JGH: un científico bajo la sombra de santidad

Hernández cultivó en su espíritu el amor por el conocimiento, fue un hombre de letras, un artista que hablaba seis idiomas y un venezolano capaz de ofrecer su vida a cambio de la defensa de la Patria. Él se convirtió en un pilar fundamental para el avance de la Medicina venezolana

 

Llevaba el cabello y bigote bien arreglados. Confeccionaba su vestimenta  acorde a la moda de la época y gozaba de un don musical inigualable. Aprendió a tocar el piano y el violín con la misma dedicación con la que curaba a sus enfermos. Un científico vanguardista, un escritor que deleitaba a quien tenía la oportunidad de leerlo y un ser humano con vocación de servicio.

LA FRASE:

“Los hombres de grandes pasiones son los que han emprendido las grandes obras”: JGH

El nombre de José Gregorio Hernández figura en la lista de los venezolanos más influyentes del siglo XX, gracias a sus aportes a la Medicina venezolana y su conducta intachable, sin embargo, el camino a la santidad y el fervor religioso en torno a su imagen han opacado la labor científica y docente que desarrolló durante su vida.

A pesar del legado que Hernández dejó en la historia de Venezuela, los medios regionales y nacionales se han dedicado a enaltecer su faceta religiosa, dándole poca importancia a su trayectoria científica y académica, en consecuencia la mayoría de los trujillanos desconocen sus aportes a la Medicina, la docencia y la investigación.

Modernizó las ciencias médicas

La estadía de Hernández  en Europa le permitió especializarse en Fisiología Experimental. También profundizó en las áreas de Microbiología, Histología Normal, Patología, Bacteriología, y Embriología. Fue él quien introdujo el primer microscopio a Venezuela, además de una serie de equipos médicos para dotar al Hospital José María Vargas por órdenes del Gobierno Nacional.

El galeno trujillano se dedicó a investigaciones bacteriológicas y emprendió exitosamente un original experimento sobre la vacuna química. Gracias a sus estudios en la capital francesa, se convirtió en pilar fundamental para el avance de la Medicina moderna en su país natal, así  lo describe Miguel Yáber.

Para este médico y biógrafo de José Gregorio,  la Medicina venezolana se divide en tres etapas. En primer lugar  la “Fundación” iniciada por Lorenzo Campins y Ballester; la segunda fase conocida como “la Reforma” presidida por el Doctor José María Vargas y, el tercer periodo, es la “Transformación Científica” de la que el ilustre trujillano fue precursor.

Yáber señala que dicha transformación inició con la creación de las Cátedras de Fisiología, Histología y Bacteriología, la introducción de la vivisección, la microscopía, hematología y los estudios de los microorganismos, todo ello promovido por el ilustre médico.

Su huella en la Academia

 

La Universidad Central de Venezuela (UCV) se convirtió en el segundo hogar de José Gregorio, allí se formó como médico y posteriormente ejerció la docencia, pero su labor en la casa de estudios fue trascendental. Hernández conformó el equipo fundador de la Academia Nacional de Medicina y ocupó el sillón número XXVIII de la organización.

Su trabajo en dicha institución fue brillante. Luego de su muerte el 29 de junio de 1919, el profesor Salvador Córdoba ocupó el lugar de Hernández y dijo “hoy ostento con orgullo el honor de haber sido electo Individuo de esta Academia de Medicina para ocupar el sillón XXVIII, que enalteció con su presencia, su saber y sus virtudes el Dr. José Gregorio Hernández”.

Un científico en las artes

Además de sus dotes científicas, José Gregorio se formó en otras áreas. El ilustre trujillano hablaba seis idiomas, inglés, francés, portugués, italiano, alemán, latín y tenía conocimientos básicos de hebreo. En una oportunidad envió una carta a su mejor  amigo Aníbal Santos Dominici, escrita en alemán para que no fuese leída por otra persona.

Hernández también mostró interés por las artes. Desde muy pequeño comenzó a tocar el piano, años después sus manos se paseaban con facilidad por el instrumento. Durante su estadía en París dedicó parte de su tiempo libre a practicar violín. Además de su amor por la música, se desenvolvía en el dibujo y la pintura.

También fue un hombre de letras, entre 1893 y 1912 escribió cuatro trabajos literarios publicados por El Cojo Ilustrado y elogiados por Mario Briceño Iragorry quien expresó que “la página que publicamos de él indica una pluma hábil de dotes literarios no comunes y bastaría para consagrar una reputación”.

