*** De los 39 incendios registrados oficialmente en Trujillo, 25 se originaron en la mitad de las cuencas, que en su mayoría están en las zonas rurales, a las afueras de la ciudad, 12 en las cuencas bajas, mayormente ubicadas en las ciudades o residencias urbanas y 2 en la parte alta de la cuenca, en páramos y nacientes de agua
Luis Rivero / ECS
Trujillo está enfermo. Sus montañas ya no presumen el mismo verde vivo. Sus ríos ya no gritan con la misma fuerza, su brisa ya no baila con la acostumbrada frescura. Está enfermo, su vida, poco a poco, se ha ido extinguiendo, a causa de las llamas que en estos años, particularmente en este, han provocado sus habitantes.
Según el Ministerio de Eco-Socialismo, en los últimos seis meses se reportaron en el estado Trujillo 39 incendios forestales, los cuales han afectado más de 351,62 hectáreas; cifras, que para el mismo Ministerio están muy alejadas de la realidad, pues al no tener los equipos tecnológicos y logísticos suficientes para atender y verificar todos los incendios, solo pueden contabilizar aquellos de los cuales recibieron reporte, por lo que el número de incendios, desde abril a septiembre, podrían estar rondando los 150, con un área de afectación real de 1.200 a 1.500 hectáreas.
En un año en el cual la mayor noticia ambiental han sido los incendios de la Amazonía, desastres del mismo tipo ocurridos aquí, como el de Escuque, que por semanas afectó más de 10 hectáreas al día, han pasado desapercibidos. Sin embargo, sus consecuencias ya comienzan a ser notorias, y sus proyecciones se muestran cada vez más graves.
Lo que el fuego quema
En este 2019 el estado ha vivido una de las temperaturas más altas registradas históricamente. Esto, es en parte producto de la disminución de las zonas boscosas trujillanas, pues estas no solo sirven para almacenar gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático, sino también como reguladores de temperatura. El sector La Beatriz es uno de los ejemplos de esto, pues pasó de ser una de las zonas más frescas de la ciudad, a un lugar muy caluroso. Pero esta no es la única consecuencia.
El ambientalista y profesor universitario Silvio Abreu, comentó que 75% de la producción de agua dulce se la debemos a las cuencas y humedades forestales, pero que con los incendios la capacidad de los bosques disminuye, comprometiendo así el caudal de los ríos, de los cuales depende la distribución del agua potable en los hogares, los sistemas de riego agrícola, entre muchas otras cosas.
Este problema, que según el World Resources Institute (WRI), llevará a 33 países del mundo a experimentar recortes drásticos en el suministro de agua, ya está afectando al estado, sobre todo en lugares como la Zona Baja y Carache, así lo aseguró el ingeniero y encargado de control y fiscalización ambiental de Trujillo, Yonny García.
Otra de las grandes consecuencias de la quema es la pérdida de los nutrientes del suelo, pues el fuego no solo evaporiza la humedad de la tierra y destruye sus propiedades, sino que elimina la capa vegetal desnudando así la superficie y exponiéndola directamente a los rayos del sol.
Además, desprotege a las montañas, elevando los riesgos de deslaves en épocas de lluvia, pues sin las raíces y la vegetación el agua penetra directamente la tierra, lavándola y desprendiéndola de las montañas, causando grandes desastres ambientales, como el vivido en Vargas.
Sembrando la extinción
Según el Ministerio de Eco-Socialismo, el 100% de los incendios registrados en Trujillo son provocados por el ser humano, en su mayoría, para expandir la frontera agrícola y adaptar terrenos boscosos a la siembra.
Estas prácticas no son nuevas, fueron usadas durante décadas por los aborígenes, quienes preparaban mediante al fuego pedazos de terreno para la siembra, sin embargo, este método resulta contraproducente, pues al quemar la capa vegetal también se destruyen los micronutrientes de la tierra, esterilizándola y dejándole solo el fósforo producido por las cenizas, mismos que termina desplazándose por el viento a los ríos o partes bajas.
En el caso de los suelos devastados por las llamas, su recuperación total es lenta, en algunos casos, imposible, y podría tardarse hasta cien años, declara el profesor Silvio Abreu, para quien este problema podría causar la destrucción de la humanidad, o la desertización de grandes espacios geográficos, como ya está ocurriendo en 168 países del mundo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“Este problema -añade el catedrático- también causará la migración de muchas familias que están quemando sus terrenos para sembrar, pues terminarán convirtiendo sus parcelas en zonas desérticas y eso los obligará a irse, no solo a ellos, también a quienes los rodean”.
A las puertas de la nada
Las consecuencias de los incendios no solo afectan a quienes queman, sino a todos. Afecta el agua que tomamos, la producción de alimentos que comemos, el aire que respiramos, el ambiente donde vivimos, la vida, la de todos, incluso la de quienes no han comenzado a vivir.
Es un problema cuyas soluciones deben marcar una forma de ser, de comportarse. Un problema que debe ser abordado como lo que es: un tema de supervivencia humana, por el cual podríamos dejar de existir.
¿Quién controla al fuego?
Al tener las consecuencias de los incendios un alcance general, los países crean leyes para regular y castigar las acciones que afecten de una u otra forma el daño desproporcionado al planeta. En Venezuela, estas leyes abarcan un sinfín de posibilidades y escenarios, incluyendo los referentes a los incendios, que contemplan hasta 6 años de prisión y multas hasta de 1.000 unidades tributarias (41.597.000 Bs) para quien dañe directa o indirectamente la capa vegetal y el suelo, sin embargo, existen ordenanzas que le dan carácter legal a la quema controlada con fines agrícolas; aun siendo este la causa principal de la mayoría de los incendios registrados.
Para Silvio Abreu, “es necesario reformar las legislaciones sobre el tema de la quema, ya que ningún incendio puede ser controlado, no lo fue nunca, ni será, menos ahora que enfrentamos estos cambios tan bruscos en el clima, el cual puede llevar una chispa de fuego de un lugar a otro sin importar la hora o la distancia”.
El ingeniero agrónomo y coordinador de programa Agroalimentario del estado Trujillo, Edgar Angulo, opinó que la quema con fines agrícolas es poco beneficiosa, pues no solo dañan la productividad del suelo, sino que aumenta la dependencia de agroquímicos para sustituir los nutrientes quemados.
Añade que, el aumento de los incendios iniciados por quemas “controladas”, se deben a la escasez de alimentos, fue esto lo que originó la vuelta a la agricultura de viejos campesinos, quienes habían emigrado a las ciudades, pero ahora, por la crisis alimentaria, retornan a sus parcelas y al encontrarlas enmontadas las queman para hacer más rápido el trabajo.
El ingeniero Edgar, además comentó que hay relación entre los incendios, los nuevos agricultores y la necesidad de producir más alimentos para satisfacer las crecientes necesidades del mercado venezolano. Sin embargo, quemar solo agravará el problema en un futuro próximo.
La naturaleza sola no se quema
El profesor Silvio Abreu descarta la hipótesis de incendios por causas naturales, ya que “en Venezuela no existen condiciones climáticas para la combustión espontánea por altas temperaturas, y especialmente en Trujillo, por rayos u otros fenómenos.”