Heraclio Valera: entre el arte y la ciudadanía / Por Alí Medina Machado

 

 

 

 

Amigas y amigos todos. Muy buenos días.

Me siento contento de que me hayan invitado a este acto cultural en esta casa también cultural, uno de los senos de nuestra historia local en lo religioso y en lo educativo, y por su significado secular. Y me siento orgulloso de que Heraclio Valera, quien es amigo, me haya pedido que diga unas palabras en este acto suyo, por demás, en que a través de una exposición de sus obras, muestra una de sus aficiones artísticas notorias: la pintura. Heraclio es un consumado y viejo practicante del arte, y lo vive expresando, como debe ser, por razones de gusto, por razones pedagógicas, y por ética. El que haya tenido acceso a los bienes de la cultura, -dice la máxima-, debe ponerlos al servicio de los demás. Heraclio es un hombre culturizado, muy culturizado. Hoy, es un día de reconocimiento y de premio a una figura que merece el reconocimiento y el premio. Por sus largos quehaceres y haceres en pro de sí mismo y de los demás. Creo que con este evento tan bonitamente organizado, la cultura oficial sale ganando y la Biblioteca Pública también.

La memoria espiritual de Don Mario Briceño Iragorry, epónimo de esta institución, en su trascendencia perdurable, que lo hace una constante lección idealizada, sabe que con este tipo de trabajo y de encuentro, se da una respuesta acorde con su pensamiento intelectualmente moral, con su ideología constructiva, ya que siempre pidió acciones humanas dirigidas a la formación de las generaciones, y a dotar al pueblo de bienes formativos. Se sostiene que los bienes culturales ayudan a formar a los colectivos sociales, por lo que quienes los practican y ejercen con capacidad y aptitud, son auténticos preceptores, y aun líderes que siembran y cultivan educación y cultura para una vida mejor de los individuos y del colectivo social en que viven. Aquí hay un regalo, una ración de buen gusto,  que todos los presentes recibimos; pero también la van a recibir los que en los próximos días vengan a visitar la Sala, para recrearse y percibir en ella un aura que enseña y sensibiliza.

Heraclio Valera es un viejo hombre de la vida trujillana, nacido en la para ese entonces aldea La Plazuela, de familia pobre pero laboriosa, tan laboriosa que él mismo afanó desde una temprana edad. Estudió en su lugar natal, y luego vino a Trujillo donde cursó sus años de secundaria en la también vieja Escuela Artesanal de Trujillo, de donde egresó como técnico medio. De  aquí para Cabimas, en el Zulia, luego se fue para Caracas e ingresó en  la Escuela Técnica “Luis Caballero Mejías” donde alcanzó otro escalón en su proceso formativo, como técnico. Estudió su carrera superior en Francia. En Europa tuvo oportunidad de recorrer varios países, lo que le permitió tener contacto con el arte, y aprovechar esa experiencia para nutrirse humanísticamente. Regresó a Venezuela a trabajar en una Empresa especializada del Estado, y luego ingresó a la docencia por largos años, hasta la merecida jubilación. Parece mentira, pero Heraclio es un técnico con una gran vocación y formación humanística, nadie que lo vea trajinando en los asuntos de la belleza y las artes, puede imaginar que su profesión es eminentemente técnica. De allí otra lección de su personalidad. Agrego que, además de su lengua materna, el castellano, habla el francés y comprende suficientemente el alemán. Otro gran logro de su aventura vital.
Heraclio Valera es un trotamundos; parte del mundo en sus diversas geografías y culturas le ha permitido formarse en plenitud, lograr una llenura de cosas que se desborda cuando uno habla o conversa con él. Él a uno lo inunda de conocimientos y experiencias valiosas, y lo hace de una forma muy particular, con un nutrido anecdotario que guarda en la memoria y lo recita en cada encuentro, en cada ocasión que se le da de manifestarse. Heraclio es un portento de lenguaje. Con él uno se cultiva y se divierte a la vez. Uno va a la casa de Heraclio con un dejo de tristeza y sale con una sonrisa. Así es él.

En ese recorrer cultural que es ahora la vida de Heraclio, incansable y ejemplar, lo vemos como coralista en la Coral del NURR, panelista en encuentros del Museo Salvador Valero, de declamador en un torneo de poetas; instrumentista musical en un recital musical, y expositor plástico, como hoy día en la Sala de esta Biblioteca Pública, en una exposición nutrida de cuadros suyos, creaciones suyas, obras propias, en las que ha plasmado su arts pictórica, para producir belleza y asombro, pues eso es el arte, belleza y asombro, por la originalidad, por la capacidad de creación, por los mundos estéticos que produce, por el cromatismo definido en formas que deja revelar en telas diversas y en contenidos y tamaños también diversos, como podemos apreciar.

