“Trujillo, la ciudad que no envejece, Porque nace todos los días en el corazón de sus hijos”
Mario Briceño Perozo
Reina J. Cegarra S.
Múltiples acontecimientos, con profundas raíces históricas sustentan al Trujillo de todos los tiempos, para ser tierra de paz, bañada de gloria, estar presente y para siempre en la vida nacional con auténticos sentimientos de identidad, pertenencia y progreso, hacia el renacer de la Venezuela grande a la vida institucional y democrática.
La providencia quiso que los números 9 y 10 fuesen determinantes en su existencia nacional, y así hoy 9-10-2020 arriba a 463 años de fundada, desde aquel 9-10 – 1557, cuando entró a formar parte de la geografía, y Clío diosa de la historia, nos lo reporta como el Trujillo más joven, al darnos razón de Trujillo de Honduras en mayo de 1525 y Trujillo del Perú en marzo de 1535.
También arriba a 210 años, desde aquel 9-10-1810 de haberse conformado como entidad republicana, tomando la forma de provincia con pasos decididos hacia la libertad. Sobre estos dos eventos del 9 de octubre, nuestro ilustre coterráneo Don Mario Briceño Perozo expresó, cito- “Los dos eventos son igualmente memorables porque enlazan armoniosamente, ya que sin el primero no hubiese devenido el segundo. De aquí pues que el 9 de octubre sea para nosotros un día triunfal” -fin de la cita-
La vida de Trujillo es tan extensa, rica y maravillosa, que en la conmemoración de estas dos efemérides, se impone la pluralidad de pensamiento, razón que me permite presentar a las preclaras mentes de la Dra. Diana Rengifo de Briceño; al Dr. Raúl Díaz Castañeda y al Prof. .Alí Medina Machado, estudiosas de la historia como “maestra de la vida”, con sus causas y efectos enriquecedoras e imperecederos en nuestra venezolanidad y trujillanía, apuntando siempre su importancia y proyección hacia las nuevas generaciones, a efectos de despertar esos sentimientos de identidad y pertenencia, tan debilitados hoy por adversas circunstancias.
Así tenemos que el siglo XVI comenzó para Trujillo con las exploraciones de los capitanes españoles en tierra Cuica, pues allí está nuestra raíz, de allí venimos de la mano con nuestros padres originarios plenos de virtudes, dejándonos un legado de amor por la tierra que nos vio nacer, por el trabajo con auténtico espíritu de servicio, solidaridad, coraje y lealtad, consolidando la grandeza con su gente a través del paso de los siglos, como pacifistas y tierra de paz; la Dra. Diana Rengifo considera:
SOMOS PACIFISTAS Y TIERRA DE PAZ?
Parto de una pregunta respecto a la vocación “pacifista” de Trujillo. Pregunta complicada .Es en verdad Trujillo la ciudad de la Paz?
El problema es que la historia no es una disciplina de exposición sencilla, obliga a la reflexión profunda de los acontecimientos del pasado, y sin embargo, o se cae en la creación de mitos que responden casi siempre a posiciones políticas o en explicaciones retóricas que justifican asuntos difíciles de explicar.
En Venezuela la historia se ha construido a partir de las leyendas Dorada o Negra, una que idealiza y justifica absolutamente el proceso de mescolanza polivalente, lento y duro, que significó la colonización de Iberoamérica, y la otra que reniega todo lo que los iberos pudieron aportar en el desarrollo de las nuevas comunidades, desde su posición imperial, aún lengua y religión. Pero ninguna de las dos puede ser absoluta, porque somos hoy día una mixtura todavía imperfecta.
La historia universal se ha construido sobre la base de conquistas y violentos encuentros entre pueblos. En lo que hoy es América, aztecas e incas que habían desarrollado poderosos imperios, conquistaron y avasallaron pueblos culturalmente más retrasados, hubieran continuado haciéndolo si los europeos no hubiesen llegado a este, respecto a ellos, ”Nuevo Mundo”, porque todo es relativo.
