A Doña Rosa Elena Rangel, excelsa dama patrimonio de la familia
¡Epa Isidoro!
Epa Isidoro, que buena broma me echaste/ El día que te marchaste sin acodarte de mi serenata/ Epa Isidoro, cuando vuelvas por Caracas/ Explícale a las muchachas que te fuiste lejos sin decir adiós/…
Parto de este pasaje musical del maestro Billo, como la muerte de Isidoro, lo sorprendió su gran amigo y chofer. Pues, así nos asombró la partida de Javier José a los que nos quedamos transitoriamente aquí, porque así, es vida. ¿Para dónde se fue y hacer qué?
La respuesta la encuentro en nuestra gran literatura y recuerdo a Rafael Pocaterra en “Los Cuentos Grotescos”, precisamente en la vida de Panchito Mandefuá, aquel niño callejero, solitario, que no tenía familia, pero sí la alegría, la gratitud y la virtud de compartir, que al final de aquel 24 de diciembre, día la natividad, pudo ayudar económicamente con sus únicos recursos a una niña sirvienta. Comprendiendo al Apóstol Santiago, que es mejor dar que recibir, en un instante un carro lo atropella y lo mata. El escritor nos dice al final de la narrativa que Panchito se fue a cenar con el Niño Jesús.
Javier o el Padre Javier, se enfermó el día treinta de diciembre a medianoche, partió hacia la eternidad y el día 31, en su iglesia querida de Santa Rosa en Trujillo, se realizaron los primeros actos fúnebres. ¿Para dónde se fue y a encontrarse con quién? Pues, a darse su feliz año nuevo, primeramente con Dios, la Virgen y con su mentor Monseñor Morello.
La familia Rangel eminentemente, es mendocina, es decir, establecida en la Parroquia Civil “Cristóbal Mendoza” además siempre han vivido en la avenida “Cristóbal Mendoza”, cerca de la plaza del mismo nombre. Recuerdo que esta estatua pedestre del héroe civil de la independencia estuvo en la plaza central de la ciudad, pero cuando trajeron la estatua ecuestre del Libertador, la de don Cristóbal la colocaron a un lado.
Con el tiempo crearon su propia plaza en Santa Rosa, que es el otro nombre del sector, de filiación eclesiástica Santa Rosa de Lima, patrona de la parroquia. Anteriormente popularmente le decían la otra banda, el que unió este sector fue el General en Jefe Cruz Carrillo cuando fue gobernador del estado, que construyó el puente que denominaría con el tiempo, puente Carrillo.
De la unión entre José Furgiuele, de origen italiano y Rosa Elena Rangel, oriunda de Santiago, nacieron seis hijos que son: Nolly, Carmen Amparo, José, Joel, Javier y Neida. Son conocidos como Rangel, por el pronunciamiento del apellido, es más fácil pronunciar Rangel que Furgiuele, cosas de costumbrismo.
Recuerdo que vivieron en la misma avenida entre la calle Batalla de Ponemesa, que es una calle corta inclinada que une con la avenida Coro, construida por don Mario Briceño Perozo, cuando fue Gobernador, en el periodo de transición de la dictadura de Pérez Jiménez a Betancourt. Su nombre se debe en honor al estado en que él vivió y ejerció como juez. Luego, se cambiaron más arriba en la misma avenida entre las calles José Gregorio Hernández y la Niquitao.
Javier siempre fue un muchacho, que se inclinó desde niño por la mirada a la fe, ¡Claro!, este es un estímulo en primer lugar familiar por parte de los Rangel. En donde siempre están presentes entre nosotros la presencia de Dios, el Santísimo, el Espíritu Santo y la Virgen. El camino de esa comunicación, la oración y el Santo Rosario. El, desde niño su contacto permanente fue la iglesia Santa Rosa y su mentor Monseñor Morello, el hijo de Cuicas que se sembró en Santa Rosa, un personaje emblemático de esta comunidad, de hecho está sepultado en esta iglesia.
Sus estudios primarios los realizó en la escuela “Carrillo Guerra”, los secundarios, en la Escuela Técnica Industrial “Laudelino Mejía”, en donde se graduó como Técnico Medio en Mecánica de Mantenimiento”, continuó en Mérida, en la Universidad de Los Andes y obtuvo el título de Ingeniero Mecánico. Al cumplir con esta etapa profesional de su vida, da un cambio y mira hacia la formación académica religiosa y se prepara a desarrollar su vocación innata y se hace “padre”, en el seminario de Puebla en México.
Regresa a Trujillo, y lo asignan a la parroquia eclesiástica de Nuestra Señora de la Candelaria en Chejendé, luego en la ciudad de Trujillo en la parroquia eclesiástica de San Judas Tadeo de la parroquia Matriz del sector La Vega. Al concluir ese periodo religioso, sale a la ciudad de Roma, a seguirse preparando en orden filosófico y teológico. De nuevo a Trujillo, para llegar a atender la parroquia eclesiástica Santísima Trinidad y la iglesia San Judas Tadeo de Campo Alegre en Carvajal. Cumpliendo una gran labor, para la iglesia y la comunidad.
Javier fue un ser humano profundamente sencillo, auténtico, él fue lo que demostró y actuó. Amigo de primer orden del humor, por lo general su gran compañera fue una sonrisa que compartía, producto de su continuo humor, virtud que lo hacía muy ameno y lo acercaba a la gente con un verdadero un humor, más no un cinismo. Siempre fue un símbolo de unión de la familia, por su condición de presbítero y sensatez.
Obtuvo una relación muy estrecha con Santiago, allá en la tierra del maestro Pedro, su nono, con sus tías: Petra, Teresa, Eda e Hilda. Justamente el día de su velatorio Rafaelito Uzcátegui, recordaba que en su pueblo lo recordaban como el flaco Javier. En cuanto a cultura familiar, pues de ahí nacen los códigos de nuestros valores, entre ellos los de las creencias, el respeto por los demás.
En el último tiempo, del sector Campo Alegre sale destinado para atender la parroquia eclesiástica de San Juan Bautista y el santuario de la Virgen del Rosario de Durí, en la Mesa de Esnujaque; aproximadamente tenía un tiempo de tres años.
Triste noticia, el día 31 de diciembre amaneciendo, revisando las redes sociales, en el portal de La Mesa de Esnujaque en Facebook, apareció la siguiente información: “Nunca en la historia de La Mesa de Esnujaque, las campañas de nuestra iglesia habían sonado tan triste, como anoche, por la muerte del Padre Javier”. Corroboré las noticias, inmediatamente recordé la muerte de mi madre, quien se murió entre un 24 de diciembre y 25, inesperadamente. La muerte nos pone triste, nos minimiza, nos empequeñece.
De la constitución de la familia Rangel Andara, ya son varios los que han partido como dice Octavio Paz. “Hoy recuerdo los muertos vivos de mi casa”. Ya partieron: Laura, Jorge Luis, Alejandro, Ademar, Hernán, Alicia, Carmen y ahora Javier.
Siempre te recordaremos, yo prefiero hacerlo con tu humor. Cuando Mario Moreno “Cantinflas”, ya muy avanzado de edad, le preguntaron ¿Cómo le gustaría que Dios lo recibiera? respondió: “Con una gran sonrisa”. Así recibió Dios a Javier, ¡Qué cosas tiene la vida! El patrimonio más cercano a ella, es la muerte”.