Luis A. Villarreal P.
La situación que presenta la crisis extenuante del pueblo de Venezuela se está poniendo atípica en el ámbito mismo del sufrimiento donde la esperanza no doblega sino se repotencia.
Son circunstancias indeseadas y parte de la vieja sospecha. Vale decir que los despropósitos dejan ver sus nocivas ejecutorias cargadas de osadía y desfachatez, lo que proyecta la lucha a escenarios de impredecibles consecuencias porque al conglomerado nacional según parece se le ha terminado la paciencia, no tiene miedo ni más qué perder, y no seguirá calándose este calvario de país.
Tenso y desafiante suspenso es lo que se palpa y se respira en el ambiente ciudadano. Si bien con más incertidumbre se ha crispado, esperanza y aguante hay para exportar, pero con coraje a flor de piel
Estamos en zozobra desde el anuncio del desguace del CNE, dándose a saber la determinación de fortificarlo bajo la égida de conocidos y cuestionados rostros, ávidos de llevar a cabo la disuasión electoral. Porque se cree, no sin antecedentes y razones, en la recurrente conveniencia de atenuar y reducir la participación con más desconfianza; y qué mejor que plantar ante el país un CNE mucho más identificado con el oficialismo.
También —y es lo más grave— con los perniciosos comentarios provenidos de personeros y asistentes del régimen, en el sentido de promover inhabilitaciones políticas lógicamente contra dirigentes practicantes del ejercicio democrático en las Primarias y porque gozan de respaldo popular incuestionable en las mediciones de intención del voto.
Por supuesto, la causa, por la que han fichado a estos líderes, se complementa y se extiende en la medida de que ellos buscan adecentar la representación de la oposición partidista en el país, y quieren legitimarla con abundante participación del electorado investido de ciudadanía; y, además, adecuarla, robusta y coherente, confiable y capaz, al gran reto de las Elecciones Libres presidenciales, en el marco de un Gran Compromiso Nacional.
Las tertulias y el compartir ciudadano ya no hallan qué especular o atinar; con la convicción, eso sí, de que el compendio de imaginaciones y deseos encierra presagios buenos y no tanto, sin dejar de afianzarse a lo positivamente creíble como manda la esperanza impregnada de fe y real optimismo, teniendo en cuenta a cada instante el tamaño y las argucias del régimen cuestionado.
Incertidumbre y coraje electoral
Las Primarias sonríen,
no se sentían tan
[indispensables,
tampoco muy felices.
Sólo ahora están dándose
postín y gozo al ver sus
[atacantes
guarecerse y a los cómplices
sin saber qué hacer: viendo las
[nubes
armando ventarrones,
presienten los ajustes
en camino y que ya no serán
[inmunes.
Sus privilegios llegan
al fin. Las mentiras y tropelías
nunca serán absueltas.
El pueblo y la justicia
les dará su temida medicina.
La Inhabilitación
es el último recurso del régimen
contra el opositor
confiable y trascendente,
pero el pueblo se apresta a
[defenderse.
L A V P
La inscripción de las precandidaturas —hasta la actualidad— ya han demostrado el deseo dirigencial de practicar la democracia, y no solo de pregonarla como algunos sin pena ni tapujos así lo manifiestan
De mantenerse tan firme disposición en el transcurso hacia el 22 de octubre 2023, sin que opten algunos aspirantes por saltarse la talanquera, a no ser que ocurra otra decisión en apoyo a sus compañeros competidores —más no yéndose por el atajo a las Presidenciales para intentar dividir la votación opositora—, es porque simplemente quieren compactar la Unidad por anticipado y ganarse la voluntad ciudadana.
Las Primarias, a este nivel ya están dando los frutos. Muestran cuáles son las maderas con las que se está contando para reconstruir del mejor modo posible el edificio de nuestra democracia, al estilo sobrio y clásico, eficiente, útil y bondadoso, como la soñaron nuestros padres fundadores —los de la República Libre y Soberana, y también los de la era partidista moderna, aunque en ambos casos muchos no quisieron emular sino utilizar para satisfacer sus egos—.
Supusimos que habría promoción de gatos por liebres, como en efecto. Pero anticipadamente quienes fungían de demócratas, sin tener pasta para ello, salieron en falso hacia las Presidenciales sin contar con el sufragio del elector —o sea, sin la participación soberana del conglomerado nacional—.
En este punto fallan y siguen fallando muchos que se creen archi demócratas, porque ciegos e inconscientes —o con intereses personales — han despotricado de las Primarias y se han colocado al margen de ellas, sin apenarse siquiera de querer dejar al pueblo sin voz ni voto; prefiriendo sin ambages la escogencia del candidato opositor por ‘la vía del consenso’; es decir, por medio de cogollos grupales y elitistas, ni siguiera por verdaderos partidos o por intermedio del pueblo. ¿Qué clase de líderes o referencias democráticas son estas personas y eméritos de la democracia venezolana?
La explicación que han dado los dos rectores del CNE ‘ajenos’ al polo oficialista, Enrique Márquez y Roberto Picón, no deja de asombrarnos al explicar ellos la razón de su renuncia [aunque este último planteó su interés de volver, volver, volver, si lo consideran pertinente] ante quienes detentan el legislativo cuestionado que supuestamente requirió la renuncia de todos los rectores, titulares y suplentes, con la curiosa y ‘voluntariosa’ intención de ‘adecuar el poder electoral a los requerimientos actuales’.
Estas personas [los ex rectores ‘imparciales’], simplemente en sus palabras dan a entender que ‘facilitan el deseo de la cuestionada Asamblea Nacional 2020 ahora decidida a mejorar el sistema democrático venezolano’.
Sus palabras de despedida, y al, ‘respetuosamente’, dejar el camino libre y sin obstáculos a los más aferrados en seguir conduciendo el CNE con el fin de que estos puedan corregir los errores que definitivamente han hecho del ente comicial un órgano parcializado y de extrema desconfianza, es ni más ni menos obsecuencia pura, y demuestran ser condescendientes con el oficialismo. ¿Y a quién obedecen? A sus postulantes o a sus partidos y simpatías que tuvieron que dejar para llegar al CNE, posiblemente.
Como diría el gran Pompeyo Márquez: una manera ‘eufemística’ de hablar que sin duda y lógicamente beneficia al poder interesado en salirse con la suya.