IDENTIDAD Y CANTO EN ALEGRÍA DE LA TIERRA | Por: Anneris Zerpa

 

Por: Anneris Zerpa

 

Mi empeño ha sido simplemente,

pintar el drama sombrío de

nuestro suelo sin alegría.

Mario Briceño Iragorry

 

 Este magnífico texto, Alegría de la Tierra (1952) del escritor Mario Briceño Iragorry, expresa un himno de alabanza a nuestro suelo patrio. Tierra, campesino y música forman la triada perfecta de la fecundidad. Los productos: café, cacao, piña, mango, naranja, entre otros, expelen sus aromas, despertando a los dioses dormidos, Kateyes y Mamues de Bujay que corren por los campos, impregnando de encanto los aires que llegan a distintos rincones de América.

Don Mario presenta la alegría de la tierra, acompañada de música, que resuena al compás de tambores y bullicio campesino, reflejado en mujeres y hombres que recolectan la hermosa y espigada almendra cafetera, a fin de preparar el delicioso y humeante café bolón, al igual que, las circunferencias aromáticas del sabroso cacao. Esta exaltación de la tierra constituye la mejor fotografía del campo venezolano, antes del surgimiento del petróleo en 1922 en Venezuela.

Evocar la palabra mesurada y justa de don Mario es desplegar lienzos y escudriñar un pasado que recorre el presente, despertando conciencias dormidas de identidad nacional. Su reflexiva palabra manifiesta su pasión nacionalista.  La fecundidad y prosperidad del suelo patrio en la época colonial, la alegría del campesino en estrecha armonía con la música. Y, en contraposición, la aflicción por el abandono de la alegría que vestía de colores  los  campos agrícolas. Así  lo cuenta: “mis escritos periodísticos derivan de haber presentado la antigua abundancia agrícola como telón de fondo para el drama de nuestra escasez” (p. 9).  La palabra del maestro está cargada de nostalgia porque el campesino se encuentra desnudo, envuelto en desventuras e infortunios, la tierra está dormida y reseca.

Por lo tanto, hay que propiciar el encuentro del campesino con la tierra y su historia.  Rescatar la   identidad nacional con el suelo patrio y la tierra vuelva a ser fecunda, alegre, próspera como en el ayer.

 

En defensa de lo nacional

Don Mario Briceño Iragorry es un gran protector de lo nacional.  Su postura idealista y nacionalista siempre está presente en sus escritos. En la defensa de valores espirituales, éticos, morales y económicos de la sociedad venezolana. La identidad nacional como eje fundamental de su escritura. Su palabra viaja en el pensamiento del hombre actual, como lo señala Burelli Rivas (1997): “Su puesto, insistimos, no está ya en el pasado, sino en el presente y en el porvenir de una patria que le dolió desgarradamente y a la que consagró lo mejor de su espíritu.”

El mensaje de don Mario vuela a conquistar al maestro de ayer y al estudiante de hoy. Es la escritura del   hombre sabio y vernáculo, conocedor de la tierra, defensor de nuestros valores y tradiciones, frente a los que él califica de filibusteros, distorsionadores del sentido de identidad nacional.

La esencia del texto, Alegría de la Tierra es la defensa y reencuentro con las raíces de nuestros ancestros y antepasados. Es un afianzamiento con la tierra y la historia que nos define como venezolanos. Es una reflexión y defensa de nuestros indígenas, nuestros valores culturales y la tierra nutricia.

La tierra es nuestra madre que, en armonía con los Kateyes y Mamúes, dioses protectores de la naturaleza y agricultura, nos regalan a manos llenas los productos agrícolas, pero el progreso desmedido, con las luces de los automóviles, ha ahuyentado a nuestros dioses, dejando la tierra desamparada, sumergida en un silencio profundo. Hay que volcar la mirada al campo y así, como el indio de Bujay, no permitir que el progreso destruya la memoria del pueblo.

Reencontrarnos con los guardianes protectores de la tierra, al igual, con los campesinos, hombres sencillos quienes, con su trabajo y esfuerzo, logran con sus manos conectar su espíritu con los Kateyes y riegan los campos de grandes cosechas.  La tierra en recompensa hace brotar las semillas que inundan los campos de colores y alegría.

