Luis A. Villarreal P.
Creer en los acuerdos asumidos en Barbados, vertidos en un papel con sus correspondientes firmas, ante la representación mediadora del Reino de Noruega, es lógico y convincente si observamos negociadores con aval de rectitud y cualidad democrática, pero increíble cuando sabemos por experiencia la característica de quienes sintiéndose sin razones plausibles o valederas para aferrarse a lo inaudito, a la idea de seguir gobernando con tan mala praxis y pésimos resultados, y por supuesto con la contrariedad y temor de los diversos estratos sociales.
Los aspirantes a continuar con el Estado insolvente y depauperante, simplemente acuden a la mesa de negociaciones no a facilitar la solución de un problema del tamaño de una Venezuela en desbarajuste institucional ‘descomunal’ —afectando millones de vidas y poniendo en peligro la República misma—; no, nada de eso, sino tratando de colocar las trampas urdidas en sus despropósitos humanos y políticos.
Con lo expuesto estamos reiterando el más firme e infortunado de los realismos: la inexistencia de interlocutores con puntos afines en cuanto a la búsqueda de soluciones para Venezuela se refiere. Si no existe ningún tipo de convergencia, de estima y compromiso común con el país, por mínimo que sea —y no hablemos de lealtad o verdadero amor por él—, entonces es una mesa de negociación sin extremidades, siempre súper dificultosa a la hora de satisfacer el clamor de los venezolanos.
Todos hemos visto lo accidentado y traumático de la mesa de diálogo entre oposición y régimen venezolanos, desde sus inicios
Habilitada con la finalidad y esperanza de hacerla útil a los más ponderados intereses de Venezuela, priorizando en el bienestar y progreso de los habitantes en el marco de un país con evidentes posibilidades y plenos derechos ciudadanos. Pero en el diálogo hay un sector obligado por la comunidad internacional e impulsado en su exclusivo deseo de seguir al frente de un país por ellos mismos desmoronado.
Por tal razón hemos sido testigos del abandono del diálogo, del ruego y presión para continuar y mantenerlo, también de expresiones acusadoras de haber «pateado la mesa», por excentricidades, exigencias e incumplimientos. Más recientemente, se ha llegado a decir: «han colocado una granada fragmentaria a la mesa de diálogo»; debido a la obstrucción judicial contra la candidata del cambio y de la Plataforma Unitaria Democrática.
Gerardo Blyde, cabeza de delegación opositora en la mesa de negociaciones, ha procedido, como corresponde, enalteciendo los Acuerdos de Barbados, porque según él son estos ‘en sí mismos’ el máximo logro del proceso negociador averiado por renuencia y reincidencia de la contraparte oficialista quien ha hecho de todo para contrariar y minar la persistencia opositora.
Destaca Blyde algunos logros a la vista y otros encaminados —aunque en pico e’ zamuro según el mismísimo oficialismo cuando señala a un diálogo en terapia intensiva— todos gracias a dichos acuerdos: la realización sin inconvenientes de las Primarias y la no judicialización de la Comisión Nacional de Primarias —sin mencionar la nulidad judicial de las mismas. Aparte de eso, la liberación de algunos detenidos, sin contar, desde luego, los intercambios de privados de libertad entre Venezuela y Estados Unidos. Y de otros tantos por venir previstos en la hoja de Ruta Electoral tendiente a mejorar las condiciones de participación y seguridad del voto en los próximos comicios presidenciales.
Reconoce y cuestiona Blyde, como representante de la delegación opositora, el incumplimiento del régimen en buena parte de los compromisos firmados; principalmente sobre el caso de finiquitar las inhabilitaciones, de acuerdo al dictamen final del TSJ basado en el debido proceso, incluyendo la evacuación de pruebas fehacientes, sobre los supuestos ilícitos y derecho a la defensa de los perjudicados; lo cual complica en grado superlativo el camino electoral rumbo a las presidenciales; al tratarse de la reiteración de las inhabilitaciones, con decisión judicial ‘firme’. A Capriles, para disimular, y a la nominada presidencial opositora democrática de Primarias del 22 Oct., sin tomar en cuenta los procedimientos legales establecidos, desechando medidas cautelares y el juicio correspondiente; a cambio del sumario procedimiento realizado, mostrando a los venezolanos y al mundo el ‘cenit’ del oscurantismo judicial en la Tierra de Gracia.
