Jerusalén, 21 mar. (EFE).- Más de 6,5 millones de israelíes están llamados a votar este martes en una cuartas elecciones para poner fin al bloqueo político y en medio de cierta euforia por la rápida vacunación y la reapertura económica con la que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, confía en salir reelegido.
Sin embargo, el alto número de indecisos estimado no permite alumbrar un bloque mayoritario en un parlamento tradicionalmente fragmentado, que depende de complejas coaliciones para crear Gobierno, más basadas en un eje pro o anti Netanyahu que en la acostumbrada confrontación ideológica de derecha frente a centro-izquierda.
Casi 40 partidos políticos concurren a estos comicios, aunque serán alrededor de una docena los que entren en el Parlamento (Knéset). Están en duda tres de ellos: el centrista Azul y Blanco, de Beny Gantz; el islamista Raaam, de Mansour Abás, y el izquierdista Meretz.
Un total de doce escaños –cuatro cada uno, según el mínimo para tener representación– están en el aire para sumar una mayoría de 61 diputados de los 120 de la Cámara. Nadie se atreve a predecir los resultados.
VOTAR EN PANDEMIA
124.829 israelíes más tienen derecho a voto respecto de las pasadas, en marzo. Un total de 6.578.084 ciudadanos, muchos de los cuáles no habían podido regresar por las restricciones fronterizas de la pandemia, relajadas desde el domingo, por lo que se han habilitado cuatro puntos de votación en el mismo aeropuerto internacional de Ben Gurión.
La participación es clave. Israel invertirá más de 170 millones de euros para acercar las urnas a los ciudadanos contagiados y en cuarentena. Serán las elecciones más caras de su historia. 801 autobuses en todo Israel estarán habilitados también como centros de votación para atender imprevistos como la detección de un positivo en un colegio electoral que obligue a cerrar.
El trasporte público será gratuito desde esta tarde y durante toda la jornada electoral del martes, festiva en el país para facilitar los desplazamientos.
20.000 agentes de la policía estarán desplegados en equipos especializados para velar por la normalidad de la votación.
CUATRO HOMBRES PARA UN DESTINO
El favorito en las encuestas sigue siendo el Likud del primer ministro, Benjamín Netanyahu, con unos 30 escaños, a quien no parece haber afectado el juicio por corrupción que afronta. Los israelíes votarán tras semanas de una progresiva reapertura económica, con más de la mitad de la población vacunada, lo que ha devuelto la sensación de normalidad a las calles.
Los acuerdos de normalización de relaciones de Israel con cuatro países árabes –Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos y Sudán (éste a falta del acuerdo definitivo)– es otra de las bazas electorales con las que Netanyahu aspira a prolongar un mandato que renueva consecutivamente desde 2009.
Tiene asegurados sus tradicionales socios ultraortodoxos –Shas y Judaísmo Unido de la Torá– y la extrema derecha del Partido Sionista Religioso, de fuerte retórica racista, liderada por Bezalel Smotrich.
El principal rival para disputar la jefatura de Gobierno a Netanyahu es el centrista Yair Lapid, de Yesh Atid, pero con una estimación de entre 16 y 19 escaños necesitaría sumar el resto de listas que se presentan para desbancar a Netanyahu, como Guideón Saar, quien abandonó el Likud para crear Nueva Esperanza, que tiene una previsión de 9 escaños.
El cuarto candidato en intención de votos es el ultranacionalista Naftali Benet, de Yamina (unos 9 escaños), quien dijo el domingo que no apoyará un Gobierno con Lapid, ni uno con Netanyahu que requiera del apoyo de listas árabes.
En definitiva, son diversos los factores que influirán en los cuartos comicios que celebra Israel este martes en menos de dos años.
«Sólo una cosa está clara: no debería sorprendernos si al final nos sorprende mucho», resumió hoy el analista Matti Tuchfeld en el periódico oficialista, Israel Hayom.
Laura Fernández Palomo