          En esta alabanza a la tierra, el maestro Mario Briceño Iragorry, realza la abundante prosperidad del suelo patrio en la cosecha de: café, cacao, algodón, caña de azúcar y otros rubros. Escuchemos a don Mario: “No había razón para olvidar la tierra, como aconteció al hombre venezolano. Pero perdimos la cabeza y olvidamos que el pan nuestro de cada día solo está asegurado cuando lo recogemos de la tierra” (p. 5). El escritor afianza su palabra con su filosofía de vida, basada en principios y valores ancestrales; exalta el trabajo vernáculo del campesino en los campos venezolanos.

En la actualidad el campesino debe reencontrarse con su historia y hacer que los campos vuelvan a dar grandes cosechas, renaciendo la alegría del país, exaltando sus costumbres, tradiciones y el sentido nacionalista.

Redimensionar la historia como bien lo asoma Rafael Ramón Castellanos (1981): “En Alegría de la Tierra, hay que buscar el afincadero, para otear los senderos, aconsejar la palabra verdadera y en la lejanía colocar sobre los hombres del futuro lo indulgente de la conciencia vernácula del nativo, lo sensible de las innovaciones traídas por el conquistador y el colonizador, y la comprensiva y sapiente filosofía del pueblo mestizo, zambo, mulato o negroide, comprendedor de un ciclo vital de principios éticos que no caducan jamás”.(p.3).

Hay que fomentar los valores, sociales, morales y espirituales del campesino, escudriñar, mirar con recelo el futuro, para no repetir los mismos errores del pasado. En la actualidad el campesino debe poner en práctica toda su sabiduría en la labranza de la tierra, para  que  ésta cante  de alegría, regando los campos de abundancia,  prosperidad, sembrar el futuro.

 

Idealismo en Alegría de la tierra

 Es importante señalar que la escritura de Don Mario Briceño Iragorry, presenta matiz moralizante e idealista, por cuanto asume una actitud de lucha, un afianzamiento a los valores morales y espirituales. Busca siempre enaltecer y realzar lo propio. Don Mario, es un soñador frente a la realidad, su sensibilidad ante las cosas y el mundo, le llevan a reflexionar; frente a lo nacional y humano, realza su sentido de pertenencia con lo nacional y promueve una consciencia crítica y reflexiva del papel que debe jugar el hombre con su realidad histórica.

Mario Briceño Iragorry, hace un llamado de consciencia, reconstruir el presente, tomando en consideración el pasado del venezolano, con una querencia arraigada en la tierra nativa, con una visión y compromiso de patria; se debe fortalecer el campo y la producción de la tierra.  Expresa la añoranza de la prosperidad del agricultor con la tierra, una alegría de un pasado que se convirtió en desaliento y tristeza por el abandono del campo ante la irrupción petrolera de 1922, que convirtió el campo, en ruina y desolación.

Mario Briceño Iragorry, en Alegría de la Tierra, asume un compromiso ideológico; afianza su sentimiento idealista por la patria, a través del sentido nacionalista. El maestro, libera su   ingenio creativo, su arraigo y compromiso con la tierra natal que le vio nacer. Hay que preservar nuestros valores socioculturales e históricos y el crecimiento nacional.

 

La Música en Alegría de la Tierra

La música es expresión del alma, un sentimiento muy particular del creador poético, con la música la palabra se convierte en poesía. Cuando el escritor romántico, expresa su amor por lo cotidiano, libera un sentimiento de lo profundo del alma, en relación con su entorno. Don Mario, asume la escritura   como acto de liberación, experimenta un encuentro con su Yo interior, da rienda suelta al placer profundo, que su alma siente. Para Cirlot (1994): “La música penetra todos los elementos de la creación sonora; es el fenómeno de correspondencia ligado al de la expresión de lo expresivo a lo simbólico” (p. 319)

En la música, armonía, símbolo y letra están imbricados, existe una estrecha vinculación entre la representación de la imagen que se evoca con los demás elementos que la integran, al combinarse producen modulaciones que  recrean nuestra audición. Existe un sentimiento coherente en relación con el mundo que se nombra y siente.

