Historia crítica

Nelson Santini C.

Santinel4@hotmail.com

Con una situación geográfica y geopolítica excepcional y erigida sobre un territorio increíblemente rico, está llamada a ser una de las naciones más felices del mundo. Fue llamada Tierra de Gracia por Cristóbal Colón cuando, en 1492, tocó por primera vez tierra firme. Estos territorios ya estaban ocupados por su población aborigen, compuesta por indígenas pertenecientes a diferentes etnias, de las cuales las más desarrolladas culturalmente eran las que ocupaban la cordillera andina. Una vez en tierra firme, se procedió a  explorar, conquistar y colonizar estas tierras recién descubiertas, pero los conquistadores, ávidos de riqueza y poder, recurrieron a la violencia y se sobrepusieron a la población autóctona, y, como era de esperarse, se produjo un proceso de transculturación en el que el grupo dominante  impuso al vencido los aspectos materiales e inmateriales de esa cultura, en especial su religión, idioma, costumbres y normas de comportamiento. Sin embargo, es relativamente poco lo que sabemos de la conquista y del período que le sigue, la colonia, porque se requiere más investigación histórica. Prácticamente, nuestra corta historia comienza cuando, en 1810, la clase colonial dominante, los mantuanos, aprovechándose del vacío de poder que en ese momento existía en España, organizan un movimiento para hacerse con el poder, protestando la autoridad del representante del rey. En vista de que ese movimiento carecía de madurez política, apoyo popular y objetivos claros, eran inciertas sus posibilidades de éxito a corto plazo, lo que además, explica, en parte, el inmediato e irresponsable fracaso de la primera república, a lo que siguió un largo período de cruentas guerras, persecuciones y traiciones, así como nuevos fracasos políticos y militares, y un clima de gran inestabilidad política, económica y social. Es en 1830, a raíz del  desmembramiento de la Gran Colombia, que nace Venezuela como república autónoma e independiente. Pero esta joven república arrastra y reproduce todos los problemas heredados de la guerra de independencia, que empiezan a hacer crisis  poco tiempo después. Los militares reclaman prerrogativas por sus servicios a la guerra. Surgen dos partidos, conservadores y liberales, que a partir de entonces serán enemigos irreconciliables y, pronto, se enfrascarán en una  larga y sangrienta guerra, e influirán poderosamente en el destino del país. Son tiempos de intrigas, pasiones, desconfianzas mutuas, exceso de personalismo y de luchas  por el poder. El caudillismo está desenfrenado. Sobreviene un largo período en que las dictaduras caudillistas se suceden en el poder, se producen guerras por motivos partidistas, que se encienden y se apagan rápidamente, y, a la que siguen  feroces dictaduras militares, que, posteriormente, darán paso a gobiernos seudo-democráticos, populistas o autoritarios.

La historia de Venezuela, en su devenir, puede ser considerada  accidentada, e inclusive, trágica. A pesar de contar, como ningún otro país, con todos los recursos necesarios para desarrollarse a plenitud y colmar de felicidad a sus habitantes, paradójicamente, y ,quizás, debido a la  falta de madurez ciudadana, inconsciencia e irresponsabilidad de sus hijos, no ha acertado con el camino adecuado para su desarrollo y, habiéndose dejado llevar por rumbos equivocados, ha perdido el control de la situación, encontrándose ahora completamente colapsada y  empobrecida, con pérdida significativa de su capital humano y, hasta corriendo el riesgo, de perder su independencia e identidad republicana, además de su capacidad de ofrecer una vida digna a sus hijos. A veces parece haber caído en un callejón sin salida, en donde no se vislumbran salidas inmediatas. Pero esta situación no debe demorarse más tiempo, es necesario encontrar alternativas viables y justas, que le permitan al país retomar el rumbo adecuado para ir reconstruyendo la república de manera integral.

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