HOGAR Y LUGAR COMO ESPACIOS PARA VIVIR Y CONVIVIR | Por: Francisco González Cruz

 

“Creo que la libertad nos fue destinada para cumplir una misión en la vida; y sin libertad nada vale la pena. Es más, creo que la libertad que está a nuestro alcance es mayor de la que nos atrevemos a vivir”.

Ernesto Sábato. La Resistencia

 

El primer deber de una persona humana es vivir y convivir. Para ello necesita un hogar y un lugar, es decir, el espacio íntimo y el espacio social inmediato. Más allá está la región, la nación y el mundo, con sus propias realidades que afectan en mayor o en menor medida esos espacios vitales. Si ese entorno mediato es razonablemente cuerdo el bienestar es posible sin mayores sobre saltos. Si se convierte en una locura, por mil razones, la mayoría relacionadas con los asuntos de la codicia y el poder, puede afectarnos seriamente la posibilidad de vivir tranquilamente.

Está claro que los condicionantes externos influyen en la calidad de la vida local, pero si en el hogar y en el lugar los ambientes son buenos, en el sentido que predominan las relaciones de confianza y el clima es de sensatez, la vida se hace más llevadera, así el entorno global o nacional sean un infierno.

Nos toca cuidar los espacios familiares y comunitarios, sean las que sean las condicionantes externas, pero si esas circunstancias son tóxicas entonces la tarea se hace fundamental para tratar de sobrevivir con cierto decoro.Y eso no significa aislamiento, todo lo contrario, nada más universal que esos espacios y los valores que allí se cultivan.

Amos Oz, prestigioso intelectual israelí amante de la paz, afirmó:»Lo universal es el pueblo, la calle, el piso. ¿Le sorprende? Es un pequeño milagro, pero es el milagro de toda la literatura que hay en el mundo. Cuanto más local o provincial sea, en más universal se convertirá. Y cuando digo universal no quiero decir internacional, esa es otra cuestión… Lo universal es algo distinto, algo siempre relacionado con un lugar pequeño: un pueblo, un barrio, una calle, un bloque de pisos…”

Y una persona insospechable de no ser globalizador, el fundador de Facebook Mark Zuckerberg dijo en su discurso de graduación en Harvard: “Nuestras comunidades dan sentido a todo. Tanto si nuestras comunidades son casas o equipos deportivos como iglesias o grupos de música, nos hacen sentir que formamos parte de algo grande, que no estamos solos. Nos dan la fuerza necesaria para ampliar nuestros horizontes” y agregó: “El cambio empieza a nivel local. Incluso los cambios globales empiezan a pequeña escala y con personas como nosotros”.

Margareth Wheatley experta en desarrollo organizacional afirma: “Tengo la claridad de que el mundo cambia a través de las comunidades locales que adoptan medidas. Que no hay poder para el cambio más grande que cuando una comunidad toma su futuro en sus propias manos”.

Estas citas quizás un poco largas es para ilustrar la idea de que esos espacios personales y comunitarios son los que al fin importan.La libertad es fundamental, pero tenemos que aprovechar la que tengamos al alcance de la mano para transformar nuestros hogares y lugares en espacios de cordura, grupos de simpatía y en  todo aquello que agregue valor a la vida cotidiana, que no se hace en ninguna otra parte si no en nuestros espacios.

En este contexto cobran importancia los activos lugareños como la identidad, el lenguaje, la diversidad, las costumbres y tradiciones, los bienes públicos y sus elementos emblemáticos, las redes de relaciones por intereses compartidos y las redes con otras comunidades que marchan por el mismo camino.

A todos esos procesos se les llama “lugarización”, que es la puesta en valor de lo local, aprovechar lo bueno que tiene la globalización e incorporar a esta los aportes desde la diversidad de los lugares. Y allí tenemos que construir día a día y paso a paso la Venezuela posible, el país que queremos. Los hogares y los lugares pueden asumir buena parte de nuestro propio bienestar. Desde cada hogar y cada lugar se puede vivir y convivir.

 

 

 

 

 

 

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