El diario caraqueño La Religión se refirió en una ocasión a las cualidades de José Gregorio y escribió “Como todo espíritu selecto, le atraían las artes. Tenía ratos de poeta de elevados pensamientos, de profunda visión; sentía la belleza, la quería vivir como un reflejo de la de Dios”. Estas palabras confirman el talento que poseía el galeno.

Venezuela latía en su corazón

Yáber relata que José Gregorio siempre se encargó de enaltecer el nombre de su país y dejar en alto su gentilicio. En su corazón guardó la esperanza de regresar a su terruño Isnotú y nunca ocultó el orgullo que sentía por haber nacido en Venezuela, tierra que para él contaba con grandes riquezas materiales y con un potencial humano incalculable.

En diciembre de 1902 expresó su amor por Venezuela. Al país arribó una escuadra proveniente de Inglaterra que alertó a las autoridades del país. El presidente Cipriano Castro instó a los venezolanos a alistarse, tomar las armas y defender a la patria de posibles atropellos. José Gregorio no dudó en responder al llamado del mandatario nacional e inscribió su nombre en la milicia, una muestra del compromiso que sentía por su tierra.

Hombre de una sola pieza

Para Francisco González Cruz, rector emérito de la Universidad Valle del Momboy, el desconocimiento de la vida de José Gregorio Hernández se debe a que se ha presentado su imagen de manera fragmentada y el ilustre trujillano es un hombre de una sola pieza.

“José Gregorio fue un hombre estudioso, recibía boletines informativos del exterior para mantenerse actualizado, creía en la libertad y la democracia, pero hasta ahora no se ha escrito una biografía que permita apreciar su vida”, destaca el geógrafo valerano.

Monseñor Castor Oswaldo Azuaje, obispo de Trujillo, opina que existen muchos escritos acerca de José Gregorio en los que se habla de su trayectoria científica, si bien se conoce mucho más su faceta religiosa esta no opaca el desempeño del trujillano en la Medicina venezolana.

El más grande de los trujillanos

Para Mario Briceño Iragorry, José Gregorio representa una de las más claras presencias trujillanas en el orden de la cultura nacional. Un escritor atildado y profundo cristiano. Por su parte, González Cruz manifiesta que el médico trujillano promovió durante su vida el reconocimiento a lo nuestro.

Monseñor Azuaje lo cataloga como el más grande de los trujillanos “un verdadero cristiano, un hombre de gran cultura  que puede enseñar al pueblo a educarse, a conocer lo propio y también lo de los otros. Un ejemplo de santidad y de entrega a Dios”.

Yáber define a José Gregorio como  un venezolano integral que se dedicó a sembrar semillas de bien y amor para la sociedad, convirtiéndose en el mejor ejemplo, un venezolano que se adentró en el corazón de la Patria para conocerla íntimamente y transformarse en una lección permanente para el futuro.

Un médico de prestigio

La labor médica de José Gregorio le generó reconocimiento y prestigio. Los presidentes Raimundo Andueza Palacios, Joaquín Crespo, Cipriano Castro, Ignacio Andrade, José Gil Fortoul y la dinastía Gómez  le confiaron su salud al galeno trujillano.

Perseguido político

En el año 1889 José Gregorio se ve obligado a dejar su terruño. El miembro del partido liberal, Juan Pablo Rojas Paul gobernaba Venezuela y Hernández fue catalogado como Godo (nombre que recibían  los militantes del partido conservador en Venezuela durante el siglo XIX e inicios del XX), así que decidió regresar a Caracas para evitar ser apresado.

Un trágico accidente

El 29 de junio 1919 un accidente puso fin a la vida del galeno. José Gregorio iba a atender a una enferma de escasos recursos cuando fue arrollado por un vehículo, al ingresar al Hospital Vargas ya no tenía signos vitales. El accidente fue el primero en ir a juicio en el país y el duelo por el fallecimiento del reconocido médico se propagó por toda la ciudad capital.

Un dato curioso

José Gregorio Hernández ofreció su vida por el fin de la I Guerra Mundial. Como dato curioso, el Tratado de Versalles que dio fin a la Gran Guerra fue suscrito el 28 de junio, un día antes de su muerte.


NOTA: Trabajo de grado

Esta serie de reportajes interpretativos forman parte de la memoria de grado presentada por Daniela Testa y David Rojo para optar al título de licenciados en Comunicación Social en el NURR-ULA, bajo la tutoría de la profesora Paula Rivero Ramírez. Dicho trabajo fue calificado como Sobresaliente, mención Publicación (2019).

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