Trump, de pura caricatura, es hasta obvio para un humorista, ¿no cree?
Han proliferado las imitaciones, pero le cogí el gusto en cuanto tomó posesión. Es demasiado payaso y él no sabe que es un tonto peligroso. Por eso hay que darle pal’ pelo… rubio, amarillo.
¿Podría Trump hacer carrera como cómico?
Como decía Robert de Niro, no creo que sirva ni como mal cómico. Los colaboradores que se le acercan salen huyendo. No está compenetrado ni con quien en teoría le apoya. Es un comediante, un desastre que en siete meses no ha hecho nada. Los mismos republicanos lo han parado. Hasta ahora, durante su mandato ha amnistiado a un sheriff, ha enviado un misil a Corea y poco más. Lo que ha hecho es el ridículo.
Ya no está Thatcher, pero tampoco Bowie ni Lou Reed, capitales como referentes.
Thatcher era conservadora, pero mucho más inteligente que Trump. Ella tenía otras formas. Este es un matón. Y las otras son pérdidas que duelen mucho. Bowie era un artista total, un carnaval. Igual de duro es perder a Johnny Winter y Joe Cocker. Para mí eran referentes.
¿Le interesa algún ídolo pop del momento?
La única que me merece algo de respeto por polifacética y lo bien que lo hace bien es Lady Gaga. Lo supe cuando la vi con los Rolling y Tony Bennet. El resto no son totales sino artistas de concurso de televisión. Bruno Mars también es interesante por ese cóctel de otros artistas como Marvin Gaye y Michael Jackson.
¿En quién diría que se ha reencarnado Satanás?
El que hizo Aute, que está delicado de salud, lo grabé en los 70. Se la dedico a él cuando la canto en directo. Es un diablo previsible, retorcido, marchista y xenófobo. La estrella de los diablos hoy es Donald Trump.
¿Ha leído ‘Patria’?
No, porque he vivido tanto esas situaciones y las he masticado tanto que me da pereza. No quiero volver a algo que tengo tan próximo. He hojeado algún capítulo y no he podido seguir porque todo me resulta demasiado cercano y doloroso.
¿Cómo ha quedado el País Vasco después de ETA?
El de hoy no se parece al de antes básicamente porque ya no se mata. Está en un buen momento económico, está resurgiendo.
Se acabó el terrorismo de ETA y ahora lidiamos con el del Estado Islámico.
Es una putada peor que ninguna porque aquí a los terroristas no les importa morir. No están en una batalla, sino que morir es parte de la liturgia. No sé dónde vamos a llegar con el terror de esa ideologización tan ramplona. Están pocos preparados pero son muchos. Con todo mi respeto al islamismo, una violencia imprevisible hace que tengamos más miedo que nunca.
¿Es mayor este miedo al de ETA?
Es distinto. Allí se tenía miedo al fascismo de un color y de otro, pero sabías dónde podía ir la cosa. Este, psicológicamente es aterrador.
Hoy en Twitter lo lapidarían con ‘Ellas las prefieren gordas’.
Ahora hay un humor políticamente correcto, blanco. Llega un momento que a este paso no se puede tocar nada. Estamos llegando a un momento tipo Goebbels en cuanto al humor. La gente se lo piensa dos veces a la hora de decir cualquier cosa y antes no pasaba.
¿Ha sufrido una regresión la democracia?
No solo por el humor. En un nivel artístico, sí. Hay una regresión mezclada con el terrorismo, con la guerra de religiones. Cuando más necesitábamos un presidente global con dos dedos de frente tenemos a Trump en un país que antes ha tenido liberales con talante. Obama ha sido un presidente fantástico y de ahí hemos pasado a un grosero e inculto fabricante de hoteles. Se necesitan líderes con fuerza, que no nos dejen desamparados. Es terrible. En comunicación, la gente cada vez está más sola. Van en familia a comer, piden lo que haya que pedir y nadie habla porque todo el mundo está con su aparato, con el móvil y nadie habla con nadie. Se tuitearán entre ellos. Es un mundo nada estupendo con adelantos sociales muy positivos y otros perjudiciales.
No le interesan las redes sociales.
No entro en esa dinámica. Quiero respirar. No veo incluso que en lo humano nos haya beneficiado.
¿Qué entrevista le dejó más huella de ‘Viaje con nosotros’?
Fueron varias. Unas salieron redondas y en otras me sentí incómodo. La de Camilo José Cela me impactó por decir lo de los dos litros por vía anal en directo. Estuvo muy participativo. Todas esas entrevistas tenían algo que me gustaba, pero me quedo con la de Santiago Carrillo, que estaba con una peluca de Cristóbal Colón y yo, con una de Tina Turner. Carrillo era entonces el diablo para mucha gente.
¿Cómo se tomó Victoria Prego su parodia en aquel programa?
Ni a ella ni a Pilar Trenas les hizo gracia la parodia.
Pero Pilar Miró lo apoyaba.
Pilar Miró me dijo que mientras no me metiera con la Constitución ni con el rey…
Y se atrevió de una tacada con la Virgen de Montserrat, el Barça y Jordi Pujol.
Antes de la emisión ya había polémica, pero Pilar Miró dijo que se emitiría y se emitió. Para mí, sin embargo, el sketch más redondo fue el de Victoria Prego y el de Felipe González, que me envió una carta felicitándome. Eso es impensable en otros.
¿Cómo cree que acabará el ‘procés’ catalán?
Es un gran interrogante. Quiero mucho a Barcelona, pero el homenaje era a las víctimas y aquello fue un panfletón. Mezclar las cosas no lo veo bien. La independencia es un debate enfurecido en el que no quiero entrar. Me gustaría que todos hiciéramos juntos el camino. Como vasco, lo veo desde una forma de compartir más la experiencia. Amo la paz y la imaginación. El Mundo.