Tras la culminación tradicional de los 40 días previos a la celebración de la «Pascua Judía», el pueblo venezolano y el mundo entero viven una «cuarentena» obligada por circunstancias inimaginables aún en pleno siglo XXI. La aparición del denominado» Coronavirus», convertido en nefasta pandemia mundial ha estremecido en gran manera los cimientos de la humanidad, hasta el punto de convertirse en uno de los grandes males de la historia.
Este Domingo de Ramos, inusual hasta más no poder, nos recuerda precisamente la entrada triunfante del Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo a la Tierra Santa.
Jerusalen y el pueblo creyente en el Mesías que había de venir para la salvación y la Vida Eterna, tiende alborozado sus palmas de alegría para el paso triunfante de Jesús montado en el asnillo, previsto muchos años antes en las Sagradas Escrituras: » La gran muchedumbre que había venido a la fiesta, al oir que Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramas de palmeras y salieron a su encuentro,y se pusieron a gritar» ¡Salva te rogamos,¡Bendito es el que viene en nombre del Señor!…
Sí, el Rey de Israel. Se cumpliría lo dicho por los profetas del Altísimo:» No temas hija de Sión.¡Mira!.Tu Rey viene sentado sobre un pollino de asna».
Ojalá y la presencia divina y hermosa el Hijo del Hombre,fije su inmarcesible mirada misericordiosa sobre el mundo por Él creado, y no solo triunfen el bien y la bondad, sino que esa misericordia innagotable e inalterable termine con estos males que aquejan al mundo.
No se trata solo del Coronavirus que nos agobia, sino de la incomprensión,la intolerancia,la avaricia desmedida,la falta de piedad y una maldad inusitada que han sustituido en el corazón de los hombres el innato, hermoso y puro sentimiento del amor por nuestros hermanos.
A pesar de que nuestros templos estarán cerrados, guardemos en esta fecha tan especial, el más alto grado de respeto y de solemnidad por la llegada de la Semana Santa….
Es tiempo de oración, de reflexión, de unión familiar y de tomar buenas decisiones para responder con creces a la promesa de Vida Eterna hecha por Nuestro Padre Salvador…¡ Viva Cristo Redentor!