JGH, el científico de la bondad y espiritualidad

La sola bondad es ya una gran virtud, también lo es el cultivo del talento, pero la espléndida combinación de ambas que se da las convierte en una virtud heroica. Eso era José Gregorio Hernández

 

Por: Alexander González

Con información aportada por Francisco González Cruz

 

La sinergia entre ciencia y bondad es la síntesis superior de la identidad del Dr. José Gregorio Hernández. Era un eminente científico, un excelente médico y un profesor insigne. Y a la par un hombre humilde que atendía a cualquiera que le solicitara sus servicios para una sencilla curación de un malestar. Podía dejar admirados a los colegas que lo escuchaban en la Academia, a su equipo en el laboratorio o a sus alumnos en la cátedra, e irse a atender un paciente y luego pasar por el templo a dar gracias a Dios.

Cuando el muere y la ciudad se estremece, son sus colegas y discípulos los que rodean el cadáver. Pero la multitud crece y cuando al otro día en la tarde sale el féretro sobre los hombros de éstos, el pueblo reclama “también es nuestro” y lo llevan lentamente al cementerio.

Se explica porque la sabiduría de Hernández estaba al servicio de la humanidad. Se formó para poner su talento al servicio de la persona humana. Trabajó por y con los pobres sin empirismo ni voluntarismos, sino con capacidad bien consolidada para atender con eficacia.

La sola bondad es ya una gran virtud, también lo es el cultivo del talento, pero la espléndida combinación de ambas que se da las convierte en una virtud heroica. Para lograr el desarrollo humano integral y sostenible de Venezuela necesitamos gente preparada, pero también gente bondadosa, solidaria, que entienda que el Estado está al servicio del bien común, que la economía está al servicio de la persona humana, como lo están la política, el derecho y todas las demás ciencias.

 

RELIGIOSIDAD, ESPIRITUALIDAD Y MISTICISMO

De la religiosidad del Dr. José Gregorio Hernández da suficiente fe el Santísimo Padre Juan Pablo II cuando declaró solemnemente: «Que consta de las virtudes teologales Fe, Esperanza y Caridad para con Dios y el prójimo, y de las virtudes cardinales Prudencia, Justicia, Templanza, Fortaleza y sus anexas, del Siervo de Dios José Gregorio Hernández en grado heroico, en el caso y para los efectos de que se trata». Y mandó que se editase y se registrase en las Actas de la Congregación para la Causa de los Santos, el 16 de enero de 1986.

José Gregorio Hernández desde niño hasta el día de su muerte fue un católico practicante, que cumplía los deberes inherentes a su fe. De tal manera que era una persona profundamente religiosa. Ahora bien, su religiosidad estaba fundamentada en su espiritualidad y su misticismo.

Puso su existencia al servicio de la vida, por eso era médico y por eso sanaba vidas. Creía y obraba en la plenitud de la existencia humana y su asistencia a la misa, la comunión frecuente, las oraciones y, en fin, lo religioso, fortalecía en él esa plenitud y esa trascendencia.

De allí que su espiritualidad estaba armoniosamente articulada a su actividad como científico, profesor y profesional de la medicina. Su mística se manifiesta de muchas maneras, no solo en su capacidad de conmoverse profundamente frente a la creación, en particular la persona humana, es decir la razón de ser de su servicio, sino sentir la obra divina, la perfección, la totalidad, en la música, la pintura, la literatura, los oficios, todo lo que el hombre y la naturaleza hacen, incluyendo por supuesto el estudio de las ciencias médicas y el ejercicio cotidiano de su profesión.

No es de extrañar entonces que admirara a los grandes místicos de la Iglesia, como Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Santa Catalina de Siena, Santa Gertrudis, San Henrique Suso (o Enrique Susón, discípulo del Maestro Eckhart) o la Madre María de Ágreda, tal como la expresa en su libro “Elementos de Filosofía”. El Dr. José Gregorio Hernández en un ejemplo de armonía y coherencia entre religiosidad, espiritualidad y misticismo, junto a la praxis cotidiana de su existencia como persona.

 

 


Fuentes consultadas:

 

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