Santiago de Chile, 7 jul (EFE).- El histórico triunfo de la exministra Jeannette Jara en las primarias presidenciales pone al comunismo chileno en una encrucijada: seguir fiel a la ortodoxia de la «vieja guardia» o reformarse para liderar a la izquierda por primera vez en la historia y evitar que el dogmatismo del partido socave las opciones del progresismo de continuar en el Gobierno.
Con el 60 % de los votos, Jara se impuso la semana pasada con holgura a su principal rival, la también exministra de Gabriel Boric y representante de la socialdemocracia, Carolina Tohá (28 %), y consiguió una de las mayores victorias electorales en la historia del Partido Comunista chileno (PC), en el que milita desde los 14 años.
Su carisma, su gestión al frente del Ministerio de Trabajo y la capacidad de negociación que demostró en la tramitación de leyes clave para este Gobierno, como la reforma de las pensiones, son algunos de los factores que explican la victoria.
«Los llamo a no soltar nuestras manos para enfrentar desde la unidad política y social más amplia posible a la ultraderecha chilena y detenerla», dijo Jara la noche del triunfo, arropada por Tohá y sus otros contrincantes.
«Una anomalía»
Con 113 años de historia y cerca de 45.000 militantes, el PC es el tercer partido con más afiliados de Chile y cuna política de artistas como Pablo Neruda o Víctor Jara.
Tras jugar un rol fundamental en el gobierno del socialista Salvador Allende (1970-1973), fue duramente perseguido durante la dictadura.
Con el regreso a la democracia, fue una fuerza extra institucional y opositora a la coalición de centroizquierda que gobernó durante dos décadas, pero en 2010 logró volver al Parlamento y en el segundo gobierno de la expresidenta Michelle Bachelet (2014-2018) volvió a La Moneda, con un ministerio.
En 2022, tras apoyar desde el inicio a Boric, se hizo con carteras clave como la vocería, Trabajo y Educación.
«El PC chileno es una anomalía en el mundo occidental y se distingue de otros partidos comunistas que han ido perdiendo fuerza y diluyéndose en otras nuevas izquierdas», apuntó a EFE Octavio Avendaño, sociólogo de la Universidad de Chile.
Pese a definirse como marxista-leninista, «en los 90 desestimó algunos principios de carácter más histórico, como la dictadura del proletariado», aunque -apuntó Avendaño, «sigue manteniendo una relación un tanto confusa con el sistema democrático y admira regímenes como el cubano».
El historiador español Mario Amorós, biógrafo de Jara y Neruda, recordó a EFE que «cuando se produjo el colapso de la Unión Soviética, el PC decidió mantener su identidad comunista».
«En países como Italia, donde los comunistas decidieron mutar en socialdemócratas, el resultado ha sido calamitoso: hoy gobiernan los herederos del fascismo y la izquierda es absolutamente estéril», añadió Amorós, que acaba de publicar una biografía sobre Galdys Marín, la histórica dirigente comunista.
«Dos almas»
Jara, abogada y administradora pública de 51 años, es considerada una figura menos dogmática que otros líderes comunistas y no era la primera opción de la dirigencia, con la que ha mantenido alguna diferencia durante la campaña.
La más notable fue cuando admitió que en Cuba hay presos políticos y el presidente del partido, Lautaro Carmona, salió a contradecirla públicamente.
«Hay dos almas dentro del partido, una más moderada y otra más doctrinaria. Creo, sin embargo, que en ambas hay pragmatismo porque saben que esta es una oportunidad única», explicó a EFE Claudio Fuentes, politólogo de la Universidad Diego Portales.
Jara enfrentará en la primera vuelta presidencial del 16 de noviembre a una derecha fuerte y favorita en las encuestas, que irá con tres candidatos: Evelyn Matthei, de la derecha tradicional, y los ultraderechistas José Antonio Kast y Johannes Kaiser.
«Anticomunismo»
La muestra de cierta autonomía de su partido es algo que contribuyó al triunfo de Jara, según expertos.
Está por ver, sin embargo, si será suficiente o es necesario dar más pasos como, por ejemplo, congelar su militancia del PC.
El PC, subrayó Avendaño, «tiene un techo electoral muy claro porque hoy en día sigue existiendo un anticomunismo fuerte, incluso en parte de la centro izquierda».
«La discusión sobre si Jara debe o no congelar su militancia me parece algo incomprensible. Transforma en un tema central su militancia, justamente lo que buscaría esconder. Su mayor activo para buscar al resto de los votantes es su carisma. Habrá que ver si eso es suficiente», indicó por su parte Rodrigo Pérez de Arce, de la Universidad del Desarrollo.
Jara dijo este fin de semana tras el pleno del Comité Central del partido que la congelación de su militancia no está sobre la mesa, mientras que el PC aseguró que tiene la responsabilidad de construir «una amplia mayoría social y política» y que «debe ejercer con autonomía el liderazgo».
María M.Mur
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