Hermana Carmelita María Virginia de Jesús: Bodas de oro de sus votos religiosos

 

Cincuenta años de los votos de la hermana María Virginia de Jesús, se celebraron en el Monasterio Sagrado Corazón de Jesús de la Orden Carmelitas Descalzas, el pasado jueves 08 de junio.

El convento de clausura ubicado en las montañas de El Alto de Escuque organizó, en horas de la mañana, un notorio programa festivo donde estuvo presente el obispo diocesano, varios sacerdotes, religiosas de otras congregaciones, familiares de la hermana María Virginia y cooperadores frecuentes del convento. Hubo una solemne eucaristía concelebrada, la renovación de los votos por parte de la hermana cumpleañera, homenaje por las bodas de oro y un ágape fraterno.

La capilla del monasterio lucía bellamente adornada para recibir a los invitados que se hicieron presentes desde las ocho de la mañana, mientras en el interior del recinto de clausura las trece religiosas que allí residen hacían sus respectivos homenajes fraternos.

La Santa Misa, que comenzó a las diez de la mañana, fue presidida por el obispo diocesano Monseñor José Trinidad Fernández Angulo y concelebrada por varios sacerdotes. En esta capilla las religiosas comparten la eucaristía desde el interior del monasterio desde un salón con rejilla llamado coro, que mira al altar mayor; allí estaban las monjas trajeadas con su hábito característico y ubicada en el centro la hermana María Virginia quien llevaba sobre su cabeza una corona de flores confeccionada por sus hermanas de congregación.

Las religiosas tuvieron a su cargo, como es costumbre, el acompañamiento de la Misa con los cantos que interpretan en armoniosos coros. Hubo presencia de otras congregaciones religiosas femeninas, familiares de la homenajeada y un nutrido grupo de amigos y cooperadores del monasterio.

Durante la homilía Monseñor Trino hizo alusión a la fiesta litúrgica del día, dedicada a Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote y al significado de la vida religiosa contemplativa. Aprovechó para felicitar y agradecer, en nombre de la diócesis, tanto a la hermana María Virginia como a la congregación que con su presencia, oración y trabajo, ayudan formidablemente a la Iglesia y de modo particular a los sacerdotes por quienes aquellas religiosas ofrecen constantemente sus sacrificios y oraciones.

“Compartimos con ella la alegría y la gratitud. Pedimos a Dios que su vida de entrega sea testimonio para muchas vocaciones a la vida contemplativa. Así como Jesucristo, Sacerdote y Pastor, manifiesta sus sentimientos por todos nosotros, así los consagrados manifiestan sus sentimientos que adornan la vida de la Iglesia a través de los votos de pobreza castidad y obediencia. .. Ese sí a Dios en la entrega se basa en el inmenso amor de Dios que de modo particular celebramos en la eucaristía. Que sea una entrega al estilo de Jesús, una oblación en Cristo que es todo para todos. Estamos llamados a ser místicos en la contemplación de cada día y en la meditación de ese misterio de fe y amor que solamente las almas enamoradas son capaces de encontrar. Es esa la manera como nuestra querida hermana ha deseado vivir y como Dios le ha permitido llegar a celebrar estos cincuenta años” dijo el obispo.

Después de la prédica se hizo la renovación de los votos de la hermana María Virginia de Jesús, luego sus compañeras de monasterio entonaron el respectivo himno en latín que se acostumbra en esta ocasión mientras dos religiosas, una a cada lado, vertían sobre la consagrada pétalos de rosas; quien redacta la nota pudo observar, por entre los barrotes, las lágrimas que rodaban por las mejillas de la emocionada religiosa.

Terminada la celebración eucarística los visitantes le ofrecieron un pequeño homenaje a la religiosa: varias melodías musicales al son del saxofón, la canción “Qué detalle Señor” interpretada por una religiosa amiga de la congregación junto a los presentes y la entrega del escapulario como recuerdo a todas los presentes.

A continuación las religiosas invitaron al obispo y los sacerdotes a entrar al monasterio. Monseñor Trino recorrió las instalaciones de la clausura, entre ellas el cementerio, donde rezó un responso por las religiosas difuntas. El ameno ágape de los clérigos y religiosas del convento con la hermana María Virginia se llevó a cabo en el comedor de la casa religiosa.

Luego del almuerzo la hermana María Virginia compartió con sus familiares y amigos en el lugar que se denomina locutorio; un sitio dispuesto para recibir las visitas provisto de dos espacios, uno para los visitantes y otro separado por una rejilla, dentro del convento, donde se ubica la religiosa para conversar con los visitantes.

También los invitados pudieron degustar, en las áreas externas del monasterio, un ágape preparado por los amigos y cooperadores del convento.

 

El Señor me da paz

La hermana María Virginia de Jesús tiene como nombre de pila Trina Elena Fuenmayor Andrade. Hija de Eduardo Fuenmayor y Josefina Andrade de Fuenmayor, nació en Maracaibo, estado Zulia, el 12 de junio 1943. Hizo sus primeros votos religiosos el 09 de junio de 1972 en San Pedro de Los Altos, (Los Teques, estado Miranda) donde estaba anteriormente la fundación. Aquel monasterio fue trasladado a estas montañas trujillanas en el año 1992.

En amena conversación con los clérigos la homenajeada dijo: “me siento muy agradecida con el Señor a pesar de mi indignidad. Siempre que necesito me auxilia, si me siento mal enseguida voy al Santísimo para pedir su ayuda… y Él me da paz. Es mi gran amigo, mi esposo porque nosotras nos desposamos con el Amado; en todas las necesidades yo acudo a Él.”

La religiosa se mostró en todo momento sonriente y feliz; dijo sentirse sorprendida porque no se esperaba tanto; entre otros comentarios añadió que era morocha con un hermano, que se sentía muy contenta de ver a sus familiares porque no sabía que venían y lamentó la ausencia de algunos sacerdotes que por motivos de salud no pudieron acompañarla. También agradeció cariñosamente la presencia del obispo, sacerdotes, familiares y amistades.

Por su parte la priora del monasterio, Madre María Teresa de Jesús, junto a su equipo de hermanas cooperadoras, estuvo muy pendiente de toda la organización de los actos al interior de convento y de la atención al obispo y los clérigos. Indicó que todas estaban muy contentas y sobre todo las novicias pues era la primera vez que las más jóvenes veían cómo se celebran unas bodas de oro de profesión religiosa.

Las carmelitas descalzas tienen como tarea orar por la santificación de los sacerdotes y la salvación de las almas. “Mientras más hostias (ofrenda) sean las carmelitas más santos serán los sacerdotes en el altar” recordó la superiora.

Prensa Diócesis de Trujillo

 

 

 

 

 

 

.

Salir de la versión móvil