Del lado oficialista se ha dado a entender la Inhabilitación de la María Corina Machado —legitimada y ungida en Primarias con abundante y contundente participación de la ciudadanía— como un procedimiento judicial genuino ajustado a derecho; considerándolo de hecho y con satisfacción ‘cosa juzgada’ —al estilo del británico David Cameron en relación al Laudo ‘Arbitrario’ de París de 1899—; cuestión absolutamente reprochable, porque según los procedimientos puestos oficialmente en práctica se ve única y nítidamente la exacerbada intención de sacarla de la ‘competencia’ presidencial; sin verdadero contendor ante ella por cuanto su posicionamiento popular es arrollador.
El oficialismo, en su trinchera judicial, tiene el gran reto y deber en lo sucesivo de sacar a la luz las implicaciones y respectivas pruebas de las inhabilitaciones; porque, aunque haya interesados en relevar la candidatura democrática del cambio a través de excusas y oscuros arreglos oposicionistas, la candidata del cambio austero sigue recibiendo apoyo incondicional, y adhesiones oferentes dispuestas a realizar su máximo esfuerzo en la transición democrática. Es decir, en la reconstrucción del país.
…
Cumplir acuerdos, sin trácalas
Según el bamboleo
de acusaciones, los ambivalentes
e implícitos acuerdos
de Barbados se mecen
en la penosa discordia de quienes
estamparon su firma.
Al rubricar tan arduos compromisos
no tuvieron la misma
hidalguía y objetivo.
La oposición actuó sin desconfíos,
sin ver implicaciones
en texto y términos utilizados
que el régimen supone
literalmente claros.
El Reino de Noruega está mediando,
requiriendo a las partes
revisión puntual de lo que se acusan
de violar, y así salven
la mesa que procura
para Venezuela ¡Elecciones Justas!
L A V P
Ante estas circunstancias portadoras de álgidas dificultades, comprometiendo el ansiado curso de la Ruta Electoral, se espera de la facilitación noruega exhaustiva revisión de estas complicaciones y exija, de la respectiva Comisión de Seguimiento y Evaluación de los acuerdos, una explicación sobre el comportamiento oficialista y opositor en relación a las acusaciones y culpabilidades mutuas sobre la violación de lo firmado en Barbados
Se debe exigir el cumplimiento de esos acuerdos en relación a mejores condiciones en el proceso de Elecciones Libres Presidenciales, y a la prontísima publicación del cronograma electoral [en lo cual ya está ocupado el oficialismo, según ha dicho], con la respectiva fecha de las esperadas elecciones, porque en base al mismo se debe precisar al máximo los aspectos i n t e g r a l e s de los comicios. Sin omisiones.
Igualmente, tratar de evitar la aprobación de la nueva ley anti-ONGs, cuyo propósito es neutralizarlas, controlar sus funciones o eliminarlas; conculcando el derecho de asociación, en perjuicio del trabajo voluntario de la ciudadanía en aras del colectivo. Teniéndose en cuenta el lamentable precedente de Nicaragua y la asomada disposición de entregar la responsabilidad de su efectiva regulación y control, según se dice, al sector castrense; o sea, la intención de militarizarlas.
Y con el mismo ahínco, hacer el suficiente esfuerzo de unificar independientemente de tabúes y cálculos electorales, sin actitudes y expresiones contraproducentes favorecedoras de intereses anti venezolanos, la lucha por el rescate de la Guayana Esequiba; sin complejos ni vacilaciones, sino más bien vigorosa y total, tendiente a mostrar al mundo —particularmente a Guyana y sus aliados anglosajones, a los organismos OEA-ONU- CARICOM— nuestro gran compromiso con la integridad territorial de Venezuela, base fundamental de nuestra soberanía. Sobre este punto, uno de los acuerdos de Barbados, la Oposición democrática ha quedado corta, a la deriva y en entredicho.
La lucha continúa en los mismos términos; con el propósito ahora de hacer valer la candidatura del cambio, ya decidida por el pueblo en las Primarias, y sin posible relevo a la vista.