José Gregorio Hernández: Por su pronta canonización

Por: José Francisco Conte C.*

Foto: Henner Vieras

 

El 19 de junio de 2020 nuestro Doctor José Gregorio Hernández fue beatificado, en medio de la pandemia por el COVID-19, lo cual fue conmemorado con alegría, devoción y un elevado sentido del nacionalismo venezolano y muy especialmente trujillano. En este sentido el Cardenal Baltazar Porras, administrador apostólico de Caracas señalaba que: “El propio Papa Francisco, en esta ocasión escribió una frase muy bella, sobre esta noticia, afirmando que ayudará en mucho a la renovación de la fe en Venezuela”, y señaló además que era un día de gracia para Venezuela y durante la misa oficiada en la Iglesia de Santa María ubicada en El Rosal, en su condición de máxima representación venezolana de la iglesia católica, exaltó: “José Gregorio representa lo mejor de nosotros los venezolanos”. Esta beatificación tardó 71 años en ser declarada por el Vaticano, luego de las tres beatas venezolanas madre María de San José, madre Candelaria de San José y madre Carmen Rendiles, cuyos procesos fueron más rápidos y menos complejos, si los comparamos con el proceso de beatificación del “médico de los pobres”, como cariñosamente se suele llamar al Doctor José Gregorio Hernández.

La beatificación del Doctor José Gregorio Hernández ha sido fruto de la oración de tanta gente devota, así como de sacerdotes y obispos. Su camino a los altares no se detiene. Por ello cualquier gracia importante atribuible a José Gregorio Hernández, debe ser documentada y comunicada al cardenal Baltazar Porras, porque puede ser el medio para la canonización. “El Venerable” como es conocido por los feligreses, no puede aún considerarse santo, ya que ahora falta la canonización. Es el cuarto paso en el camino de convertirse oficialmente en Santo. El primero es Siervo de Dios; el segundo, Venerable, el tercero Beato y el cuarto, Santo. Aunque en el corazón y sentimiento de los venezolanos José Gregorio es Santo.

La diferencia entre beatificar y canonizar, aunque de ambas se encarga la Congregación para las Causas de los Santos de la Santa Sede, estriba en que la beatificación es el paso previo a la canonización o santificación. Beatificar conforme al Derecho Canónico es declarar que un difunto, cuyas virtudes han sido previamente certificadas, puede ser honrado con culto, mientras que canonizar consiste en declarar solemnemente santo y poner en el catálogo de ellos a un Siervo de Dios ya beatificado.

Es preciso señalar que, para la declaración de Beatificación, sirvió el caso de la niña Yaxury Solórzano, quien sufrió una herida de bala en la cabeza en el Estado Guárico en marzo de 2017 y sobrevivió, lo cual considera la Iglesia Católica, gracias a un milagro de José Gregorio Hernández.

El término beato significa literalmente feliz (del latín beatus) o bienaventurado en el sentido de que se considera que esa persona ya está gozando del paraíso. La beatificación, como hemos señalado, es el tercer paso en el trayecto hacia la canonización. Así, el primero es Siervo de Dios; el segundo, Venerable; el tercero, Beato y el cuarto, Santo, como antes se indicó. El organismo de la Santa Sede que se encarga de analizar los milagros, martirios y virtudes heroicas y de proponer los diferentes ejemplos de santidad para que el Papa autorice la beatificación es la mencionada Congregación para las Causas de los Santos. La beatificación solo la pueden lograr fieles que hayan fallecido con fama de santidad y que la misma sea continua y se propague en distintos sitios. Un proceso de beatificación puede llevarse a cabo de dos formas. La primera es a través de una causa de virtudes heroicas, si esa persona vivió las virtudes cristianas en grado heroico. La segunda vía es la del martirio, si el fiel sufrió martirio por su fe.

La canonización, por su parte, es un proceso por el que la Iglesia Católica declara como santo a una persona fallecida. Ese nombramiento lleva consigo la inclusión del fiel en el canon (lista de santos reconocidos) y la autorización para rendir culto público y universal a esa persona, a quien se le asigna una fiesta litúrgica, se le dedican iglesias, capillas o altares y se le reconoce su poder de intercesión ante Dios. La canonización se efectúa con la solemne declaración papal de que una persona está, con toda certeza, contemplando la visión de Dios. En el catolicismo, el reconocimiento de la santidad recibe luz verde después de un proceso de investigación exhaustiva de la vida del fiel propuesto para ser canonizado. De tal forma, que para proceder a la canonización de un fiel se efectúa un verdadero proceso judicial de los más rigurosos que existen en el mundo y es uno de los procesos especiales que están regidos por una norma específica.

Por canonización se entiende el acto pontificio por el que el Santo Padre declara que un fiel ha alcanzado la santidad y se autoriza al pueblo cristiano la veneración del nuevo santo de acuerdo con las normas litúrgicas; por lo que es un proceso reservado exclusivamente a la autoridad pontificia. Se proclama luego de un riguroso proceso y una causa de canonización se desarrolla generalmente durante decenios, y no es extraño encontrar causas que han durado siglos; para llegar a la canonización de un fiel se siguen varios procesos ante diversos tribunales, muchas veces en distintos países, e intervienen diversos organismos de la Santa Sede. Con el paso de los años, hasta llegar a la declaración de canonización, pueden haber intervenido decenas de jueces y oficiales especializados de la Santa Sede que examinan con detalle todos y cada uno de los pasos que se han dado.

El acto de canonización se suele celebrar en una Misa que es presidida por el Papa, y constituye una de las ceremonias más solemnes de la Iglesia Católica. Hasta fechas muy recientes las canonizaciones se han celebrado siempre en el Vaticano, en la Basílica de San Pedro, o en la Plaza de San Pedro si la congregación de fieles es muy numerosa. Sin embargo, recordamos que el Papa Juan Pablo II celebró varias canonizaciones en sus viajes apostólicos, como ocurrió con la canonización del Hermano Pedro (San Pedro de Bethencour) en Guatemala y la de San Juan Diego en México.

Para nosotros la beatificación del Doctor José Gregorio Hernández ha sido una declaración que nos ha llenado de profunda emoción y orgullo, sobre todo durante esta época de Pandemia por COVID-19, nos ha renovado nuestra fe cristiana y nos coloca frente a la inmensa esperanza de llegar hasta su canonización. La intercepción divina de Dios todopoderoso nos hará tener nuestro primer santo venezolano. Que así sea (Amén).

*Abogado y Profesor Universitario

 

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