Se hubiera escrito una historia distinta sobre la conquista y colonización de nuestros pueblos, pero con certeza igualmente violenta. Los imperios siempre tratan de anexarse otros territorios y otras comunidades para usarlos como mercados cautivos, ó como proveedores de materia prima para el desarrollo industrial. Históricamente ha sido así: griegos, romanos, fenicios, holandeses, ingleses, portugueses, españoles, chinos, turcos, rusos, y sigue siendo así hasta el día de hoy.
Trujillo es un pueblo de fundación tardía. Para 1557, que es el año documentalmente justificado de su fundación, la conquista y poblamiento en el territorio americano y por ende en el venezolano llevaba un buen trecho. Este territorio, el de Trujillo actual estaba poblado por comunidades tribales diversas ( escuqueyes, mucas, torondoes y muchos más), asentados a lo largo del territorio con una incipiente y efectiva organización política y buen desarrollo económico. Por consiguiente pueblos de paz ¡
La exigencia de las tierras que ocupaban los obligaba a ser creativos, construían sus habitaciones con barro, piedra y paja, hacían cercas de piedra para evitar derrumbes y construían acequias para el regadío de los conucos, desviando riachuelos y manantiales, producían alimentos diversos, cuyos excedentes intercambiaban por otros productos, con otros grupos tribales cercanos, y mantenían la industria del chimó y de los tejidos de algodón, razón por la cual los españoles que después de muchos avatares habían llegado al Tocuyo y establecido allí el centro político de la provincia y el núcleo de la expansión territorial, decidieron iniciar la exploración de estos espacios con una primera entrada en 1547, sin intención de ocupar, y luego en el 57, con el expreso propósito de crear un pueblo de españoles, para lo cual en Capitán fundador, en este caso Diego García de Paredes, debía regirse por normas específicas:
- 1.- Establecer la cuadrícula del pueblo con sus lugares más importantes: casa del cabildo, iglesia, cárcel, carnicería, plaza de mercado, rollo de misericordia, y los 30 solares que se repartían entre los cabeza de familia que conforman el pueblo con sus respectivas dotaciones de caballos, gallinas, cabras, vacas, e indígenas para cristianar, enseñarles el castellano y usar como mano de obra.
- 2.- Vecinos a pueblos de indios para contar con las vituallas que aquellos produjeran y con más mano de obra.
El detalle estuvo en que este territorio fue conquistado por soldados, y los soldados no traían familia. Fue bastante tiempo después que el estado español obligó a los primeros conquistadores a traer a sus mujeres, si estaban casados en la península. La violencia de la conquista se manifestó también en violencia sexual contra las aborígenes. Por eso cincuenta años después del inicio del proceso, ya existían al menos dos generaciones de criollos mestizos que debieron adaptarse al nuevo modus vivendi.
Todos conocemos el relato de las mudanzas de la ciudad, que en el fondo conformaron la manera mediante la cual los conquistadores más despiertos fueron dando forma a sus latifundios y se fueron estableciendo nuevos poblados. Al final la Trujillo que sigue siendo la de hoy se asentó en el Valle de los Muca y se colocó bajo la advocación de la Virgen de la Paz y hubo Paz en la medida que hubo sinergia para desarrollar una ciudad autosuficiente, con buen clima y gente laboriosa. Hasta que ocurrió el terremoto de 1674 y llegaron los piratas en 1678. Entonces comenzó otra historia.
De los kuika, se heredó, como no, el espíritu del trabajo solidario (la cayapa) , del cuidado de la naturaleza y la tendencia a la paz, pero los padres iberos eran guerreros y caudillos y eso también se heredó. Trujillo puede ser un pueblo de paz si las circunstancias lo permiten, pero también tierra de guerra y caudillos si la necesidad obliga.
A lo largo de los siglos la piedra ha sido un símbolo de la gente en los pueblos, y así encontramos que sobre una piedra Jesús oró a su padre; una piedra mató a Goliat; recostado a una piedra Jacob fue iniciado en las grandezas del cielo; sobre una piedra se abrazaron Bolívar y Morillo, Trujillo durante la colonia tuvo una piedra protectora, y sobre tan mágico elemento el Dr. Raúl Díaz Castañeda nos cuenta::
LA PIEDRA MÓNICA (DERECHO DE ASILO)
La Piedra Mónica es una muy antigua referencia trujillana que ha viajado su tiempo entre la historia y la leyenda, lo acontecido y lo imaginado, uno de esos fuegos fatuos que en el devenir de la región han alumbrado lo que desde mediados del siglo XX ha sido estampado como característico de lo latinoamericano, lo real maravilloso.
