Iglesias cumplen un papel de apoyo emocional y sobrevivencia en centros de detención preventiva

Una Ventana a la Libertad considera que los problemas de hacinamiento e infraestructura afectan la libertad religiosa en los calabozos. Según la criminóloga Magaly Huggins, el Estado vulnera principalmente el derecho a la vida y a calidad de vida.

Foto. Crónica Uno

Por Wincarlys Ramos / Crónica Uno

Caracas. Afrontar la realidad dentro de los centros de detención preventiva se convirtió en una cuestión de fe. A través de la creencia religiosa, los detenidos resisten un poco más la presión cotidiana de vivir en las “condiciones denigrantes” que tienen los retenes policiales. Así lo denunció Magaly Huggins, criminóloga e investigadora de la ONG Una Ventana a la Libertad.

“Lo más importante es la contención emocional, de tener la posibilidad de creer que a través de la fe van a tener una posible salida pronta de la situación que están viviendo, o van estar en mejores condiciones”, destacó la experta. Además, añadió que este mismo apoyo emocional genera que estos desarrollen una dependencia de las iglesias.

 

Hombres permanecen hacinados en calabozo policial en Caracas | Foto: Archivo Crónica.Uno / Miguel González

 

La referida organización no gubernamental documentó en 2023 que al menos 17 detenidos murieron en los centros de detención preventiva. Estas personas fallecieron por complicaciones respiratorias, tuberculosis, cáncer, desnutrición e infartos, entre otras enfermedades.

El hacinamiento para ese año fue de 441,71%, lo cual pone en riesgo la salud de las personas que se encuentran albergadas en los retenes. La cantidad de detenidos también aumenta el número de desechos, lo cual a su vez incrementa la aparición de insectos como moscas y mosquitos.

Adicionalmente, no tienen acceso a agua para el aseo ni a agua potable; carecen de atención y personal médico, y las mujeres deben enfrentarse a la pobreza menstrual, según Una Ventana a la Libertad. Sin contar las malas condiciones de la infraestructura en las que están los centros, que también perjudican el estado de salud de los privados de libertad.

Sobrevivencia con jornadas esporádicas 

La criminóloga considera que el papel de las iglesias dentro de los calabozos policiales es el de sobrevivencia ya que estas, mayormente las iglesias evangélicas, hacen jornadas de salud, llevan medicamentos, alimento, ropa y artículos de higiene personal, pero lo hacen de forma esporádica, al igual que organizaciones de la sociedad civil. Destacó que esta ayuda no es suficiente para cubrir una necesidad de manera constante y permanente.

Huggins señaló que la atención que le corresponde dar al Estado, le brinda la iglesia, las ONG, pero principalmente las familias. A estos les toca llevar agua potable, alimentos y medicamentos, entre otros artículos, para su pariente detenido.

 

Madre lleva alimentos a su hijo detenido en centro de detención preventiva en Boleíta | Foto: Manuel Díaz

“Y la pobre familia llevando esa cruz a cuestas porque tienen que mantener al familiar detenido pues las jornadas de la iglesia no resuelven el problema. Ayudan pero no resuelven”.

El artículo 42 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece que el Estado deberá garantizar la vida de las personas privadas de libertad.

Vulneración de derechos 

De acuerdo con Una Ventana a la Libertad, hay calabozos en los cuales a los detenidos se les priva de su derecho a la libertad religiosa. Problemas como hacinamiento e infraestructura adecuada son el principal impedimento.

El retén de Caraballeda, en el estado Vargas, está diseñado para albergar como máximo a 40 personas pero, según registros de la ONG, hay 114 hombres en ese lugar. El hacinamiento impide que las iglesias realicen actividades con regularidad y dificulta las visitas.

“Aquí en el retén de Caraballeda es muy difícil organizar celebraciones religiosas o visitas, no hay espacio para tanto detenido y tenemos muy pocas celdas. De hecho, hasta la visita de los abogados se nos complica. Eso sí, le agradecemos el apoyo, traen comida, medicina y donaciones de ropa. En algunas oportunidades, algún sacerdote o pastor viene, pero las conversaciones son con grupos reducidos”, declaró un custodio para Una Ventana a la Libertad.

A juicio de Huggins, el Estado no vulnera solo el derecho que tienen los privados a la libertad de culto, sino también otros derechos, principalmente a la vida y a calidad de vida.

“¿Cuál es la libertad que no violenta el Estado cuando una persona está detenida? Claro que violentan todo. Ese el problema. La iglesia tiene derecho de entrar y apoyarlos (a los detenidos), y ellos tienen derecho a que los atienda la iglesia, pero eso no funciona. Aquí las cosas son como vaya viniendo, vamos viendo. No hay responsabilidad del Estado”.

Los centros de detención preventiva son lugares donde los privados de libertad no pueden permanecer más de 48 horas. Si se pasa de ese período, el detenido debería ser trasladado a un centro penitenciario para cumplir con la detención preventiva y que continúe el procedimiento penal.

“Han convertido los centros de detención preventiva en cárceles del siglo XXI. Por eso ves el estado de hacinamiento”, sostuvo la experta.

 

 

 

 

 

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