* A 104 AÑOS DE SU NATALICIO
Elvins Humberto González
Se cumplen 104 años del natalicio de la poetisa Ana Enriqueta Terán, nacida en el sector Santa Elena de Valera el 4 de mayo de 1918. Su obra poética trasciende lo meramente métrico, y se constituye en una voz propia seducida por elementos que bordean la nostalgia, el amor, la sensualidad y el paisajismo andino.
De esta ilustre trujillana, de las grandes e importantes que ha parido esta tierra sagrada, hay que valorar muchas cosas, entre ellas, sus aportes al enriquecimiento de la poesía en lengua española, en la que su palabra recia sobresale, porque es el reflejo de una vida creativa asumida con honestidad y dignidad.
Sus palabras como aromas desplegaban alas que hacían conducir por pájaros hasta el centro de su canto, donde la maravilla está al alcance de los ojos y en donde el sueño se erige soberano
La formación intelectual de Ana Enriqueta Terán comenzó desde el hogar, enclavado en las cordilleras andinas, desde Valera a Jajó. Su padre, José Manuel Terán y su progenitora, Rosa Madrid de Terán le brindaron todas las herramientas para su crecimiento cultural. De esa enseñanza hogareña, surge una creadora apegada a los cánones de la poesía bien rimada.
Es por eso que la poeta trujillana nunca perdió oportunidad para destacar la importancia que tuvo su madre, Rosa Madrid de Terán, quien la puso en contacto con los poetas clásicos. “En mi casa, aprendí a disfrutar del Siglo de Oro gracias a mis padres”, afirmó orgullosa en 1998 cuando todas las fuerzas vivas del estado Trujillo se unieron para rendirle un tributo con motivo de sus 80 años de vida. Fue un momento apoteósico, único e irrepetible.
Luego de demostrar sus facultades en el difícil arte de la versificación con métrica, asume también tendencias consideradas más modernas. El verso libre la solicitaba, lo abordó con respeto y autenticidad. Sin embargo, no abandonó nunca las formas clásicas. Sonetos y tercetos les fueron fieles y anduvo con ellos con distintas penumbras pero con un mismo trazo de libertad y honestidad.
En la extensa obra de Ana Enriqueta Terán, está la capacidad para pisar firme en territorios de lo clásico y lo vanguardista, la cual ha sido objeto de incontables estudios y referencias académicas, tanto en Venezuela como fuera de ella.
Su producción lírica tiene sus etapas cronológicas bien diferenciadas entre sí. Una de ellas, caracterizada por el tributo de la poetisa de Valera a las formas clásicas, particularmente, al soneto, y que según los grande estudiosos de su obra, fue una especialista consumada.
Admirar su palabra es admirarla a ella. Ambas son ejemplo de integridad, en estos momentos en que el afán de lucro debilita los valores fundamentales del gentilicio trujillano. Hoy da tristeza saber que las nuevas generaciones de valeranos y trujillanos en general, poco les interesa saber de ella, o la desconocen. Se nota una indiferencia total para conocer su obra, de su personalidad y de su amor profundo por una ciudad, Valera a la cual llevó signada en su alma. Ahora hemos desechado la historia, que es maestra de la vida. Ana Enriqueta Terán, fue y seguirá, por lo demás, siendo una personalidad superior. Mujer culta, educada, fina. Nada vulgar. Hoy más que nunca los triunfos de Ana Enriqueta Terán deben llenarnos de honor y de júbilo.
La mañana del 18 de diciembre de 2017 en la ciudad de Valencia, estado Carabobo, fallecía a los 99 años la gran diosa de las letras valerana, una de las voces de mayor rigor dentro de la poética venezolana y continental, llamada por los dioses a ejercer el divino oficio de las palabras. Desde ese día, Ana Enriqueta Terán ilumina el cielo con su bella y radiante prosa.
Este reconocimiento, es un aporte al fortalecimiento y dignificación de la identidad del valerano.