Vista desde la distancia de tres siglos resulta inverosímil que en el fragor de la Conquista, en plena esclavitud de indios y negros, ríos de sangre y abundancia de injusticias, alguien dolido intentara poner un límite a aquella locura genocida generada por la soberbia, la codicia y la lujuria. Porque fue eso, un hasta aquí ¡ lo que por ley impuso la Piedra Mónica; entre esta piedra y la casa de Dios, la iglesia matriz, trayecto no muy largo, no podía el poder, mas circunstancial que temporal, prender al que huía por algún delito cometido o presunto: en ese espacio abierto solo Dios, por intermedio de sus ministros, podía después de oír y sopesar, decir el asilo o alguna pena relativa. Se trataba de una piedra labrada y pulida, cuyo fuero salvador se dice, se mantuvo durante gran parte de la colonia.
Cuesta aceptar que aquel amparo fue acatado por tan monstruosos bárbaros. Pero entre vacilaciones, cierto ambiente consagrado en el entorno de la iglesia consiente la duda. La iglesia fue levantada a una de las advocaciones de la Virgen María: Nuestra Señora de la Paz, Era de entender, no sin temor a castigos infernales terribles, que la paz, más que consecuencia de la justicia, fácil de amañar, es la conjunción del perdón y la piedad.
Se dice también que la Piedra Mónica fue a dar al basamento de la torre derecha de la iglesia matriz. Allí debe estar, si vigilante, maltratada, podemos conjeturar, porque muchas veces no ha sido respetada.
El inmortal Decreto de Guerra a Muerte el 15 de junio de 1813, temible, terrible, aplaudido por unos, cuestionado por otros. El Armisticio y Regularización de la Guerra, 25, 26,27 de noviembre de 1820, nobles actos jurídicos, hombres que con la pluma se inscribieron en las alturas del pensamiento, para que naciera el amparo del derecho de gentes, donde la Moral y el Derecho hablaron para silenciar las armas, al respecto:
PORQUÉ FUIMOS ASIENTO PARA LA GUERRA y REFUGIO PARA LA PAZ?
El Maestro Medina Machado sobre el asiento para la guerra, nos afirma que la ciudad pequeña estaba predestinada para hechos grandes del proceso emancipador y la historia la marcó para siempre, le dio destino y nombre.
La Proclama de Guerra a Muerte fue un momento de arrebato del genio y la iracundia del hombre Bolívar, a quien había desesperado los acontecimientos, seguramente vio su obra naciente en peligro, y obró con lo que le dictó la conciencia, para aquella férrea disposición en el alba del 15 de junio de 1813: “Españoles y canarios contad con la muerte aún siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad. Americanos, contad con la vida aún cuando seáis culpables “. Esta sentencia firmada y lanzada como anatema para el cumplimiento, pasó a la historia nacional y del mundo, como un documento fundamental y página infaltable en el más variado análisis de muchos venezolanos y extranjeros que en el tiempo lo han escudriñado y hecho tesis para la coincidencia y la controversia.
Los antecedentes: muchos, vencer o morir, el dilema para aquella generación entregada a la causa de la emancipación. Enemigos y asedio, la crueldad y las cuantiosas pérdidas, fueron motivos de impulso para llegar a aquel momento supremo. La firma enérgica del Libertador se estampa en la proclama que pasa a ser de inmediato ley fundamental a seguirse en la persecución de los tiranos y del poder opresor, aferrado a la usurpación de la libertad.
El histórico documento dio nombradía continental a Trujillo, lo inscribió con signos indelebles, porque no era cualquier cosa lo que se proponía el Libertador, un instrumento legal que afianzaba la guerra, en un feroz desafío sin excusa ni pretexto, tan controversial en el tamaño mismo de los conceptos y de los juicios que la historia ha desembocado sobre ese episodio de nuestra vida nacional.
