Hilario Rivas Marín, aunque primero Juan Salomón | Por: Pedro Frailán

 

Mi madre, María Guadalupe Marín, quien partió desde Quiroagua, que en el vocablo indígena significa “El Dios de la aguas” hasta llegar a Santo Domingo de Bariqui. ¿Bariqui? Sí, Bariqui, que  en el habla indígena se traduce como  “río turbio”. Ahí me tuvo a mí, es decir, me dio a luz un 22 de octubre de 1936, quedó registrado en mi primera partida de nacimiento como Juan Salomón, a mi madre no le gustó el nombre y me fue diciendo Antonio.

Eso pasó porque enviaron a una persona al registro, se olvidó los nombres y colocó estos. Con el tiempo, al comenzar la escuela, hicieron un justificativo y me colocaron: Hilario Antonio. Ya adulto le decía a mi madre ¿por qué me habían cambiado los nombres? Imagínese, Juan Salomón. A mí me trajeron de la Sierra de Falcón a los 6 años, venía desnudo, en Puerto Cumarebo me pusieron una camisa de un primo.

Venía con mi abuela, ella era sirviente, nos fuimos para Cabimas donde estaba mi madre a buscar progreso, tardaban 5, 6 días para llegar en camión, hoy se le dice autobuses, las carreteras eran de tierra,  atravesar los ríos eran muy dificultoso. Te estoy hablando en pleno gobierno de López Contreras. Era un Presidente querido, bueno yo recuerdo que la gente hablaba bien, a mí me gustaba verlo, cuando veía un foto de él me llamaba la atención. Igual pasaba con  Medina Angarita, no había esta división de buenos y malos, éramos un país trabajador.

Al llegar a Cabimas encontré a mi madre unida con Américo, mi padre adoptivo, de ahí el Rivas Marín. Nos fuimos a Lagunillas sector el Mamón, había mucho movimiento comercial. Muchas casas de latas, se comentaba de la quema del pueblo, todo indicaba que fue producto de una lámpara de gasolina que se cayó y una señora la lanzó al lago y este estaba empetrolao.  Comencé a estudiar en la escuela Ayacucho, que era de la ESSO y luego pasó a ser de la CREOLE. El bachillerato  lo hice en el Colegio Santa Rosa de Lima, se pagaban 30 bolívares mensuales.

El tiempo pasaba y yo creciendo recuerdo que mi primer voto fue en el plebiscito del 57. Estaba muy alegre porque iba a ejercer mi primer voto, se votaba en la escuela Ayacucho, pero repentinamente la cambiaron a Tía Juana, que era bastante lejos, pero yo fui. Al llegar había un jurado, no había lista, ni tinta, noté que algunos miembros se hicieron señas. Los votos se los llevaron a Caracas y allá contaron, decía la televisión, la radio, y ganó Pérez Jiménez.

Llegue a Mérida a estudiar derecho, preferí esta ciudad porque la sentí muy amigable, un gran ambiente, una hermosa geografía y la percibí muy universitaria. Una buena residencia costaba 45 bolívares, había otras de  30, 25 y 20 bolos. Al viajar de  Lagunillas a Mérida se hacía por dos vía:s la del páramo y la de El Vigía. La andina me parecía un encanto, cada vez que pasaba por Valera me agradaba mucho la pequeña ciudad, y decía me gustaría vivir aquí.

Me gradué, comencé a ejercer en el Banco Obrero, me ofrecieron vivir en San Cristóbal, Mérida, Barinas y Valera, preferí ésta y aquí me radiqué hasta estos días, ya tengo 85 años. Me casé con Juana, mi compañera de liceo y aquí estamos. Me hice adeco, aunque vengo de un hogar comunista, yo conocí a Juan Bautista Fuenmayor, un fundador del partido. Recuerdo que en la Constituyente del 47, si mal no recuerdo de un debate de Fuenmayor con Caldera. El primero defendía la educación pública y el segundo la privada, al poco tiempo Fuenmayor se convirtió en el primer rector de universidad privada; el segundo, cerró la Universidad Central.

Admiré a Astolfo Valero Sierra, yo le dije que era simpatizante de AD y él dijo en AD no hay simpatizantes sino militantes, entonces me inscribí. Conocí a Betancourt, Leoni, a Carlos Andrés,  Piñerua, Lusinchi a Gonzalo Barrios no. Para mí el más admirable fue Leoni, con Betancourt tuve mis reservas. CAP, mi amigo personal, estando preso me comuniqué en varias ocasiones con él, me decía gochito, al igual me dicen en el Zulia.

Entre otros David Morales Bello, Carlos Canache Mata, Octavio Lepage. Fui miembro del CES, Secretario de Organización, incluso tuve la oportunidad de ser Secretario General con el apoyo de Luis La Corte. El que si no me llamó la atención fue Alfaro Ucero. Recuerdo a un dirigente de aquí, con mucho afecto, Urbano Solarte, en las derrotas tuvimos que comenzar de nuevo, eso sí, desde las bases del partido.

Finalmente te digo he sido abogado litigante, juez, profesor universitario titular,  escritor, locutor. Hoy hay mucha dificultad, administramos y no sabes qué administramos. Vemos enemigos por todas partes, ratificamos o fracasamos todos. Con respecto a Trujillo no veo nada nuevo, hay un mismo quejido como una expresión. Comprendamos que tenemos que trabajar por Trujillo.

Tenemos que ver en qué nos diferenciamos y en qué nos parecemos para unificarnos, las diferencias no tienen que prevalecer. Trujillo lo tiene todo, tiene muchos talentos…

 

 

 

 

 

 

 

 

.

 

 

Salir de la versión móvil