JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ: UN GIGANTE DEL AMOR

 

Por: ENEIDA VALERIO RODRÌGUEZ

 

“Publico hoy mi Filosofía, la mía, porque yo he vivido pensando que siendo yo tan venezolano en todo, puede ser que ella sea de utilidad para mis compatriotas como me ha sido a mí, constituyendo la guía de mi inteligencia.” José Gregorio Hernández

Con este orgullo por su venezolanidad, sirvió al país y supo que priorizando el amor, se obtenían grandes frutos en la medicina desde el servicio a los más necesitados, en cuya práctica alcanzó la muerte aquel fatídico 26 de junio de 1919.La iglesia ha reconocido este valor, sumándolo  a la causa de santificación ya que lo define como:” El médico de los pobres”.

José Gregorio Hernández, es una personalidad compleja, con mucho espacio para su estudio, afirman algunos biógrafos. Su vida al servicio de la ciencia, sin separarla de la fe, le permitió construir su pedestal de honradez y abnegación, como en buena parte, le reconoce el eminente Luis Razetti, con quien fundò la Academia de Medicina.

Reconoce que el amor fue una acepción de su vida, heredada en primer lugar de sus padres, quienes fugitivos, llegaron desde Pedraza, estado de Zamora, hoy Barinas. Benigno Hernández Manzanedo y Josefa Antonia Cisneros, huyeron debido a que Hernández Manzanedo  del partido liberal, había sido amenazado por el líder del partido conservador, Martin Espinosa.

Isnotú, pequeña población al oeste de Trujillo, les permitió asentarse y crecer como familia, luego que el Pbro. Martin Moreno, celebrase en 1862 su matrimonio en la iglesia colonial  San Juan Bautista de Betijoque. En 1864 nace José Gregorio, un año antes, María Isolina quien fallece en el mismo año. En enero de 1865, fue bautizado en Escuque por el Pbro. Victorino Briceño en una rematada tarde de tenue neblina aderezada con merienda traída desde Isnotù a base de panecillos y dulces criollos.

La madre, mereció rápidamente fama de piadosa mujer. Le enseñó más allá de las primeras letras para aprender a leer y escribir, las referidas al Catecismo y otras de algebra.Tal contribución fue reconocida por Pedro Celestino Sánchez, maestro- director la única escuela de aquel estrecho pueblo trujillano, que forma parte junto al resto de los estados andinos de la Cuenca del lago de Maracaibo.

Contaba 8 años, en 1872 al momento del fallecimiento de su madre,lo que le produjo un fuerte e inolvidable impacto emocional. Sin embargo, la bien reconocida y ponderada Cisneros de Hernández, en casi toda la historiografía del Beato José Gregorio, destaca por su entrega a la pasión familiar evidenciada  cuando asistió y disfrutó del acto de la confirmación de su hijo en 1867 y en 1871  de la Primera  Comunión.

José Gregorio a los 13 años, escribió: “Modo breve y fácil para oír misa con devoción” que contó con la aprobación de Mons. Mario Bosset, Obispo de Mérida.

El pequeño huérfano amaba a su madre y un poco fugado de su casa, la visitaba en el cementerio del pueblo. Allí, a solas le conversaba y rezaba como ella, le había enseñado. En su alma: los amagos de la soledad que consolidada en el transcurrir del tiempo y que hizo suya desde entonces. Para remediarla en su fe intensa, en el amor a Dios. Desde esta condición, José Gregorio demostró una extraña templanza para asumir el sufrimiento que no le abandonó-ni siquiera para morir de una sola vez- con el único golpe recibido en la nuca al caer al pavimento en la triste esquina Amadores, de la ciudad capital.

Su casa solariega del recinto familiar, fue demolida para la construcción del Santuario Niño Jesús del Beato José Gregorio Hernández, que muestra al público y peregrinos en crecimiento: el piano que supo tocar, cartas con diversos destinos, muchas placas como pagos de promesas por favores concedidos y un teléfono de aquella ruralidad de buena parte del país, que no había cambiado mucho en 1888, cuando graduado con honores máximos como médico en la UCV, regresó con amor vocacional a servir a los enfermos de su pueblo. Situación complicada, la salud, admitió en cartas a su amigo el Dr. Dominici.

Intentó 3 veces abrazar la vida religiosa y todas resultaron fallidas, dada sus condiciones de salud. Recibió reconocimientos internacionales por sus aportes a la investigación bacteriológica que lo convierte en destacado pionero de la especialidad. Fue profesor meritorio en la UCV por más de 20 años y formó con ética y férrea disciplina, a sus estudiantes, quienes agradecieron estas herramientas.

Publicó en El Cojo Ilustrado de Caracas; Principios de Bacteriología También escribió sobre poesía.

Hablaba inglés, francés, italiano y alemán. Conoció asimismo, parte del hebreo y latín. Sus modales refinados y elegantes para vestir, le persuadieron y aprendió con un amigo la sastrería para confeccionarse sus trajes.

José Gregorio, goza de una alta popularidad a nivel nacional y cuenta, varios Santuarios en distintas ciudades. La devoción hacia su figura, se ensancha en el corazón del venezolano que presenta su imagen para fecundar los favores recibidos de este laico y científico, santificado por la fe, que nunca, como escribe san Agustín: debe abandonarse ni dejarse torcer en el camino.

Se sueña su canonización y se siente cercano el momento.

@eneidavalerio

 

 

 

 

 

 

 

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