JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ

Su gran personalidad lo ha llevado a lo más alto. Se espera por el “Milagro” su santidad

Por Francisco González Cruz

El Doctor José Gregorio Hernández Cisneros es el personaje  más popular de Venezuela y muy conocido en América Latina y en otros continentes. Su fama se le debe a que en vida fue un excelente  médico y científico,  a su particular entrega a los más pobres y a su profunda fe cristiana. Su conocida imagen está en todas partes: altares hogareños, clínicas, negocios, plazas, en el trasporte público, en las carteras de sus admiradores y especialmente en el corazón de muchísima gente. A José Gregorio Hernández se le ama por ser el médico de los pobres. Las imágenes populares más conocidas reflejan a un hombre elegante, serio y de sereno rostro, siempre vestido de traje negro, camisa blanca y corbata negra, con chaleco negro. Con frecuencia aparece en las ilustraciones con sombrero negro de fieltro y en otras con bata blanca de laboratorio. Esas estampas ha sido reproducida millones de veces y la imagenealogía popular la ha transformado miles de veces, siempre respetando lo sustantivo de la imagen.

Nació en Isnotú, un pueblito rural del estado Trujillo, al occidente del país donde el norte de la cordillera andina se asoma al sur del lago de Maracaibo, un 26 de octubre de 1864,  en el hogar cristiano de Benigno Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla, quienes habían llegado allí expulsados de los llanos barineses por la Guerra Federal. Allí realizó sus primeros estudios y adquirió la base sustantiva de su carácter. A los 13 años viajó a Caracas y estudió en el Colegio Villegas y luego en la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde recibió con los máximos honores el título de Médico el 28 de junio de 1888.

A pesar de las tentadoras ofertas para quedarse en Caracas regresó al medio rural de donde era nativo, pero al año el Gobierno de Venezuela, interesado en modernizar la medicina en el país, lo llama para que acepte una beca para estudiar en París (Francia)  en las áreas de Microbiología, Histología, Patología, Bacteriología y Fisiología Experimental. Culminados esos estudios se traslada a Berlín para estudiar Histología, Anatomía Patológica y Bacteriología, y para adquirir los equipos con el fin de fundar los laboratorios de fisiología experimental y las cátedras respectivas en la UCV. A él se  debe la introducción del microscopio en Venezuela.

En el año de  1891  regresa a Venezuela y procede a cumplir sus compromisos y ejerce como profesor de la cátedra de Anatomía Patológica Práctica, funda la cátedra de Bacteriología (la primera de esta disciplina en América), participa en la fundación de la Academia Nacional de Medicina y ejerce como médico.

José Gregorio Hernández era un hombre de su tiempo, enterado de todo y de una moderada vida social. Dominaba el francés, inglés, alemán y el italiano. Tocaba piano y órgano, algo de violín y flauta. Se conocen algunos cuadros religiosos pintados por él y escribió un libro de Filosofía. Le gustaba mucho bailar. Le tocó vivir una época de crisis política, social y ética, sobre todo en tiempos de Ciprano Castro. A este dictador le siguió Juan Vicente Gómez quien gobernó con fuete militar 27 años. Este cerró la Universidad en 1912,  razón por la cual interrumpió su trabajo de docencia hasta cuatro años más tarde cuando se abren estudios de  medicina en el Hospital Vargas. La otra vez que interrumpió sus clases fue cuando entró a la Cartuja de Farnetta en 1908 pero su salud no aguantó y regresó a Caracas en 1909. En 1917 viaja a las ciudades de Nueva York y Madrid para realizar estudios y dictar conferencias,  poco tiempo después reinicia su actividad docente hasta que fue atropellado por un automóvil mientras le llevaba unas medicinas a una de sus pacientes el 29 de junio de 1919.

La noticia de su muerte causó la más espontánea y numerosa manifestación de duelo que haya conocido Caracas y Venezuela entera. Y a partir de allí su prestigio como el modelo de venezolano ejemplar ha crecido sin parar.  El Papa Juan Pablo II el 16 de enero de 1986 declaró solemnemente “Venerable” y su proceso de beatificación está en marcha. Su nombre es epónimo de numerosas escuelas, liceos e instituciones universitarias.

 

 

 

 

 

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