Trujillo fue escogido por la Providencia para la realización del hecho que enmarcó una fase difícil y cruel de una guerra atroz y fatídica en su porvenir inmediato. Es muy importante asimilar que Trujillo quedó para la historia, con el apósito de “la Ciudad de la Guerra a Muerte”, aunque en su descarga se conoce también como “La Ciudad de la Paz”, y en consecuencia es como si dijésemos que Trujillo fue “Cuna y Sepulcro de la Guerra a Muerte”.
Sobre el Refugio para la Paz, esboza que lo que en la Grecia antigua tardó cuatro siglos para cristalizar el paso de la guerra a la paz, en Trujillo este mismo fenómeno ocurrió en la segunda década del siglo XIX, en un lapso de siete años, entre 1813 y 1820, y es el caso que en Grecia la lírica sucedió a la épica, en Trujillo muchos siglos después y muy avanzada la era cristiana, la paz sucedió a la guerra.
En nuestra provincia la búsqueda de la paz sustituyó la proclama lanzada en el fragor de la lucha por el Libertador. Una humanización por medio de dos alentadores decretos que llamaron a la pacificación, ambos firmados y ratificados por los Jefes Supremos de los ejércitos en beligerancia, Simón Bolívar y Pablo Morillo, en esta tierra pacífica por antonomasia, ya que advenía desde su misma fundación definitiva bajo el nombre de Trujillo de Nuestra Señora de la Paz.
Los acontecimientos dados el 25 y 26 de noviembre de 1820 fueron los inmortales Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra, cuya exitosa culminación sucedió en la aldea de Santa Ana, en una gesta de amistad y reconciliación, de reconocimiento en valores diversos entre el humanismo y la diplomacia de dos naciones, representada por dignas delegaciones con elevado criterio para discernir que solo la concordia y el entendimiento, la virtud y la fe, y sin falsas supremacías garantizan el derecho que tienen los pueblos de vivir en soberanía y libertad.
Por Colombia, Antonio José de Sucre, Pedro Briceño Méndez y José. Gabriel Pérez; por España, Ramón Correa, Juan Rodríguez Del Toro y Francisco González de Linares. El día 21 inician las negociaciones continuadas en largos debates duros y sostenidos a lo largo de una semana, bautizada por la historia como “La Semana Diplomática”, por fin se avienen, el día 25 firman el Tratado de Armisticio, y el 26 firman el Tratado de Regularización de la Guerra, destacando que los dos documentos fueron firmados por los comisionados a las diez de la noche y ratificados ambos por Bolívar en Trujillo, y el último por Morillo en Santa Ana.
Providencialmente como sucedió en 1813, Trujillo fue escogido una vez más por el destino para que en su suelo y seno se dieran los Tratados. A tal efecto Trujillo como ciudad y región pertenece al orden de la paz. Fue, es y será siempre Refugio para la Paz, y no solo del concepto, sino de la paz como un programa de acción que debemos mantener en el tiempo, para reafirmar con orgullo los términos del amor y el valor, que ya están inscritos en nuestros símbolos regionales, a los que debemos agregar otros que nos lleven al progreso y a la felicidad, y en medio “la paz”, para colmar la esperanza fundamentada en la justicia y en la dignidad del hombre libre.
CONCLUSIONES
Ante tanta gloria y aquilatada trayectoria de nuestra amada región, por los inmortales actos políticos suscitados en su seno y suelo, cuyos valores vienen del pretérito lejano y del reciente, respetuosamente sugiero el despliegue de un trabajo con esfuerzo tesonero, pleno de amor y de entrega institucional para declarar a Trujillo “Patrimonio Histórico, Cultural y de la Paz de la América Latina”
Cierro con Don Mario Briceño Perozo, hijo ilustre que amó a su Trujillo natal, cuando dijo: “Trujillo, la ciudad de la paz, nació para la historia el 9 de octubre de 1557, y el 9 de octubre de 1810, nació para la gloria”- fin de la cita-