En Alegría de la Tierra está presente la música de la cantante Conny Méndez como canto de arraigo y pasión, donde la artista eleva su palabra al creador, su canto, arraigo de los valores socioculturales de  nuestra patria, al respecto dice Mario Briceño Iragorry: “en su magnífico merengue Transformación, se ha distinguido esa admirable artista por su nobilísima pasión de venezolanidad. Las canciones de Conny Méndez son verdaderos mensajes de amor a Venezuela.” (p.13)

La música de Conny Méndez, manifiesta en el texto Alegría de la Tierra es  una expresión de  amor y arraigo, que siente la cantante por Venezuela;  a  través del canto, la artista, expresa la tristeza que siente por el desamparo y desolación  de  la tierra.

Don Mario, a través de la música de Conny Méndez, aportó al texto una alegría festiva como así alude: “Supla, pues, la expresiva música el espíritu de fiesta que falta a mis palabras, y tenga así verdadera alegría.” (p. 11).  La música, incluida acalla en parte la tristeza que rebasa la escritura.  Tanto escritor e interprete evocan la alegría de la tierra; el primero, con su palabra certera y la segunda, en el canto con apego a las tradiciones del suelo patrio. Es el canto nostálgico a la tierra y costumbres del hombre del ayer, en oposición, a la tristeza y desaliento del abandono que fue objeto la tierra en la época petrolera.

El merengue “Transformación” de Conny  Méndez es la expresión simbólica de  sentimientos de venezolanidad de la artista  en relación con su pueblo. Es un llamado a no perder las costumbres y tradiciones reflejadas en el folklore campesino. Escuchemos a Conny Méndez:

 

Compadre que está pasando en la tierra que nací?

Que ya nadie chupa caña ni se oye vender maní….

I si es hasta el cigarrillo hay que fumárselo en ingles…

I no sabemos si andamos al derecho o al revés….

Pues las calles se han vuelto un tablero de ajedrez. (p13)

 

La artista experimenta la añoranza del ayer, la alegría campesina, con sus tradiciones y costumbres. Conny Méndez expresa un sentimiento de amor por la tierra y por Venezuela; por los cambios que sufrió el campesino a raíz del abandono de la agricultura. Los productos agrícolas fueron reemplazados por rublos importados y enlatados.  Es el canto solemne de la decadencia porque el campesino migró a las ciudades a trabajar en los campos petroleros.

Entre Mario Briceño y Conny Méndez existe un vínculo de pertenencia a la tierra que les identifica y relaciona como defensores de identidad nacional. Don Mario realza su amor a la tierra a través de su discurso y Conny Méndez con su música.

La artista realza la realidad de la época, la vida y costumbres del campesino al igual que la transformación que sufrió la sociedad venezolana en aquel  entonces. Profundiza   una relación telúrica, hombre tierra.  En su composición poética musical, “Transformación”, la cantante profundiza la   palabra en un acto de creación simbólica; escoge el canto como expresión literaria, crea y recrea un texto poético musical, para proclamar su amor, aflicción, dolor y angustia por la crisis político, social y económica que asolaba el país. Su música está en estrecha armonía con la naturaleza, existe un vínculo entre mundo y música.

Los versos que estructuran el poema están poéticamente entrelazados al contexto histórico social del momento; ya la tierra está desolada, desierta, abandonada, al igual que las costumbres y tradiciones del campesino.

La artista, a través de asociación de imágenes, penetra en lo más profundo de su ser, extrayendo sus ideas, entregando al universo su canto de aflicción.  La naturaleza y el tiempo, se han encargado de deslizar su mirada, transformando los hermosos campos bañados de oro y esperanzas en desolación, en ruina. Todo ha sido abandonado, destruido.

La escritura de don Mario Briceño Iragorry, al igual que la música de Conny Méndez, realzan con angustia y tristeza las penurias y vivencias campesinas. Ambos se convierten en voces de alerta ante la crisis económica del país.

Texto y canción enlazados como sentir nostálgico en relación al contexto histórico de una época. La música de Conny Méndez atrapa los sueños e ilusiones del ayer, su canto se hace voz de protesta ante el mundo.

 

A modo de reflexión

Don Mario Briceño Iragorry presenta en su texto Alegría de la tierra un discurso en defensa de la identidad nacional. Dibuja con emoción y sensibilidad las tierras productivas del ayer, donde el campesino experimentaba una relación intrínseca con su medio ambiente; resalta orgullosamente la agricultura, cual pinceladas expuestas en una gran galería. Don Mario evoca los cultivos de café, cacao, algodón, añil, caña de azúcar que, en su momento, en la época colonial, fueron de alto valor para el país.

