Hilario Rivas Marín… ciudadano ejemplar y mejor amigo de la vida

Doctor Hilario Rivas Marín, otro roble y buen amigo que se nos adelanta.

 

Gabriel Montenegro

gabymonti59@gmail.com


A muy tempranas horas del este lunes 4 de marzo, me enteré del fallecimiento del ilustre abogado y humanista Hilario Rivas Marín, hombre de aquilatada trayectoria no solo en el campo de las leyes, como educador, sino además como ciudadano de profundas creencias religiosas y baluarte del desprendimiento personal en favor de los demás.

Polifacético, muy exigente profesionalmente, pero de gran corazón, Don Hilario, como le decíamos de cariño, dejó un legado interminable de amigos y buenas anécdotas, convirtiéndose en un trujillano más; ya que desde que arribó a este lar regional, jamás pensó en desprenderse de él.

Hilario llegó a Trujillo en la década de los años setenta y de inmediato se convirtió en punto de referencia como educador, dirigente político y fiel representante de las leyes, echando raíces en nuestro terruño al lado de su esposa e hijas.

Además de forjar su linda familia, Hilario destacó por sus dotes de líder, su capacidad de tolerancia y su innegable buen humor. Fue en ese momento cuando le conocimos y establecimos una de las mejores relaciones con este hombre de apariencia académica, pero de humildes virtudes y sencillez como ciudadano.

 

Habla para el profesor Pedro

En amplia entrevista concedida hace algunos años al profesor de la UVM Pedro Frailán, la cual deseo plasmar para quienes le conocieron y a las nuevas generaciones, para que sepan de este ilustre personaje regional, el doctor Marín expresó en esa oportunidad: “Soy hijo de doña María Guadalupe Marín, quien partió desde Quiroagua, que en el vocablo indígena significa “El Dios de la aguas” hasta llegar a Santo Domingo de Bariqui. ¿Bariqui? Sí, Bariqui, que en el habla indígena se traduce como “río turbio”.

“Ahí me tuvo a mí, es decir, me dio a luz un 22 de octubre de 1936, quedó registrado en mi primera partida de nacimiento como Juan Salomón, a mi madre no le gustó el nombre y me fue diciendo Antonio.

Eso pasó, porque enviaron a una persona al Registro, a quien se olvidó los nombres y colocó estos. Con el tiempo, al comenzar la escuela, hicieron un justificativo (Datos Filiatorios) y me colocaron: Hilario Antonio. Ya adulto, le decía a mi madre ¿por qué me habían cambiado los nombres?…Imagínese, Juan Salomón. A mí me trajeron de la Sierra de Falcón a los 6 años, venía desnudo, en Puerto Cumarebo me pusieron una camisa prestada de un primo.

-Venía con mi abuela, ella era sirviente, nos fuimos para Cabimas donde estaba mi madre a buscar progreso, tardaban 5, 6 días para llegar en camión, hoy se le dice autobuses, las carreteras eran de tierra,  atravesar los ríos eran muy dificultoso. Te estoy hablando en pleno gobierno de López Contreras. Era un presidente querido, bueno yo recuerdo que la gente hablaba bien, a mí me gustaba verlo, cuando veía un foto de él me llamaba la atención. Igual pasaba con  Medina Angarita, no había esta división de buenos y malos, éramos un país trabajador.

Continúa expresando que: “Al llegar a Cabimas encontré a mi madre unida con el señor Américo, mi padre adoptivo, de ahí el apellido Rivas Marín. Nos fuimos a Lagunillas sector el Mamón, había mucho movimiento comercial. Muchas casas de latas, se comentaba de la quema del pueblo, todo indicaba que fue producto de una lámpara de gasolina que se cayó y una señora la lanzó al lago y este estaba “empetrolao”.  Comencé a estudiar en la escuela Ayacucho, que era de la empresa ESSO y luego pasó a ser de la Creole Petroleum Corporation . El bachillerato  lo hice en el Colegio Santa Rosa de Lima, donde se pagaba 30 bolívares mensuales”.

-El tiempo pasaba- continúa-  y yo creciendo. Recuerdo que mi primer voto fue en el plebiscito del año 57. Estaba muy alegre porque iba a ejercer mi primer voto, se votaba en la escuela Ayacucho, pero repentinamente la cambiaron a Tía Juana, que era bastante lejos, pero yo fui. Al llegar había un jurado, no había lista, ni tinta, noté que algunos miembros se hicieron señas. Los votos se los llevaron a Caracas y allá contaron, decía la televisión, la radio, y ganó Pérez.

 

Caso particular donde demostró su sagacidad

Siendo abogado, en plena década de los años 80 y parte de los 90,  al doctor Rivas Marín le tocó hacerse cargo de la defensa del procesado por cargos de violación y homicidio Carlos Alfredo Berríos Peña, a quien apodaban “Cerebro de pollo”, todo ocurrido  aquí en el estado Trujillo.

