13.957 placas de agradecimiento al Dr. José Gregorio Hernández cubren gran parte de las paredes del Santuario de Isnotú, y son más de 5.000 las que están en los depósitos en espera de los espacios adecuados donde colocarlas. Esta es una pequeña muestra de la huella de los peregrinos que vienen a agradecerle sus favores al hijo de este pueblo. La enorme mayoría no traen ninguna placa, pues vienen con su carga afectiva y la expresan en oraciones, asistencia a misa, en encendido de un velón, la colocación de un voto, unas flores, una carta o fotografías. También dejando objetos que van desde vestidos de novia, o de bautizo, restos de un yeso, muletas, sillas de ruedas y paremos de contar.
Los devotos o peregrinos que llegan a Isnotú todos los días vienen principalmente a agradecer, pues la promesa se hizo cuando la enfermedad o el accidente se produjeron en su lugar de residencia. No se aplaza la oración al milagro o el favor, se reza cuando la angustia oprime el corazón y se busca, además de la ciencia, la intercesión del Beato en la curación de la persona, pues fundamentalmente la devoción a José Gregorio se vincula a su condición de médico.
De tal manera que Isnotú es un lugar para la gratitud, más que para la solicitud. Más para dar gracias que para pedir favores. Y esto genera una particular energía que se siente y de vive plenamente allí. Allí en esos espacios no hay música estridente, ni gritos, ni palabras tóxicas y en cambio predominan las conversaciones gratas.
El silencio preside el ambiente del Santuario del Niño Jesús de José Gregorio Hernández, y así lo han entendido los responsables de su administración y mantenimiento. Todo el ambiente es de recogimiento y oración. Limpio y con plantas naturales en todas partes. Devotos de manos generosas y talento de artistas mantienen siempre decorados con flores naturales tanto la imagen a la entrada en el quiosco construido en el sitio donde nació, como en el templo. Son arreglos florales fruto del amor y la gratitud.
La palabra “gracias” es una de las más bonitas del idioma castellano y justo tiene que ver con hermosura, belleza, armonía, caridad, perdón, regalo, bondad, simpatía y muchos otros términos relacionados. La gratitud es, según el Diccionario de la Real Academia Española, el “sentimiento que obliga a una persona a estimar el beneficio o favor que otra le ha hecho o ha querido hacer, y a corresponderle de alguna manera”.
Allí en estas palabras están las definiciones que orientan la razón de ser de este Santuario y las que deben prevalecer en las personas que allí trabajan y acuden, así como en sus ambientes y procesos. Y no sólo del Santuario sino de todo el centro poblado de Isnotú, cuyos habitantes en muy concurridos procesos de planificación estratégica, definieron su declaración de Visión: “Ser el paraíso espiritual de Venezuela”, que recoge la idea de la biodiversidad, los paisajes y ambiente natural, con los valores de cordialidad, bondad y servicio propios del Dr. José Gregorio Hernández, lo que representa un desafío para que cada habitante del lugar internalice las ideas del desarrollo humano integral propuesto en la Carta Encíclica “Alabado Seas” del Papa Francisco, la inspiración de San Francisco de Asís del amor a la creación y a sus creaturas, y la vocación franciscana del Beato.
“Sólo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud” dijo el filósofo francés Jean de La Bruyère (París 1645 – Versalles 1696); y afirmaba el teólogo y filósofo dominico Maestro Eckhart de Hochheim (Turingia 1260 – 1328): “Si la única oración que dijeses en toda tu vida fuera, ‘gracias’, eso sería suficiente”. Ha aquí las frases que deben definir y orientar los lugares donde nació el prócer civil más conocido y querido de Venezuela. Isnotú como “paraíso espiritual de Venezuela” y el Santuario como “lugar de gratitud”.
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