Por consiguiente, don Mario nos conmina, a volcar la mirada al pasado, a fin de enaltecer y fortalecer al campesino, con su tierra. Nos exhorta a no perder el rumbo y enaltecer la patria.

Mario Briceño, al igual que Conny Méndez confluyen en un discurso nacionalista y romántico. El canto de amor por la tierra y la historia. Ambos se convierten en voz de protesta, para las generaciones venideras y el mundo en particular.

El propósito de Mario Briceño Iragorry al incluir en su texto Alegría de la tierra el merengue “Transformación” de Conny Méndez es acercar al  hombre al conocimiento de su pasado, a su  historia;  además, darle a su escritura, cierto carácter  de denuncia. En el texto, el maestro presenta una escritura distópica, lo telúrico en relación con el hombre; una escritura de dolor y sufrimiento.

La tierra reseca, sedienta de las caricias del campesino, de su riego y amor.  Hay que rescatarla para que vuelva a ser alegre y festiva; donde los campos vuelvan a bañarse de colores y el renacer de la tierra se haga sentir.

La tierra es la madre, lugar del florecimiento, nacimiento de la fertilidad y prosperidad. Mario Briceño Iragorry en su discurso satisface ampliamente, las exigencias de sus lectores, pues en su escritura, el maestro se reconoce con su entorno a través del alto contenido crítico y denuncia de las penurias, que sufrieron y aún sufren nuestros campesinos. Existe una cultura de la historia y todo el texto es un tratado sobre de la producción de la tierra y la relación y apego que debe existir entre hombre, su historia y terruño. El escritor, a través de su nostalgia reivindicadora, resalta la Venezuela agrícola que fue dueña de su libertad. Su amor por la patria le lleva a enarbolar la bandera de la unidad e identidad nacional.

Don Mario en Alegría de la Tierra desnuda el presente y su pensamiento está más vigente y vivo que nunca; su voz sigue dialogando con los hombres después de su muerte, con el propósito de alimentar y enaltecer nuestro porvenir; capacitar y preparar a las futuras generaciones sobre los valores históricos.

Se puede decir que, toda la escritura de don Mario confluye en un punto de inflexión, la identidad nacional que, según Ángel Lombardi (1989): “No es otra cosa que nuestra historia. Cada acontecimiento, cada circunstancia, cada elemento.” (p. 21).

A través de la permanencia de la palabra, el pensamiento de Don Mario Briceño seguirá vigente, ascendiendo en todos los ámbitos sociales, su apasionada fidelidad a su tierra y tradiciones. Sus vivencias, reflejadas en sus escritos, deben ser ejemplo a la sociedad venezolana. Su escritura se hace voz de protesta del colectivo cuando hace referencia a la dictadura oculta en un sentimiento nacionalista que destruyó las fuentes de producción agrícola: “hay que estar alertas hacia el porvenir”. Es un llamado de atención propone a las generaciones futuras, estar dispuesto y no dejarse engañar e imponer ideas que vayan en perjuicio de la identidad nacional.

Crear consciencia de identidad y compromiso con el campesino, enaltecerlo, acercarlo nuevamente al campo  y brindarle mejores condiciones de vida, al igual que   el apoyo necesario para satisfacer  sus necesidades vitales.

 

 


REFERENCIAS

Briceño Iragorry, Mario (1990). Obras Completas.  Caracas: Ediciones del Congreso de la Republica. 1990.

Castellanos, Rafael Ramón (1981). Bibliografía del doctor, Mario Briceño Iragorry, Trujillo: Publicaciones del Ejecutivo del EstadoTrujillo.

Cirlot, Juan Eduardo (1994). Diccionario de Símbolos Tradicionales. Barcelona España: Editorial Labor.

Lombardi, Ángel (1989). Sobre la Unidad e Identidad de América Latina,     Caracas: Academia de Historia.

Revista del Centenario del nacimiento de Mario Briceño Iragorry 1897-1997, Caracas, República de Venezuela.

 

 

 

 

Salir de la versión móvil