Inteligencia emocional de los jóvenes disminuye por juegos de video

 

Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)

En Febrero del año 2006 se publicó un interesante libro titulado: ‘Lo que Creemos pero no Podemos Confirmar’ (1).

El editor es el conocido empresario cultural estadounidense John Brockman, (nac. 1941), que desde los años 1990 se ha dedicado a promover la llamada ‘Tercera Cultura’ que consiste en: “Esos científicos y pensadores del mundo empírico, que con sus trabajos y escritos están tomando el lugar del intelectual tradicional para poner de manifiesto los significados más profundos de nuestras vidas, redefiniendo quiénes somos y lo que somos” (2).

En efecto, el novelista y físico inglés Charles P. Snow (1905-1980) publicó en el año 1959 su obra: ‘Las Dos Culturas’, en la cual plantea que la sociedad inglesa está dividida entre dos culturas: la cultura humanística y literaria por un lado y la cultura científica por el otro lado. Entonces John Brockman ha publicado como editor varios libros tratando de fusionar ambas culturas, es decir, ha tratado de analizar y divulgar las implicaciones filosóficas existenciales de los grandes avances científicos.

El caso es que en el mencionado libro unos 110 autores de muy diversas especialidades científicas y filosóficas, plantean algunas cosas que creen en su campo de conocimiento particular, aunque todavía no se hayan podido demostrar. Uno de los ensayos es de Daniel Goleman (nac. 1946), psicólogo estadounidense que en el año 1995 publicó su conocida obra: ‘Inteligencia Emocional’, que marcó un hito en la historia de la psicología. En ella, plantea que la inteligencia emocional de una persona puede ser más importante para lograr metas en la vida que la llamada ‘inteligencia tradicional’, la cual siempre se ha medido como el ‘Cociente de Inteligencia’.

En ese ensayo Daniel Goleman asevera que los niños son víctimas, entre otras cosas, del desarrollo tecnológico de los aparatos de video, aunque aclara que todavía no lo puede probar. Goleman asevera que durante las últimas décadas la inteligencia emocional de los niños y jóvenes se ha deteriorado significativamente. En tal sentido Goleman refiere que el psicólogo y psiquiatra estadounidense Thomas Achenbach (nac. 1940), de la Universidad de Vermont, ha estudiado muestras de 3.000 niños de todas partes de los Estados Unidos con edades entre 7 y 13 años y ha analizado 42 indicadores de ‘salud emocional y social’ de esos niños. La primera muestra la estudió a comienzos de los años 1970, la segunda unos 15 años después, y la tercera a finales de los años 1990. Lo que se encontró es que la salud emocional cada vez estaba peor, ya que se observaba un porcentaje creciente de casos de ansiedad, depresión, incapacidad para concentrarse, y tendencia a delinquir y comportarse agresivamente.

Esos son los datos y Daniel Goleman dice que aunque no lo puede demostrar, él cree que ese deterioro creciente de la salud emocional de los jóvenes, en parte se puede explicar por una serie de factores, entre ellos que ahora ambos padres trabajan y tienen menos tiempo para atenderlos. Goleman también sugiere que ahora el joven dedica menos tiempo para aprender habilidades sociales y emocionales con sus familiares y otros jóvenes. Pero quizás el factor más interesante que considera Goleman es el factor tecnológico de los aparatos de video y dice textualmente: “Los niños de hoy – en el mundo desarrollado y cada vez más en el mundo en desarrollo – emplean más tiempo que nunca antes en la historia humana, frente a un monitor de video (…) Aunque esos niños pueden crecer con mucha facilidad para usar computadoras, indudablemente están fallando en lo que se refiere a adquirir esas habilidades que le permitirán relacionarse con otros seres humanos” (3).

Goleman también dice que en el cerebro humano los circuitos neuronales prefrontales-límbicos son cruciales para la adquisición de las habilidades emocionales y sociales, y que esos circuitos cerebrales son los últimos en desarrollarse y madurar desde el punto de vista anatómico, ya que ese desarrollo no se completa hasta los 25 años aproximadamente. Entonces prosigue diciendo que si esos circuitos de conexiones neuronales no se forman adecuadamente en esos primeros 25 años de vida, eso acarreará consecuencias para la inteligencia emocional de la persona. Así Goleman dice textualmente: “Son las experiencias durante la niñez las que dictan cómo se construirán esas conexiones” (4).

Por otra parte, Goleman no lo considera, pero también podríamos preguntarnos: ¿Desarrollan buena cultura los niños que se pasan horas y horas con esos videos en computadoras?…Resulta demasiado obvio que esos juegos de video y todo eso que llaman ‘chatear’ por computadora, etc., no contribuyen a que el niño o el joven desarrollen una buena cultura.

Las computadoras y el Internet son un arma de doble filo, porque por un lado permiten el acceso a todo un mundo de información fabuloso, pero por otro lado permiten que muchos niños y jóvenes pierdan miserablemente su tiempo en actividades que no dejan ningún provecho. En efecto, un joven puede usar la tecnología del Internet y las computadoras para investigar muchas cosas importantes y valiosas, pero la mayoría de los jóvenes utilizan esas tecnologías para frivolidades que rayan en la bobería.

Hay que agregar que actualmente el papel de las computadoras para los juegos de video, ha sido sustituido por los modernos celulares androides que son minicomputadoras. En efecto, un eminente profesor universitario de matemáticas que conozco, estuvo dando clases en un colegio de Valera (Estado Trujillo, Venezuela), y me contaba que los estudiantes de ambos sexos, continuamente estaban embelesados, por no decir ‘hipnotizados’, usando sus celulares para todo tipo de juegos de video sin prestar atención a las clases.

Por otra parte, en general hay evidencias de que el internet está causando mentes superficiales. En fecha 13 de marzo de 2021 publiqué en este diario un extenso artículo titulado  ‘El Internet Puede Causar Mentes Superficiales’. En ese artículo referí en detalle  la importante obra del escritor estadounidense Nicholas Carr (nac. 1959) titulada ‘Los Superficiales. Lo que el internet está haciendo a nuestro cerebro’, publicada en 2011. También vimos que en el año 2021 Nicholas Carr en una entrevista declaró: “Por desgracia mis predicciones sobre internet se han cumplido y son incluso peores de lo que se esperaba (,,,) Nos estamos volviendo menos inteligentes, más cerrados de mente e intelectualmente limitados por la tecnología” (BBC News Mundo, 4 de febrero de 2021).

En conclusión, resulta muy evidente que hay que valorar y utilizar las potencialidades del internet en términos de acceder a la buena información de todo tipo (cultural, política, etc.), pero desechar los aspectos negativos como los juegos de video, etc.

NOTAS: (1) John Brockman (Ed.) (2006) ‘What We Believe but Cannot Prove’. Harper Perennial. New York. USA. (2) Pag. ix en ‘Preface’ en John Brockman, op. cit. (3) Pag. 191 en John Brockman, op. cit. (4) Pag. 191 en John Brockman, op. cit.

 

 

 

 

 

 

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