Gabriel Montenegro.
En muchas oportunidades la afirmación aquella del poeta español Antonio Machado:» Caminante no hay camino, se hace camino al andar», es aplicada a reiteradas muestras de entrega, trabajo y sacrificio, que muchos emprendedores cumplen fuera de sus regiones y en la mayoría de los casos allende las fronteras patrias.
Uno de esos ejemplos, donde se ratifica la importante presencia de valores humanos, sociales y familiares, lo representa el profesional de la optometría Humberto de La Cruz, hombre llegado a Venezuela hace más de 15 años, quién gracias a su ejemplo, tesón un vocación de servicio se ha convertido en un trujillano más y una persona que por sus méritos es apreciado y querido por quienes le conocen.
De Cuba para Venezuela
Nos cuenta Humberto de la Cruz Herrera, quién nació en el año 1964 en la costera población de Gramma, que jamás se imaginó iba a echar raíces en un país extranjero.
Proveniente de una familia modesta, integrada por sus padres Don Juan de La Cruz y la señora Eilelis Herrera, muy trabajadores y amorosos, además de tres hermanos más, una hembra y dos varones, Humberto cursó estudios de primaria en la ciudad que lo vio nacer, cerca del muelle donde el famoso barco «Gramma» echaría anclas en plena efervescencia de la denominada revolución cubana.
Laboró por más de 20 años para el gobierno de su país, luego de haber obtenido, primero el título de técnico de Construcción Civil, profesión que no ejerció y luego licenciado en estudios ópticos y optometría general, labor a la cual decidió aportar su entrega personal.
La oportunidad de viajar a Venezuela llega a través del acuerdo de asistencia internacional Cuba- Venezuela, donde es llamado para viajar a integrar las misiones «Barrio Adentro» y «Milagro».
Saca sus papeles, su pasaporte y en pocos días ya estaba rumbo a Caracas, donde trabajaría inicialmente en asistencia social y cumpliendo otros roles asignados en el acuerdo ente las dos naciones.
En la urbe caraqueña pasa poco tiempo, ya que se le comunica que había sido seleccionado para trabajar en el interior del país, en un pueblito llamado Trujillo.
Nuestro protagonista no tiene empacho alguno en afirmar que una vez llegado a nuestro terruño de inmediato sintió de inmediato la cordialidad, confianza y aceptación de nuestra gente y desde entonces no hubo reparos en quedarse a convivir con un pueblo que lo aprecia y al cual también ha aprendido a querer como su segunda patria.
Y llegó el amor criollo
Cuando nuestro protagonista ya tenia cierto tiempo laborando en la salud de visual de las comunidades, conoció en Flor de Patria de Pampán a la joven asistente médico y entonces estudiante de la especialidad de pediatría Yuliana Cecilia Carrillo, con quien compartía labores.
De inmediato iniciaron una bonita amistad, culminada luego en noviazgo y matrimonio, del cual ya tienen dos bellas niñas, Humberly Dubrazka e Iliany Cecilia.
Son once años de sólida unión familiar y trabajo fecundo con la hoy doctora Carrillo, muy unidos y residenciados en el sector Campo Lindo de Flor de Patria, donde Humberto atiende a sus pacientes, los revisa y les elabora sus lentes con cada fórmula.
Acucioso en su trabajo
Humberto La Cruz se caracteriza por ser un profesional pulcro, aseado e higiénico.
«He hecho el esfuerzo por contar con equipos actualizados para la los diagnósticos visuales. Estoy conectado con connotados oftalmólogos y me preocupo por buscar monturas modernas para damas, varones, jóvenes y niños.
Quién venga a mi casa saldrá satisfecho con el producto y el precio, porque si algo bueno me enseñaron mis padres fue servir a mis semejantes más con vocación que con interés alguno o ambición».
Una anécdota jocosa
Como buen trabajador que también se cansa, Humberto forma parte de un grupo de amigos que se frecuentan para relajarse jugando dominó.
Tres de ellos le preguntaron si le gustaba la cerveza, esto recordando que lis mejores rones del mundo se han elaborado en Cuba, siendo famosas sus destilerías en el mundo.
«Yo acostumbro a no tomarme más de tres», les respondió ante la pregunta de invitación cervecera.
Sus compañeros se lo llevaron para un conocido centro social del pueblo, donde luego de varias horas de tomar y tomar las frías espumosas, se percataron que ya llevaban consumidas dos cajas y media, anotadas en la cuenta por pagar.
Al requerirlo sobre esta exagerada actitud «cañérica», Humberto muy sonriente les dijo :»Yo fui muy claro con ustedes que no pasaba de tres, pero no me preguntaron si eran tres cervecitas o tres cajas. Yo no me voy hasta que me tomé la media caja que falta».
¿Cuál ha sido tu mayor satisfacción en Trujillo?
-» Mi gran satisfacción es haber encontrado en esta tierra hermosa una segunda patria, el calor humano de su gente, además de una esposa buena, devota, responsable y leal, que me ha dado la felicidad, estabilidad emocional y mi dos bellas hijas venezolanas...eso no tiene precio».
Nos despedimos de Humberto de La Cruz Herrera, un hombre trabajador y noble, que sigue repartiendo soluciones a muchos que no cuentan con recursos, pero quien con sus muchas limitaciones económicas de la actualidad venezolana , se las ingenia para ayudar a quienes pueda y hasta viajar de vez en cuando a visitar a sus viejos y hermanos que aún viven en su Cuba natal. Que no desmaye en su diaria tarea de servir, servir y servir!.