los clientes colocarán sus pies «enzapatados» en ese momento histórico para los valeranos.

El presidente Perón solicitó un limpiabotas, porque tenía su calzado cubierto de polvillo de arena como producto de sus recorridos en la todavía incipiente ciudad.

Pepino voló primero al servicio, aprovechando las limitaciones de «Pata e’ croche» y pulió raudo y veloz los charoles de Perón. Como pago del ilustre general argentino recibió nada menos que diez bolívares, casi cien veces el valor de su trabajo en esa época de 1957.

Como el billete venía del bolsillo del magnánimo visitante, José Eduardo lo tuvo guardado mucho tiempo, pero luego por sus naturales carencias como niño humilde de bajos recursos, hubo de gastarlo en compras para su hogar.

José Eduardo es una enciclopedia ambulante, ya que no solo recuerda esos episodios y la historia vívida de nuestra ciudad, sino con mente prodigiosa nos cuenta infinidad de acontecimientos y momentos estelares que marcaron el pasado, presente y futuro de Valera y Trujillo.

En deportes las epopeyas de Germán «Tarzán» Hernández- Rubén Fajardo y su bólido número 38; la gesta del «Cano» Ricardo Salas y su Cinturón de Diamantes en México, la pelea del campeón Carlos «Morocho» Hernández versus el «Huesito» Eloy Salas, además de lo hecho por el «Águila Solitaria» Vicente Laguna.

– » Lo de «pepino» viene de mi madre, quién era hija de una familia italiana que llegó a Cuicas en el año 1919 huyendo de la primera guerra mundial desatada en Europa. Ignoro quienes nos legaron el apellido Gonzalez, el cual es «prestado», pero eso lo agradezco a la familia que nos hizo esa deferencia especial»- agrega este destacado personaje.

 

Jacob Senior y su legado

Sin el ánimo de involucrarnos en política le interrogamos sobre el que considera el mejor gobernante de Trujillo, sin dudarlo nos dice que aunque muchos le digan «marrajo», doctor Gilmer Viloria hizo muchas obras en la región y otros gobernadores, aunque más reconocidos en o fueron tan eficaces. Igualmente el mejor funcionario en el Concejo Municipal de Valera en toda su historia, lo ha sido sin dudas el doctor Jacob Senior Carrasquero, hombre muy organizado y de progreso como su arma principal de acción que planificó urbanamente el entonces distrito Valera.

Si de negocios y comercio le preguntamos, destaca «pepino» al viejo Mercado Municipal, además de empresas como Muchacho Hermanos, Unión Mercantil Pacheco, El Taladro, Industrias Kel, Comercial Madrid, Almacén D’ Albenzio, empresas vino Carmania, la Tenería Valera, Villa de Caracas y Casa del Niño, Casa Valera, Trajes Godoy, Almacenes Mi Tesoro, Heladería Roma, Hotel Ambassador, Comercial Bracho Padrón, las empresas Mercedes Benz, Juan Abreu C y Compañía, Almacén Royal, Valford, Valera Motors, Vam Valera, Dorsay, Trujillo Motors, Cobrapsa, CC La Plata, los cines Bella Vista, Delicias y «Landia»; Supermercados Victoria y El Gran Detal, Palacio del Niño y otros comercios que han hecho de Valera una ciudad pujante y prospera.

Son tantas las historias y anécdotas vividas en carne propia por José Eduardo González, que la edición de un libro para todas ellas se quedaría pequeño.

Es por esta y muchas otras razones, que reiniciamos «Personajes» destacando a este hombre sencillo, humilde, conversador y buen amigo, cuya filosofía es despertar para dar gracias a Dios se por estar vivo y seguir compartiendo con sus nueve hijos, quince nietos y cinco bisnietos, además de su infinidad de amigos, de la

Valera buena y bonita; su terruño del alma, a la cual ama y ama, cada día que el sol radiante se asoma para mostrarnos un nuevo devenir… Sin dudas un trujillano a carta cabal. » -«Recuerden que todo lo que les he narrado…a mi no me lo contaron…yo lo viví»

 

 

 

 

 

 

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