Esta exposición se ha querido bautizar con el nombre de “Encuentro con un pincel trujillano”. La palabra pincel en esta frase tiene un valor literario, porque se emplea una figura literaria que se llama sinécdoque, palabra enredada que nos explica una traslación del sentido recto a uno figurado, un tropo que lleva a ver la parte por el todo: el pincel es el mismo pintor, dibujado en una de los intervinientes esenciales en el oficio: precisamente el pincel. Entonces con su pintura vemos que Heraclio se quiere comunicar con los otros, con todos nosotros, que somos sus interlocutores, en este gran acto de comunicación ofrecido desde hoy en esta, así mismo,  gran casa de cultura total.

Y aparece otra expresión que complementa el lenguaje de esta muestra, que se ha querido formular en este caso como eslogan. Es un mensaje del autor que nos hace entender que “Todo lo contenido en las artes es una réplica de la naturaleza”. El concepto nos lleva entonces a hacer algunas especulaciones con lo que estamos percibiendo o visualizando, para ser más concretos: la belleza, que nos emociona y nos conmueve. Eso es en lo que estamos participando, en un acto con mucha belleza, concepto que, como palabra, es muy indefinible, porque apunta a muchas cosas, entre la literatura, la poesía, la música, la pintura… En este caso, la pintura, que es un arte bello, expresado por medio del color. En abstracto la belleza la llamamos estética, por lo que estamos en un acto con estética. El artista es el que crea obra con belleza, con estética, por lo que decimos que Heraclio es un artista. Él es sensible y nos transporta a nosotros hacia una sensibilidad. Cuando aparece y sentimos el impacto de la sensibilidad, aparece entonces el arte. Estamos en un acto artístico también.

En otro aspecto, este encuentro, así como otras realizaciones culturales que estamos viendo en nuestra ciudad, nos mantiene llenos de contento. Estamos viviendo, como sabemos, situaciones muy difíciles en muchos aspectos de nuestra cotidianidad; muchas deficiencias, una de ellas la misma ciudad, que tiene muchas debilidades en todo lo que a ella respecta institucionalmente; pésimos servicios públicos, descascarada en su arquitectura civil, ruinosa como está;  y una abulia colectiva que la mantiene apocada, como vencida. La ciudad como organismo está desanimada, y eso es pernicioso para la vida misma. Sólo la cultura, la vida cultural es una animación múltiple en nuestra ciudad. Y eso es plausible; sólo la cultura está dando la cara por la ciudad, y eso hay que destacarlo, porque el esfuerzo de una participación de las instituciones culturales y de la gente adscrita a esas instituciones le da voces y nombres a la ciudad, sea el centro de Historia ahora llamado Casa de los Tratados, el Ateneo de Trujillo o Complejo Kuikas, el Museo Salvador Valero del NURR, el Conservatorio de Música, los talleres de la Concha Acústica en el Instituto de la Cultura y las Artes, la Seccional estadal del Ministerio de la Cultura y esta Biblioteca Pública Mario Briceño Iragorry, vienen desarrollando y conjuntando actividades y programas que dejan ver que no todo está perdido, sino que esta avanzada artrítico-cultural debe servir de aliciente para un nuevo despertar de conciencia entre organismos, asociaciones colegios profesionales y grupos, que antes los hubo activos en Trujillo, pero que hoy permanecen en una latencia inexplicable, callados completamente: necesitando el colectivo social que aquí vive, que esos centros se activen, para que la ciudad despierte de su letargo y vuelva a ser esa ciudad pujante y participativa que tuvo una gran resonancia local y regional, con una gran proyección nacional, que le hizo modélica como entidad de vanguardia en la educación y la cultura.

De modo que, ratifico mis palabras de felicitación para el Profesor Heraclio Valera, por este nuevo aporte artístico que obsequia a Trujillo y a los trujillanos. Ojalá su nombre aparezca pronto como epónimo de un lugar educativo o cultural del Estado. Se lo merece con creces. Su curriculum vitae contiene su honrosa hoja de servicios. Y es una garantía. Ojalá pronto tengamos en Trujillo o en otro lugar del Estado una sala cultural con el nombre de Heraclio Valera, Será un homenaje justo, por sus bondades y sus virtudes. Y reitero mis palabras de felicitación para los directivos e integrantes de esta Biblioteca Pública Central Mario Briceño Iragorry, a los organizadores de esta exposición; que lo sigan haciendo bien como hasta ahora. Expreso mi agradecimiento a todos los asistentes a este acto, amigas y amigos de Heraclio y de la cultura. Su presencia, sin duda, ha resaltado el valor de esta inauguración y augurado su éxito. Muchas gracias a todos.

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