Fue un caso muy sonado, en perjuicio de una joven trabajadora de una tienda de discos y música, el cual acaparó por años los titulares de prensa y la expectación regional. Al final como casi siempre ocurría, Rivas Marín demostró la inocencia de su defendido, quien se habría confesado anteriormente culpable por presunta coacción e intimidaciones policiales…de este episodio poco se recuerda en la actualidad; sin embargo, demostró la capacidad investigativa, la profundidad analítica y la exposición de atenuantes por parte de nuestro protagonista.

En cuanto a la política se refiere, se consideraba admirador del también recordado  Astolfo Valero Sierra, yo le dije que era simpatizante de AD y él me dijo “en AD no hay simpatizantes sino militantes, entonces me inscribí. Conocí a Betancourt, Leoni, a Carlos Andrés,  Piñerúa, Lusinchi a Gonzalo Barrios no. Para mí el más admirable fue Leoni, con Betancourt tuve mis reservas. CAP, mi amigo personal, estando preso me comuniqué en varias ocasiones con él, me decía “gochito”, al igual me dicen en el Zulia”.

Hilario Rivas Marín, conoció personalmente a dirigentes como David Morales Bello, Carlos Canache Mata, Octavio Lepage. “Fui miembro del CES ( Comité Ejecutivo Seccional), Secretario de Organización, incluso tuvo la oportunidad de ser Secretario General con el apoyo de Luis La Corte. “El que si no me llamó la atención fue Alfaro Ucero, sin embargo recordaba con gratitud a un dirigente de aquí, con mucho afecto, a Urbano Solarte.  “En las derrotas tuvimos que comenzar de nuevo, eso sí, desde las bases del partido”- puntualizó en esa oportunidad.

Fue miembro activo de “Alcohólicos Anónimos” y memorables fueron sus charlas y sus escritos sobre este importante tema de salud pública, una de sus obras se titula: “El alcoholismo no tiene cura”, aunque él mismo aseveraba que el tomador no “pierde nunca el sentido del humor”, pero sí su salud y su familia.

-“Finalmente te digo- continuó su exposición ante el profesor Frailán-  he sido abogado litigante, juez, profesor universitario titular,  escritor, locutor. Hoy hay mucha dificultad, administramos y no sabes qué administramos. Vemos enemigos por todas partes, ratificamos o fracasamos todos. Con respecto a Trujillo, no veo nada nuevo, hay un mismo quejido como una expresión. Comprendamos que tenemos que trabajar por Trujillo.

“Tenemos que ver en qué nos diferenciamos y en qué nos parecemos para unificarnos, las diferencias no tienen que prevalecer. Trujillo lo tiene todo, tiene muchos talentos, dijo en esa oportunidad al catedrático de la UVM.

 

Una anécdota conmigo

Recuerdo que en una ocasión Oscar Piñero y este servidor fuimos contratados como técnicos en redacción y ubicación de zona fotográfica por el doctor Rivas Marín en el caso de dos detenidos por presunto robo en el Zulia, caso que se ventilaba en un tribunal trujillano. Con una brillante exposición, el doctor Rivas Marín demostró la inocencia de los muchachos, quienes varios días después fueron puestos en libertad. Los jovenes, una vez libres, nos invitaron a un almuerzo en la propia residencia del doctor Marín, donde conversamos largamente con ellos y a viva voz expresaban que “gracias a Dios, a quien conocieron tras los barrotes y a la inteligencia del doctor Rivas Marín, lograron salir de ese percance judicial tan enojoso”…

Una vez que los muchachos partieron a su pueblo y dada la despedida de rigor, el doctor Hilario nos dijo…” Estos chicos conocieron muy bien a Dios y le agradecen mucho haberlos liberado de las rejas, pero qué rápido lo olvidaron”…al momento nos mostró la Santa Biblia que dejaron los ahora reinsertados ciudadanos, en una de las mesas de nuestro conversatorio en casa de Hilario.

Ese era Hilario Rivas Marín, el hombre a quien no se le escapaba detalle alguno y que aplicaba justicia no solo por la ley establecida, por la palabra empeñada, sino por hechos contundentes y ciertos. Creo que en esa equivocación de su nombre ante el Registro nunca debieron cambiarla; porque sencillamente Hilario fue todo un “salomón” para impartir justicia; sin prejuicios ni malas intenciones contra nadie.

Por supuesto que va nuestra sincera condolencia para su esposa, hijos, nietos, bisnietos y gente que igualmente le colmó de afecto y aprecio verdaderos.  Dios te haya recibido amigo entrañable…!


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