Isabel Linares y El Amparo | Por: Luis Huz Ojeda

Isabel Teresa Linares de Suárez –Isabelita- dejo este mundo terrenal a los 98 años de edad.

 

 

En Las Aguaditas de San Lázaro ya son algo pasadas las seis de la mañana, es martes 8 de octubre de 1916, trina la paraulata y salta de rama en rama, al interior del rancho habitado por la pareja de lugareños, Isabel Teresa Valecillos y Joaquín Linares, la comadrona de la aldea ejercita sus adiestradas manos ayudando el arribo a este mundo del quinto hijo procreado por esta pareja, que en ese preciso instante asoma, una hermosa niña a quien le colocan por nombre Isabel Teresa.

 

El Amparo

En 1920, cuatro años más tarde de este acontecimiento, Isabel Teresa Valecillos y Joaquín Linares se mudan con familia y pertenencias a una amplia casa de bahareque con techo de paja, piso de barro con extenso patio que Joaquín Linares estuvo edificando por espacio de dos años luego de haber comprado el lote de tierra, situada a la entrada y salida del camino de bestias, que luego, con la aparición del primer automotor fue ampliado, pasando a ser la primera carretera o vía de comunicación vehicular entre Carvajal con Valera e inversamente. Lugar tenido como punto de referencia para el encuentro y a la vez área de descanso por quienes por allí transitaban, cuando eran sorprendido por la noche o las fuertes lluvias que caían con regularidad, al llegar aquí, a los predios de la familia Linares-Valecillos el viajante hallaba amparo, café, comida y cobijo, pudiendo colgar un chinchorro para dormir o pagar una módica suma por el uso de un catre y una cobija en los extensos espacios del fondo de esta cálida vivienda, para la época conocida como -La Casona del Amparo-, aquí también había una surtida pulpería que ofrecía a sus clientes desde una aguja para coser ropa manualmente hasta balas para escopeta, la infaltable copa de aguardiente para avivar un poco el espíritu, además tirar una mano de dados o jugar una partida de barajas, la permanencia a través del tiempo de este escenario consintió instituir a este sector con el nombre de -El Amparo-.

Además de Isabel Teresa Linares Valecillos y sus progenitores aquí también vivían otras familias entre las que se cuentan: Carlos Baptista; Francisco –Pancho- García; Moisés Bastidas; Leopoldo Contreras; Rómulo Matheus; Rosalino Suárez, con sus respectivas esposas e hijos; y existieron otras dos recordadas pulperías una de ellas propiedad de Francisco –Pancho- García atendida por sus descendientes: Francisco, Manolo y Orangel  quienes vendían de todo, la otra más pequeña de Moisés Bastidas distinguida de las dos anteriores por la venta de sabrosas hallacas de caraota, el inigualable guarapo de panela y miche aliñao que solo sabía preparar Tella, la jefa del hogar.

Siendo importante referir que en esa época la casi totalidad de –El Amparo- estaba plantado de cocuiza y piña criolla.

 

Niñez

Fue en este ambiente, envuelta de amor, valores morales, espirituales, familiares, comercio y constantes visitas de viajeros procedentes de lugares circunvecinos donde la infanta Isabel Teresa creció y descubrió tempranamente su identidad con la naturaleza. Los alrededores de la casa eran adornados por el mágico color de un hermoso vergel florido, al igual que en sus pasillos y corredores lucían materos plantados de helechos, orquídeas y variada flora de impresionante belleza que Isabel Teresa cultivaba y cuidaba con dedicación y esmero para ofertar a propios y visitantes a costos solidarios. Así fue como comenzó el desarrollo de sus habilidades con el comercio, oficio que aprendió de su padre a bien temprana edad.

 

Juventud

Luego de todo un hacendoso proceso de formación familiar donde experimentó el usufructo de los recursos naturales del entorno, ya siendo señorita era una experimentada y productiva artesana en la manufactura de boinas de tela, muy solicitadas por los caballeros por ser parte de la moda en esos tiempos, así mismo diseña, cose y teje manteles de mesa, tapetes y tendidos de cama a mano. También era diestra en la elaboración de cuajadas de leche envueltas en hojas de plátano, morcillas aliñadas, largas melcochas de panela amarilla que semejaban gruesos hilos de oro, hilando cabuya, tejiendo cogollo y todo lo concerniente con distintas faenas del campo más los oficios del hogar.

 

Matrimonio

Aquella hermosa y esbelta mujer de constitución delgada, pelo encrespado, tierna mirada, ligero caminar, portadora de inmenso corazón, trabajadora por demás, pese a la desaprobación de sus padres con su matrimonio, a mediados del año 1941 hace casamiento con Heriberto Suárez en la casa materna de una familia amiga, los Aguilar-Núñez de Carvajal, a partir de ese momento une lazos para toda su vida con ese caballero formando juntos numerosa familia compuesta por ocho hijos que le depararon la complacencia de conocer diecisiete nietos y veintiún bisnietos.

Cuando en la madrugada del miércoles 16 de abril de 2014, Isabel Teresa Linares de Suárez partió a rendir cuentas ante el Creador ya le pisaba los talones a los 98 años de edad.

 

 

 

 

 

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