Jesús vivió solo y rechazado: El Mayor Sacrificio

“Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él.” Juan 3:16-17

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Jesús pagó el más alto precio por ti y por mí, porque nos ama más de lo que podríamos imaginar. Jesús fue condenado a morir al ser crucificado en una cruz, y su cuerpo fue puesto en una tumba detrás de una piedra. Él vivió y murió rechazado y solo. Él fue pisoteado en el suelo como cualquier cosa. ¡Jesús asumió el castigo y pensó en ti como el quilate de su misión!

Los siguientes términos bíblicos pudieran ayudarnos a reflexionar sobre la Semana Santa y  el porqué la celebramos:

Arrepentimiento

El arrepentimiento no es solo decir: «Lo siento». Es alejarnos del pecado que nos separó de Dios; es llegar hacia Él para recibir el perdón de Dios y la nueva vida que ofrece. El arrepentimiento es necesario para la salvación (Hechos 3:19). Debemos estar de acuerdo con Dios acerca de nuestros pecados y volvernos hacia Él. No necesitamos ser perfectos para acercarnos a Dios. . El verdadero arrepentimiento significa hacer que el perdón que has experimentado cambie tu vida.

Perdón

Dios ha sido compasivo y perdonador con aquellos que se arrepienten de sus pecados. Pero eso no significa que el perdón sea automático. Debido a que la pena por el pecado es la muerte, la ley de Dios dice que no puede haber perdón sin el sacrificio de una vida. La muerte de Jesús pagó el precio final y definitivo, y ahora nuestros pecados han sido borrados y desaparecidos para siempre. Es cierto que todavía pecaremos en esta vida, pero Dios continúa perdonándonos cuando acudimos a Él (1 Juan 1:9).

Sacrificio

Un auténtico sacrificio implica renunciar a algo que es apreciado. No es casualidad que la Crucifixión y la Resurrección hayan ocurrido durante la Pascua. Como el sacrificio más importante en el Antiguo Testamento, la Pascua pinta la imagen más viva del mayor sacrificio jamás hecho: el que hizo Dios el Padre y Su Hijo, Jesucristo. Jesús sacrificó  su vida muriendo en la cruz para pagar el precio de nuestros pecados (Filipenses 2:8). Darle nuestra vida como un sacrificio vivo es la respuesta natural y apropiada de adoración (Romanos 12:1).

Salvación

Recurrimos a Dios, para que nos salve cuando estamos hasta cuello. En el Antiguo Testamento, cuando el pueblo de Dios clamaba por salvación, buscaban la liberación de sus enemigos. Es posible que no tengamos un ejército en nuestra puerta, pero todos estamos en peligro inmediato de los efectos y consecuencias del pecado. No podemos salvarnos a nosotros mismo de esto, necesitamos una operación de rescate. Afortunadamente, Dios ejecutó la operación de rescate para nuestra salvación. Él envió a Su Hijo para salvar al mundo pagando la pena por el pecado y trayéndonos de vuelta a Dios (Juan 3:16-17). Nuestra salvación es el resultado de la crucifixión y la resurrección, fruto de la Pascua.

La Cruz

Cuando pensamos en la cruz, deberíamos pensar en Jesucristo, quien fue clavado a ella, cuya sangre fue derramada, a quién se le traspasó el costado y cuya muerte pagó el precio de todo pecado (Isaías 53:5). Sin la muerte de Jesús en una cruz, los cristianos no pueden heredar el regalo de salvación de Dios. También asociamos la cruz con el llamado de Cristo en nuestra vida. Nos pide que tomemos nuestra propia cruz, negándonos a nosotros mismos y comprometiéndonos con Él (Marcos 8:34).

La tumba

Los cristianos tenemos vida eterna, pero  no significa que nunca sufriremos una muerte física. Todos tenemos que dejar esta vida alguna vez. Pero la tumba vacía de Jesús significa que ya no tenemos que temer a la muerte. De hecho, se nos dice que Él derrotó a la muerte y el Infierno. Su resurrección significa que podemos tener vida incluso después de que nuestros cuerpos mueran y que un día nuestros cuerpos se levantarán nuevamente (Romanos 6:4). Podremos vivir en paz con el Señor para siempre.

No tenemos que temer a la muerte

Resurrección

La resurrección es evidencia de la satisfacción de Dios con el sacrificio del Hijo en lugar de la humanidad (1 Pedro 1:3-5). El Espíritu Santo trajo a Cristo a la vida nuevamente. Ese mismo Espíritu Santo mora dentro de los creyentes; por lo tanto, los cristianos podemos confiar en que también, nos levantaremos a la vida eterna después de experimentar la muerte física. Todas estas verdades se celebran con palabras de alegría que resuenan cada Pascua en muchos idiomas diferentes: «¡El Señor se ha levantado de los muertos! ¡En verdad ha resucitado!»

Jesús pagó el castigo por los pecados de  la humanidad en la cruz. Enterrado en una tumba prestada, resucitó tres días después como prueba de que su misión de conquistar el pecado y la muerte se había cumplido. Jesús se apareció a sus discípulos y luego regresó al cielo 40 días después con la promesa de que algún día regresaría. Las palabras y la vida de Jesús nos muestran cómo vivir la vida, pero su mensaje fue que la humanidad debería responder al amor de Dios. Jesús afirmó ser mucho más que un hombre sabio o un gran maestro. Él afirmó ser Dios, un Dios dispuesto a morir por su creación para restaurar su relación de amor con ella (Romanos 5:10). A través de su nacimiento, su vida, muerte y su resurrección, Jesús cumplió los cientos de profecías en el Antiguo Testamento que predecían un Mesías venidero, un Salvador no solo para la nación de Israel, sino para todo el mundo (1 Timoteo 4:10). ¿Cómo responderás a la vida y al amor de Jesús?

¡No Tengas miedo!

El punto crucial de la celebración de la semana santa es la adoración de Jesucristo, quien declaró: «¡No tengas miedo! Yo soy el primero y el último. Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de la muerte y de la tumba» (Apocalipsis 1:17-18).

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